"Las planchadoras"
Por fin, despu¨¦s de innumerables avatares, Las planchadoras va a poder estrenarse. Resultarla dif¨ªcil apretar en unas l¨ªneas la penosa y largu¨ªsima singladura de este texto, que yo considero capital dentro de mi teatro, pues de alguna manera en ¨¦l se integran, con mejor o peor fortuna, una forma de decir y de crear que empez¨® a atisbarse en mi primera obra, Jacinta se march¨® a la guerra, y que posteriormente se fue definiendo en otros textos, tales como El convidado y El ¨²ltimo gallinero. Este largo trabajo comenz¨® a ?corporeizarse? all¨¢ por los a?os 66-67 hasta desembocar en lo que algunos especialistas han considerado un teatro antropof¨¢gico. Quiero hacer hincapi¨¦ en esta particularidad porque no he sido yo quien ha buscado este t¨¦rmino para calificar a otros autores, sino que otros me lo hallaron.En Las planchadoras, si bien por una parte fue v¨ªctima de la demoledora depredaci¨®n de una censura infranqueable (hablo de la censura de los a?os 69-70-71, todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil que la de los a?os 74-75-76), no todo fue desgraciado (la desgracia habr¨ªa que buscarla en el plano pol¨ªtico y cultural), porque esto me dio pie para trabajar ininterrumpidamente este texto, cuyas primas l¨ªneas fueron escritas a principio del a?o 11970, pero el texto definitivo fue terminado en julio de 1978. Puede parecer complejo de entender, pero un trabajo de dramaturg¨ªa, cuando es verdadero, cuando se piensa no solamente,en la palabra, se puede afirmar categ¨®ricamente que su trabajo ni tiene l¨ªmites ni fronteras. En definitiva, una obra, un texto de teatro que pretende ser ambicioso, no tiene fin, aunque haya tenido un principio.
Para la coronaci¨®n de este largo periplo, Las planchadoras han tenido un timonel de excepci¨®n en su singladura final. Me estoy refiriendo al director del espect¨¢culo, Antonio Corencia. Nunca un texto mio ha tenido una sensibilidad tan acertada, tan cerca ni tan amorosa. Corencia, adem¨¢s, ha tratado a Las planchadoras como si yo fuera un cl¨¢sico, con la suerte de tenerme en vida para interrogarme y casi vaciarme de todo cuanto yo me embarac¨¦. Esta exigencia estoy seguro que le dar¨¢ maduros frutos, presentes y futuros.
?Pero qu¨¦ es, o qu¨¦ significan estas Planchadoras? Yo creo que Las planchadoras es un ?eatro de marionetas para hacer en carne y hueso, en donde alucinadamente uno deja pasar ante sus ojos todo un proceso hist¨®rico que hemos tocado con las manos y hemos sufrido. No estamos, por tanto, ante un teatro ?documento?, sino ante una visi¨®n, como dec¨ªa antes, alucinada y on¨ªrica. Ojal¨¢ que todo esto llegue tambi¨¦n a ser alucinante. Quiz¨¢ a Las planchadoras le suceda lo que tantas veces ha sucedido en el teatro y que yo pude sentir tambi¨¦n en Las hermanas de Buffalo Bill, que la funci¨®n no va a terminar cuando la representaci¨®n termina, sino que quiz¨¢ ser¨¢ cuando en realidad comience.
El texto de Las planchadoras sin unas actrices conscientes de su trabajo era inviable. Hasta en este aspecto hemos tenido suerte, porque las cinco mujeres que afrontan este trabajo se responsabilizaron de ¨¦l desde el primer momento. Si el teatro hay que hacerlo siempre, cuando es verdadero teatro, con amor y entrega, Gerrima Cuervo (qu¨¦ gran ilusi¨®n verla hacer un texto m¨ªo), Montserrat Caruila, Margot Cottens, Trini Alonso y Paloma Lorena lo han entregado todo.
Esta obra, que en un d¨ªa no muy lejano fue premio de teatro Ciudad de Alcoy, por fin hoy la vamos a poder ver, gracias a la Compa?¨ªa Morgan de Teatro.
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