La droga, en los m¨²sicos, una forma de morir
?La droga es una forma de vivir.? Esta frase pertenece a William Borroughs, pero no hace falta leerla, puede ser escuchada en boca de cualquier junkie (colgado- adicto) que la ha experimentado en su propia carne sin necesidad alguna de literatura.Pero la droga (la droga por excelencia, la droga dura, hero¨ªna, morfina, coca¨ªna inyectada... tambi¨¦n es una forma de morir.
A lo largo de los a?os, primero los escritores (no s¨®lo hispters) y despu¨¦s los m¨²sicos (no s¨®lo de rock) han encontrado en el pico de una aguja esa forma de vida y esa forma de muerte. Pero no son especiales, son reflejos concentrados de cuanto ocurre a su alrededor, son espejos que alguna vez se rompen.
A lo largo de la historia del jazz, del rock y del soul han muerto demasiados m¨²sicos por una sobredosis o a causa de ella. Una sobredosis puede ser s¨®lo tres cosas: un accidente, un suicidio o un asesinato. Llegar a distinguir entre esas tres posibilidades resulta casi imposible. Nadie anunci¨® nada, nadie dijo nada.
La droga en la m¨²sica salt¨® a un desgraciado primer plano cuando Charlie Parker muri¨® en un hospital poco despu¨¦s de colapsar en una sesi¨®n de grabaci¨®n. Parker era un genio pero fue rechazado, Parker era un genio pero tuvo que sufrir y no encontr¨® una soluci¨®n mejor. ?Voy a mi cardi¨®logo y le doy cien d¨®lares, me trata y no me hace ning¨²n bien. Voy a ver a ese m¨¦dico y le doy 75 d¨®lares para curar mis ¨²lceras y no me hace ning¨²n bien. Hay un tipejo en una alameda oscura y le doy cinco d¨®lares por un sobre de mierda y mis ¨²lceras desaparecen y mi coraz¨®n funciona, todo funciona.? Charlie Parker era el prototipo del artista rom¨¢ntico en una comunidad abrumada por problemas. Y adem¨¢s era un ejemplo. Como tambi¨¦n lo fue Billie Holiday.
En el mundo del rock la lista de desaparecidos en relaci¨®n con las drogas resulta impresionante aun para quien est¨¦ habituado a repasarla. Tim Buckley muri¨® de una sobredosis de hero¨ªna y morfina despu¨¦s de haber intentado ser comprendido y no conseguirlo. Brian Jones (Rollings) muri¨® un d¨ªa cualquiera en su piscina. Jimi Hendrix se asfixi¨® debido a un v¨®mito. Paul Kossof (Free) no pudo resistir un ataque de coraz¨®n en un vuelo hacia Nueva York. Janis Joplin fue encontrada en un hotel de Hollywood. Jim Morrison muri¨® tambi¨¦n de un ataque al coraz¨®n en su ba?o, y su mujer le sigui¨® tres a?os despu¨¦s. Danny Whitten (Crazy Horse), Tommy Bolin (Deep Purple), Nick Drake, Cass Elliot (Mamas and Papas), Brian Epstein (posiblemente barbit¨²ricos) o Trankie Lymon son s¨®lo una parte de una lista que hace poco continuaba con el bater¨ªa de The Who, Keith Moon. Despu¨¦s sobre esas muertes se mantiene el negocio, pero eso es una historia diferente.
Otros simplemente se deshicieron (burned their heads). El caso de Eric Clapton al cual sac¨® del pozo, precisamente, el l¨ªder de The Who, Pete Townsend, es s¨®lo el m¨¢s conocido. Otros son Esther Phillips (?Siempre dicen ten cuidado, d¨¦jalo, ten cuidado, d¨¦jalo, pero ?has probado alguna vez??), Joe Cocker, Grace Slick, Syd Barret (ex Pink Floyd) o Iggy Pop.
Tambi¨¦n est¨¢n las canciones. Y es curioso, muy pocos m¨²sicos han utilizado sus voces en contra de algo que acab¨® con sus amigos, han utilizado sus voces para denunciar a los grandes comerciantes y monopolistas, no han dicho nada que pudiera identificarles como reaccionarios. Los Rolling poseen toda una colecci¨®n de temas dedicados a la hero¨ªna (Wild Horses, Brown Sugar, Sister Morphine). Lou Reed habla en Heroine de experiencias m¨¢s profundas que las que ¨¦l ha tenido nunca. J. J. Cale escribi¨® Cocaine. De las ¨²ltimas es Sex & Drugs & Rock & Roll de Ian Dury, pero previamente los Ramones hab¨ªan tenido problemas con su Sniffin Clue (Inspirado pegamento) en relaci¨®n con accidentes que este m¨¦todo hab¨ªa provocado entre los colegiales.
Uno de los pocos m¨²sicos que se acercaron de forma cr¨ªtica y no paternalista al hecho ha sido Curtis Mayfield en un elep¨¦ magn¨ªfico desde todos los puntos de vista: Superfly. En ¨¦l se contiene una canci¨®n cuya letra es del todo siniestra, cotidiana y sencilla. Se trata de Pusherman (el contacto), en la cual describe a ese hombre no como alguien extra?o y raro, no como una encarnaci¨®n del demonio, sino como una persona como t¨² y yo, alguien que tambi¨¦n est¨¢ atrapado de alguna forma.
Pero el problema no se resuelve con buenas palabras, no se resuelve confundiendo drogas duras, blandas, barbit¨²ricos y alcohol. No se resuelve con leyes especiales para la represi¨®n. Unos cuantos m¨²sicos y muchos de sus oyentes est¨¢n colgados. Todos o casi todos estamos, colgados en la gran mentira, en el gran cinismo.
No, nada se arreglar¨¢ mientras el Black Power pueda acusar al FBI de distribuir hero¨ªna entre las comunidades negras. Mientras la brigada antiestupefacientes de California sea una mafia perfectamente organizada. Mientras se encierre a alguien por adicci¨®n y se deje libre a los que mezclan opio con hachis desde una bella oficina. Mientras contin¨²e la farsa.
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