Autonom¨ªas y soluciones espaciales
A los parlamentarios catalanes nos sorprende el enfoque sectorial de las enmiendas que hemos de examinar en las ponencias y las comisiones; y lo mismo sucede con las interpelaciones y las preguntas que se plantean, tanto en el Congreso como en el Senado. Se pone de manifiesto la preocupaci¨®n para dar respuesta a unas carencias; para atenuar o corregir d¨¦ficit dram¨¢ticos de servicios comunitarios: en la ense?anza, en la sanidad, en la pesca, etc¨¦tera, el abandono rural y, por supuesto, la marginaci¨®n de los suburbios, residencia degradada de la mayor¨ªa de votantes de la Entesa dels Catalans. Y, en mi opini¨®n, no hay respuesta sectorial.Y no la hay porque en todas las nacionalidades y regiones coexisten los mismos problemas. Es su intensidad -su mayor o menor gravedad- lo que var¨ªa. En Catalu?a, al lado del d¨¦ficit de servicios comunitarios urbanos y suburbanos, que adquieren car¨¢cter extremo en la zona metropolitana barcelonesa, tambi¨¦n tenemos paro estacional agr¨ªcola (pienso en mis electores de las comarcas catalanas del Ebro), como tenemos tambi¨¦n escuelas unitarias en los pueblos y abandono en la actividad pesquera. En Andaluc¨ªa ser¨ªa prioritario el paro estacional y el cr¨®nico y en Galicia -seguramente- ser¨ªa el problema pesquero el acuciante; pero Andaluc¨ªa y Galicia, pongamos por caso, tambi¨¦n tienen carencias suburbanas y de las dem¨¢s citadas o no. Y lo mismo sucede en los diversos ¨¢mbitos territoriales.
Las aspiraciones auton¨®micas, felizmente generalizadas, responden a la necesidad de utilizar el enfoque espacial -territorial- para elegir las prioridades en funci¨®n de la distinta intensidad de los problemas en presencia. Para ello son precisos ¨®rganos de gobierno aut¨®nomos, con poder pol¨ªtico, en cada nacionalidad o regi¨®n, capaces de decidir el uso alternativo de los recursos, siempre escasos, que tengan a su disposici¨®n, por cuanto las soluciones escogidas por tales ¨®rganos tienen mayores posibilidades de acierto y su ejecuci¨®n se presume m¨¢s eficiente, habida cuenta de la proximidad de los administradores tanto respecto del servicio que se trata de satisfacer como de los ciudadanos afectados. En estos meses de reg¨ªmenes preauton¨®micos, sin competencias ni recursos, estamos decepcionando a nuestros electores. No puede prolongarse la vida de unos entes nominales sin los medios indispensables para cumplir unos fines, por modestos que se fijen, so pena de recoger en breve plazo un fruto muy amargo: el de la frustraci¨®n colectiva. Y cuando las transformaciones socio-econ¨®micas que todo cambio pol¨ªtico -comporta no se han producido, encima no se puede sembrar desilusi¨®n, porque gobernar es abrir cauces, oportunidades, que permitan a todos los ciudadanos aportar su creatividad y su iniciativa, con ¨¢nimos, con optimismo y con generosidad.
Hay que desterrar la sensaci¨®n de impotencia que est¨¢ presente y que alcanza a los propios parlamentarios, ante una m¨¢quina burocr¨¢tica estatal heredada de la era autocr¨¢tica, castradora de cualquier empe?o creador. ?Qu¨¦ podemos hacer? Nuestros ancianos siguen con reg¨ªmenes dispares depensiones o sin ellas, arbitrariamente, sin cauces para justas reparaciones; nuestros mutilados de guerra, discriminados y degradados y, a pesar de ello, sin acceso simplificado a sus m¨ªnimos subsidios, nuestros ayuntamientos sin poderes decisorios, cuando una administraci¨®n local ¨¢gil tendr¨ªa efectos positivos para atenuar el paro, mediante actuaciones municipales puntuales.
Convengamos en que la m¨¢quina burocr¨¢tica estatal s¨®lo puede desmontarse potenciando los gobiernos aut¨®nomos: desagregando competencias y servicios estatales y transfiri¨¦ndolos a las nacionalidades y regiones; vaciando de contenido las funciones de los detentadores del poder de ejecuci¨®n centralizado. La reducci¨®n de las atribuciones concentradas en los ¨®rganos estatales contribuir¨¢ a que podamos alcanzar la solidaridad que todos deseamos, a condici¨®n de que no se interprete -la solidaridad- s¨®lo como una cesi¨®n de la periferia en favor del centro, sino como generosa aventura conjunta, para velar por el bienestar y la prosperidad de todas las comunidades que integran el Estado espa?ol .
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