Una sociolog¨ªa nueva para unos tiempos nuevos
?El nivel de desarrollo de la sociolog¨ªa espa?ola es muy aceptable; su plantel de soci¨®logos est¨¢ a la altura del de cualquier pa¨ªs industrializado y aun por encima de algunos. europeos. En estos momentos estamos asistiendo a la homologaci¨®n internacional de la sociolog¨ªa espa?ola a nivel institucional -hasta ahora se reconoc¨ªa al soci¨®logo espa?ol a nivel individual- y si no se le hab¨ªa aceptado antes se debe justamente, no a particualarismos, sino a las condiciones impuestas por el franquismo.?Bajo esta proyecci¨®n sint¨¦tica, optimista, expuesta por el profesor Salustiano del Campo, decano de la ¨²nica facultad oficial de Sociolog¨ªa que existe en Espa?a, la de la Universidad Complutense de Madrid, se encierra todo un mundo de problemas de asentamiento de las ciencias sociales, de raquitismo en su ense?anza, de autodidactismo, de paro, de asociacionismo incipiente y de la respuesta a las novedades sociales que demanda la sociedad del posfranquismo.
?Con qu¨¦ medios humanos y materiales cuenta la sociedad espa?ola para analizar los motivos, el desarrollo y el alcance de los ¨²ltimos cambios? Desde el punto de vista acad¨¦mico existen en Espa?a la facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid y la facultad de Sociolog¨ªa de la Universidad de los jesuitas de Deusto. En junio pasado, el consejo de rectores aprob¨® la creaci¨®n de una facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa adscrita a la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Esta facultad ser¨¢ la segunda oficial que se cree en Espa?a. El resto de las ense?anzas de sociolog¨ªa est¨¢n repartidas por otras facultades (Econ¨®micas y Ciencias de la Informaci¨®n), centros oficiales, e incluso en algunas instituciones privadas.
?La facultad de Madrid -dice el profesor Salustino del Campo- es un producto de los soci¨®logos espa?oles, pero hay que tener en cuenta que toda la sociolog¨ªa que existe en Europa no es ni est¨¢ en la facultad. Ser¨ªa conveniente crear una o dos facultades m¨¢s para que, entre otras cosas, se produjera un cierto pluralismo sociol¨®gico.? Creada en 1972 (en junio pasado acaba de licenciarse la segunda promoci¨®n, a raz¨®n de trescientos titulados por a?o), la facultad de Madrid cuenta tan s¨®lo con diecis¨¦is profesores con plaza (seis catedr¨¢ticos, cuatro agregados, y seis adjuntos, otros tres existen en Barcelona y otros tres en el resto de Espa?a). ?Mi problema y el d¨¦ la facultad -dice el decano- es la falta de buenos puestos para muchos buenos profesores que existen. Muchos de ¨¦stos podr¨ªan ser numerarios por su trabajo y dedicaci¨®n, pero no hay plazas para ello. ?
Deficiencias en el profesorado
?La facultad -explican miembros directivos de la Asociaci¨®n Castellana de Sociolog¨ªa- surge no tanto por una necesidad ni petici¨®n inmediata de la sociedad espa?ola, sino por deseo de unos profesores que quer¨ªan figurar como catedr¨¢ticos y se han. proporcionado una v¨ªa para catapultarse hacia altos puestos de la Administraci¨®n.?
?Encontramos graves deficiencias de investigaci¨®n y profesorado?, dicen algunos alumnos de los ¨²ltimos cursos. ? S¨®lo nos han dado clase PNN ' y gente joven, sin experiencia ni categor¨ªa. Por otra parte, la politizaci¨®n ha hecho que durante mucho tiempo no se haya cursado ning¨²n estudio serio.?
Desde la periferia, concretamente desde Barcelona, se ve el problema de otra forma. ?La facultad de Sociolog¨ªa se organiza en Madrid, no porque en la capital del Estado haya una particular disposici¨®n para las ciencias sociales ni ninguna particular, sino por las necesidades de prestigio y poder de la clase pol¨ªtica madrile?a y del funcionariato de la Administraci¨®n central del Estado. ?
A la facultad de Pol¨ªticas se le agrega en el ¨²ltimo per¨ªodo (en pleno auge de lo que un soci¨®logo castizo llam¨® la ?sociolog¨ªa cient¨ªfica moderna? y el desarrollismo) una nutrida secci¨®n de sociolog¨ªa que es la ¨²nica en la que se ha podido cursar hasta la fecha la carrera de sociolog¨ªa en Espa?a.? (Amando de Miguel y Juan F. Marsal, profesores de universidad en Barcelona.)
Seg¨²n estos mismos profesores, en Barcelona, donde hay, por lo menos, actualmente 2.000 alumnos estudiando sociolog¨ªa en varias escuelas no reconocidas oficialmente, existe una demanda considerable de alumnos que desear¨ªan cursar ciencias sociales. En una encuesta realizada en la facultad de Ciencias de la Informaci¨®n, el 40% del alumnado manifest¨® que se hab¨ªa inscrito en esa facultad (donde hay tambi¨¦n varias asignaturas sociol¨®gicas) por no existir la alternativa de una facultad de Ciencias Sociales o de Ciencias Pol¨ªticas. Se trata de un alumnado que va a la ¨²nica facultad nueva de ciencias del hombre en Espa?a, aunque su creaci¨®n fuese un producto distorsionado, pol¨ªtica y burocr¨¢ticamente. ?Est¨¦ alumnado en una gran proporci¨®n no busca la obtenci¨®n de un t¨ªtulo profesional, sino las adquisiciones de saberes que no sean los tradicionales de las universidades espa?olas.
El problema de la investigaci¨®n en las facultades de Ciencias Sociales hay que inscribirlo en el marco m¨¢s general de la carencia de medios y de pol¨ªtica de investigaci¨®n en Espa?a. ?Padecemos el mismo defecto de todas las universidades espa?olas?, explica Salustino del Campo. ?El curso pasado la Universidad Complutense tuvo s¨®lo sesenta millones de pesetas de presupuesto para la investigaci¨®n. Divida usted esa cifra entre veinte facultades y ver¨¢ con qu¨¦ se queda. En nuestro caso, adem¨¢s, nos encontramos con otra dificultad y es que las ciencias sociales han sido la cenicienta de centros e instituciones fuera de la universidad, donde se ha podido hacer investigaci¨®n.. ?
Sobre el problema de la investigaci¨®n, Amando de Miguel y Juan F. Marsal son pesimistas. ?No hay indicio alguno de que en la universidad actual del Estado central, o en la de los futuros estados auton¨®micos o regionales, ni tampoco en las universidades privadas que se creen al margen de la universidad p¨²blica, se vayan a dedicar a la investigaci¨®n social los recursos de preparaci¨®n, financieros y de conocimiento que se necesitan para ello.
Para los dos profesores de socio log¨ªa de Barcelona tampoco se pueden esperar est¨ªmulos desde los partidos pol¨ªticos, ?demasiado dominados por intereses inmediatos para darse cuenta de la importancia de algo de tan largo plazo como la investigaci¨®n social en la liberaci¨®n de Espa?a, de la asimetr¨ªa cultural y del colonialismo cient¨ªfico ?.
Sin embargo, Luis Gonz¨¢lez Seara, secretario de Estado para Universidades e Investigaci¨®n, que no cree conveniente que se ampl¨ªen las facultades a m¨¢s de dos, es decir, la de Madrid y la ya aprobada para Barcelona, piensa que los problemas de investigaci¨®n ser¨¢n resueltos, en parte, con la asignaci¨®n que ya se ha hecho para este sector en el anteproyecto de ley de autonom¨ªa universitaria.
Soci¨®logos espa?oles en el extranjero
Escasez de profesorado, bajo nivel de estudios e imposibilidad de investigar, son, entre otras, las razones, adem¨¢s de las pol¨ªticas que existieron en su tiempo, por las que nos encontramos con un buen n¨²mero de soci¨®logos espa?oles -uno de cada diez- que han tenido que formarse en el extranjero, principalmente en Par¨ªs (Escuela de Altos Estudios Sociales), Londres, Oxford, Columbia, Yale, Harvard, Princeton, Michigan, Chicago y Berl¨ªn (Universidad Libre), seg¨²n datos expuestos por Jes¨²s M. de Miguel, profesor del Departamento de Sociolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, en un libro, pr¨®ximo a salir, titulado La sociolog¨ªa en Espa?a.
Uno de los casos m¨¢s significativos de las dificultades que encuentran los soci¨®logos formados en el extranjero para asentarse en Espa?a quiz¨¢ lo constituya el del urbanista Manuel Castell, fundador del Departamento de Sociolog¨ªa Urbana de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Par¨ªs, de cuyo centro es profesor, presidente del Comit¨¦ de Sociolog¨ªa Urbana de la Asociaci¨®n Internacional de Sociolog¨ªa (ISA) y autor de m¨¢s de diez libros sobre esta materia. Sus t¨ªtulos no son reconocidos en Espa?a, por lo que no tiene acceso a los altos niveles de la ense?anza de la universidad.
Tampoco les es f¨¢cil el trabajo para los de dentro, sobre todo para las recientes promociones de soci¨®logos salidos de las facultades Seg¨²n estimaciones de la Asociaci¨®n Castellana de Sociolog¨ªa existen en estos momentos en Espa?a, unos mil soci¨®logos titulados, de los cuales s¨®lo el 50% viven profesionalmente de la sociolog¨ªa. La otra mitad est¨¢ en paro. El 90% de esta segunda mitad lo integran soci¨®logos j¨®venes reci¨¦n salidos de la universidad. En el per¨ªodo 1978-1981 se espera que habr¨¢ unos 1.400 soci¨®logos sin empleo.
Los miembros de la Asociaci¨®n Castellana de Sociolog¨ªa descubren lo que ellos denominan la situaci¨®n contradictoria del soci¨®logo. Por una parte, existe una abundante oferta de soci¨®logos en paro, que no responden a las necesidades, tal como se plantean actualmente, de la sociedad. Existe, por otra parte, una gran cantidad de necesidades sociales que requieren la presencia de profesionales de sociolog¨ªa, tanto por parte de la empresa privada como por parte de la Administraci¨®n p¨²blica, necesidades que no pueden ser satisfechas por la escasa preparaci¨®n del soci¨®logo que sale de las facultades.
Estas y otras razones han hecho surgir diversas asociaciones de soci¨®logos en la geograf¨ªa del Estado espa?ol, unas m¨¢s antiguas, como la catalana y la aragonesa, y otras m¨¢s nuevas, como la castellana y la vasca. Estas cuatro asociaciones han firmado a primeros de septiembre un compromiso formal de constituir en el tiempo m¨¢s apropiado una federaci¨®n de asociaciones de sociolog¨ªa.
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