Ninguna lectura es inocente
La escuela y la sociedad que la modela han privilegiado durante mucho tiempo al libro como ¨²nico medio de acceso al conocimiento, transform¨¢ndolo as¨ª en un objeto de culto cuidadosamente recubierto de ese papel azul que todav¨ªa, se marchita en el fondo de nuestros desvanes. Objeto precioso, pero austero y r¨ªgido como los maestros de anta?o, cory su cuello de celuloide, el libro deb¨ªa ser conquistado con esfuerzo y con dolor, porque sin duda el dolor y el esfuerzo hac¨ªan m¨¢s sabroso el placer de saber. Generaciones de ni?os han sufrido el culto del libro, en especial las pertenecientes a las clases sociales desfavorecidas, que la Rep¨²blica elevaba a las escuelas comarcales. Esos ni?os no han aprendido a leer la historia de los hombres y las sociedades, sino que han aprendido a manejar una herramienta que la burgues¨ªa ya no pod¨ªa conservar en exclusividad y que hac¨ªa falta compartir con la masa en raz¨®n de una especie de rentabilidad inmediata.... y adem¨¢s, pod¨ªan vanagloriarse entonces de sostener una lucha sin cuartel contra el analfabetismo. Pero leer no es solamente descifrar una serie de letras dispuestas en cierto orden para formar palabras y frases; leer es comprender el funcionamiento del lenguaje y del pensamiento. Ahora bien, el aprendizaje de la lectura no es, en la mayor¨ªa de los casos, sino una mec¨¢nica puesta a punto, sin relaci¨®n funcional con la lengua. El aprendizaje de la lectura responde entonces a la magia o al par de bofetadas. Cuando a este aprendizaje se agregan referencias culturales que ya no existen, cuando se manejan c¨®digos sociales ajenos y extra?os al ni?o, no es de extra?ar que los ni?os se aparten de la lectura y del libro.Sin embargo, las nuevas necesidades de la econom¨ªa han exigido otra formaci¨®n para las masas laboriosas que empleaba la burgues¨ªa capitalista; de otra parte, la presi¨®n social hace estallar actualmente los marcos demasiado evidentes de la segregaci¨®n social implantada en la escuela. Pero si bien los esfuerzos de renovaci¨®n pedag¨®gica y las actividades de los sindicatos de maestros y de padres de alumnos han conducido a algunas reformas, a¨²n no se ha logrado alcanzar los principios sobre los que se funda la escuela. Al igual que ayer, la escuela no proporciona el poder de leer y menos a¨²n el poder que da la lectura, ya que nada ha cambiado fundamentalmente.
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