Los salarios deben crecer en igual medida que los precios
La estructura de la demanda global para 1979 viene determinada por los objetivos primarios que anteriormente se han expuesto. La actuaci¨®n contra el desempleo, la lucha contra la inflaci¨®n y el mantenimiento de un grado aceptable de equilibrio en las relaciones con el exterior constituyen, en consecuencia, los determinantes de la demanda, pues a su consecuci¨®n se orientar¨ªan los objetivos operacionales de la pol¨ªtica econ¨®mica respecto al consumo, la inversi¨®n y la demanda exterior.
Posiblemente el objetivo de la actuaci¨®n contra el paro sea el que, m¨¢s claramente determine la estructura deseable de la demanda global para 1979, seguido muy de cerca por el objetivo de la reducci¨®n paulatina de las tensiones inflacionistas. Lograr la creaci¨®n de 200.000 nuevos puestos de trabajo al a?o conduce -como m¨²ltiples estudios de la econom¨ªa espa?ola han puesto de relieve y la experiencia de otros pa¨ªses confirma- a una amplia gama de combinaciones posibles entre tasa de crecimiento del PIB, estructura de la producci¨®n y tasa de aumento de los salarios reales medios de las personas empleadas, de modo que, para una estructura dada de la producci¨®n, a mayores tasas de aumento de los salarios reales medios corresponden mayores tasas de crecimiento del PIB necesarias para conseguir la creaci¨®n de una misma cantidad de nuevos puestos de trabajo.La experiencia hist¨®rica espa?ola a este respecto es clara: los 200.000 nuevos puestos de trabajo exigir¨¢n, sin duda, un crecimiento de un 4,5 % del PIB, con la estructura de la producci¨®n que ya se ha indicado y siempre que los salarios reales medios de las personas empleadas permanezcan constantes, es decir, siempre que los salarios nominales medios se limiten a crecer al mismo ritmo que lo haga la inflaci¨®n a lo largo de 1979. Si esta condici¨®n no se cumpliese y los salarios nominales creciesen a mayor ritmo que los precios, la tasa de crecimiento del PIB para conseguir la creaci¨®n de 200.000 nuevos empleos habr¨ªa de ser m¨¢s elevada, y ello provocar¨ªa un elevado grado de inflaci¨®n y de desequilibrio exterior, con la consecuencia final de un mayor desempleo. Esta es la repetida experiencia hist¨®rica de la econom¨ªa espa?ola y la no menos evidente experiencia de las econom¨ªas occidentales. Desconocer esa insoslayable realidad s¨®lo ha conducido, en el pasado, a provocar mayores niveles de desempleo.
El objetivo, pues, de creaci¨®n de 200.000 nuevos puestos de trabajo determina ya dos factores de suma importancia para la estructura deseable de la demanda global: el propio, nivel de esa demanda y el nivel correspondiente de crecimiento de las rentas salariales en t¨¦rminos reales, que junto con el nivel de los precios al consumo determinan en buena medida el nivel del consumo privado.
Por otra parte, el consumo p¨²blico deseable viene condicionado por los objetivos que se establezcan respecto a las rentas salariales generadas por las Administraciones P¨²blicas, pues no en vano los gastos de personal constituyen la parte esencial del consumo p¨²blico. Para 1979 todo ello supondr¨ªa un crecimiento deseable del consumo privado en un 2,2 % en t¨¦rminos reales, mientras que el consumo p¨²blico lo har¨ªa a un ritmo del 16% en t¨¦rminos monetarios, consecuencia, sobre todo, de los aumentos de plantillas ya comprometidos para el pr¨®ximo a?o. De todas formas, este porcentaje de crecimiento -que en t¨¦rminos reales ser¨ªa del 3,6%-, resulta muy superior al ritmo de crecimiento del consumo privado, lo cual pone de manifiesto la escasa disciplina del Sector P¨²blico a la hora de comprometer sus gastos de consumo. El consumo total en su conjunto se incrementar¨ªa al ritmo del 2,4% en t¨¦rminos reales.
La evoluci¨®n de los precios
Como se ha indicado ya, el objetivo razonable para los precios ser¨ªa el de conseguir, en diciembre de 1979, un aumento sobre diciembre de 1978 no superior al 9%.
Bajo la condici¨®n de que en 1978 se alcance efectivamente un crecimiento medio del 20% en los precios, como estaba previsto en los pactos de la Moncloa, un objetivo razonable para 1979 es el de pretender un crecimiento de su valor medio para ese a?o respecto a su valor medio en 1978 del 12%, lo cual exigir¨ªa que la variaci¨®n de tales precios, medida por sus valores a finales del a?o respecto a diciembre del a?o anterior, se situase en torno al 9% de aumento ya indicado.
Por otra parte, el objetivo respecto a precios indicaba que la tasa de inflaci¨®n para la econom¨ªa espa?ola deber¨ªan homogeneizarse con la europea a finales de 1979. Ello exigir¨ªa el que el crecimiento de los precios durante 1979 se ajustase a un ritmo decreciente a lo largo del a?o para que en el segundo semestre se alcanzase ya una tasa de inflaci¨®n en t¨¦rminos anuales pr¨®xima al 7,5%. El cuadro n¨²mero cuatro recoge una posible secuencia-objetivo de crecimiento mensual de los precios al consumo para 1979, en tasas desestacional izadas y en valores efectivos, con la que se alcanzar¨ªa, sin duda, el objetivo primario indicado respecto a la inflaci¨®n.
Sector exterior
El crecimiento propuesto para el PIB y su distribuci¨®n sectorial para alcanzar la creaci¨®n de los 200.000 nuevos puestos de trabajo necesarios exige -como la experiencia espa?ola confirma- un aumento determinado de las importaciones, puesto que sin ellas resultar¨ªa imposible el crecimiento deseado de la producci¨®n. Algunas de estas importaciones son primeras materias y productos intermedios esenciales para la propia producci¨®n espa?ola y otras constituyen parte integrante de los programas de inversi¨®n. Sin esas importaciones no resultar¨ªa posible el crecimiento del PIB. Los c¨¢lculos m¨¢s razonables arrojan un crecimiento de las importaciones del 8% en t¨¦rminos reales para un Crecimiento del PIB del 4,5%. Esa es la tasa que constituye el objetivo de este programa
Pero uno de los objetivos primarios propuestos es, precisamente, el de conseguir un cierto grado de equilibrio en las relaciones econ¨®micas con el exterior y ello supone un crecimiento de las exportaciones en bienes y servicios que permita compensar el coste de las importaciones necesarias. En consecuencia, el crecimiento deseable de las exportaciones para alcanzar ese equilibrio en la balanza exterior se situa en torno al 12,3% en t¨¦rminos reales, lo cual supone un esfuerzo considerable de nuestra pol¨ªtica comercial, ya que las previsiones del comercio mundial para 1979 no cifran en m¨¢s del 6% su crecimiento a lo largo del a?o.
Inversi¨®n
Establecidas las tasas de crecimiento del consumo y de las importaciones y exportaciones, el aumento deseable y compatible de las inversiones -incluidas las variaciones en las existencias- se aproximar¨ªa al 9,4%. Descontados estos cambios en los stocks, el crecimiento deseable de la inversi¨®n bruta total en capital fijo deben a ser del 9,9% en t¨¦rminos reales, aproximadamente. Pero este objetivo respecto a la inversi¨®n total puede, a su vez, diferenciarse. tomando como criterio el sujeto activo de la misma y separando, en consecuencia, la inversi¨®n que deber¨ªa realizar el sector . p¨²blico de aquella otra que deber¨ªa protagonizar el sector privado de la econom¨ªa. En principio puede parecer que ambos tipos de inversi¨®n son perfectamente sustitutivos entre s¨ª y frecuentemente se efect¨²an propuestas en distintos ¨¢mbitos de opini¨®n para que se supla con inversiones p¨²blicas aquello que no cubre la inversi¨®n privada.
Es posible que quienes mantienen tales propuestas de sustituibilidad est¨¦n subyugados por la aparente homogeneidad que se desprende de la necesaria simplificaci¨®n de todo cuadro macroecon¨®mico, pero nada m¨¢s lejos de la realidad que esa aparente homogeneidad, especialmente cuando se contempla el problema como una posibilidad a corto plazo, y ello por dos razones muy simples: en primer t¨¦rmino, porque si la eficacia de la inversi¨®n como generadora de empleo es desigual, seg¨²n los sectores productivos sobre los que recae, al ser el ¨¢mbito tradicional del sector p¨²blico distinto del ¨¢mbito del sector privado, la sustituci¨®n de inversiones privadas por inversiones p¨²blicas supondr¨ªa tambi¨¦n efectos distintos respecto al empleo global para las dos clases de inversiones. Pero, en segundo lugar, porque tampoco el sector p¨²blico tendr¨ªa la necesaria capacidad de gesti¨®n para suplir eficientemente a corto plazo las deficiencias inversoras del sector privado. Atender todo el crecimiento necesario de la formaci¨®n bruta de capital fijo con inversi¨®n p¨²blica supondr¨ªa incrementar en un 50% en t¨¦rminos realesy m¨¢s que duplicar en t¨¦rminos monetarios la actual inversi¨®n p¨²blica y ello exigir¨ªa Una capacidad de gesti¨®n del sector p¨²blico dif¨ªcilmente improvisable a corto plazo.
A la vista de las circunstancias anteriores parece que, en principio, un crecimiento monetario de las inversiones p¨²blicas en un 25% para 1979 podr¨ªa considerarse como razonable. Ello conducir¨ªa, ad.em¨¢s, al establecimiento de un objetivo de crecimiento real de las inversiones privadas de un 9% para el pr¨®ximo a?o. Teniendo en cuenta que las tasas de crecimiento real de tales inversiones durante los ¨²ltimos a?os ha sido negativa, parece evidente que el objetivo del 9% exigir¨ªa para su consecuenci¨®n de no peque?os esfuerzos.
Coherencia de objetivos y alternativas
La coherencia entre los distintos objetivos intermedios que aqu¨ª se han venido propugnando se deriva del conjunto de relaciones de interdependencia que de modo necesariamente esquem¨¢tico y resumido acaban -en parte s¨®lo- de comentarse. Una exposici¨®n sint¨¦tica de sus resultados se contiene, adem¨¢s, en el cuadro n¨²mero uno de la p¨¢gina 39, elaborado conforme a la t¨¦cnica de presentaci¨®n habitual de los datos u objetivos macroecon¨®micos.
Una observaci¨®n que posiblemente quepa plantear a la vista de tales objetivos intermedios es si no podr¨ªa quiz¨¢ haberse garantizado la consecuci¨®n de los objetivos primarios de empleo y precios con una combinaci¨®n distinta de los mismos. Por ejemplo, cabe preguntarse si ser¨ªa posible crear 200.000 nuevos puesto de trabajo en 1978 con una tasa de crecimiento de los salarios reales medios del 1%, es decir, con un crecimiento de los salarios nominales medios superior en un 1% al crecimiento de los precios previsto como objetivo primario. La respuesta ser¨ªa que ello necesitar¨ªa de un crecimiento del PIB pr¨®ximo al 5,5% -en lugar del 4,5% que aqu¨ª ha venido propugn¨¢ndose- lo cual exigir¨ªa, a su vez, de aumentos en la inversi¨®n privada y en otras magnitudes muy superiores a los ya comentados, en condiciones, adem¨¢s, de ritmos de expansi¨®n monetaria que conducir¨ªan a la generaci¨®n de fort¨ªsimas tensiones inflacionistas que acabar¨ªa desincentivando el propio proceso de inversi¨®n. Id¨¦nticas tensiones inflacionistas se generar¨ªan si en lugar de recurrir a la inversi¨®n como motor de la demanda se incitase el crecimiento del consumo.
Quiere todo esto decir que posiblemente quepan algunos grados de libertad -m¨¢s bien pocos, como habr¨¢ podido observar el lector- en la fijaci¨®n de los objetivos primarios de la pol¨ªtica econ¨®mica para 1979 (desempleo y precios), pero que, una vez establecidos tales objetivos primarios, la pol¨ªtica econ¨®mica para el pr¨®ximo a?o no admite pr¨¢cticamente opciones respecto a sus objetivos intermedios.
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