Adolfo Su¨¢rez, presidente del Gobierno,
que ayer cumpli¨® 46 a?os, ya puede elucubrar el futuro, no s¨®lo desarrollando la t¨¢ctica del dribling, con la que, hasta el presente, ha dejado en la cuneta a todos sus antiguos camaradas azules, sino con el aplomo de un hombre de mundo. Pero no s¨®lo de este mundo, sino del otro tambi¨¦n. De creer a los m¨¢s sesudos de todos los franceses que, cada a?o, le echan un tiento al planeta para decir: -?ese si?, ?el otro no?, ?aqu¨¦l al cuerno?, el se?or Su¨¢rez es algo incre¨ªble, es decir, es un ?inmortal?: el presidente del Gobierno de Su Majestad, por decisi¨®n inapelable de las m¨¢s altas autoridades galas en materia de diccionarios, ha entrado en el Larousse 1979. Ni m¨¢s, ni menos: igual que el comunista portugu¨¦s Alvaro Cunhal, el economista americano K. J. Arrow, el dominicano J. Balaguer, el rey de Tailandia A. Bhumibol, el turco Suleyman Demirel y la ya ciudadana del otro mundo, la cantante Josefina Baker.Los franceses repiten cada a?o que colarse en este diccionario tan reputado en todo el universo (igual que ocurre con los ?ni?os? de toda especie que tradicionalmente vienen de Par¨ªs) es una ?verdadera promoci¨®n? cuando el agraciado a¨²n respira. Es el caso, m¨¢s que evidente, del se?or presidente de UCD. Pero incluso cuando el afectado ya ha fallecido, son tambi¨¦n los franceses, aunque en t¨¦rminos una pizca m¨¢s humildes, quienes estipulan que el hecho le garantiza al cad¨¢ver ?una relativa inmortalidad?. El hijo mimado de Cebreros, que no figura en este ¨²ltimo staff, ni figurar¨¢ en much¨ªsimos siglos, sin duda, si el se?or Santiago Carrillo y los americanos no tienen inconveniente, tambi¨¦n puede imaginars¨ªn azogue el m¨¢s all¨¢ del porvenir.
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