El ¨²ltimo hombre
Adi¨®s al macho.Tras de La ¨²ltima mujer, Ferreri nos trae este ¨²ltimo hombre postrer representante de una raza en v¨ªas de desaparici¨®n, habitante de una ciudad a punto de desaparecer, s¨ªmbolo de una civilizaci¨®n en trance de muerte, de una cultura agotada, consumida.Este ¨²ltimo hombre, como aquel otro famoso Tot¨® el bueno, cuyos actos y f¨ªsico recuerda a ratos, tambi¨¦n protege a los desvalidos y ancianos, a los humildes, a los enfermos de amor o soledad, a anarquistas sentimentales y a chimpanc¨¦s con aspecto de ni?os. Y, a su vez, es explotado por aquellos para quienes trabaja, por el director de un museo sobre el imperio romano, violado por feministas con vocaci¨®n teatral y amado y socorrido en el s¨®tano en que vive, hasta acabar convertido en padre.
Direcci¨®n: Marco Ferreri
Gui¨®n: Marco Ferreri, Gerard Branch y Rafael Azcona. Fotograf¨ªa: Luciano Tovoli. Decorados: Dante FerreW. M¨²sica: Phillippe Sarde. Int¨¦rpretes: Gerard Depardieu, James Coco, Marcelo Mastroianni, Gail Lawrence, Geraldibe Fitzgerald. Francia-Italia, 1978. Local de estreno: Torre de Madrid.
Como es f¨¢cil suponer trat¨¢ndose de un filme de Ferreri, de los incluidos en su ¨²ltimo modo de hacer, nada resulta tan sencillo como aparenta, nada debe de ser tomado al riguroso pie de la letra. Si la acci¨®n es real, los personajes, ambientes o escenarios, suponen otros tantos s¨ªmbolos que el espectador ha de ir descubriendo seg¨²n su capacidad o las claves de los correspondientes ensayos cinematogr¨¢ficos. No ser¨ªa muy dif¨ªcil establecer una larga teor¨ªa, una especie de ?guide bleu? con la cual viajar a trav¨¦s de la pel¨ªcula; explicar que la ciudad supone el mundo en crisis de hoy, que este nuevo Tot¨® viene a ser una r¨¦plica del hombre actual, enfrentado a una cultura en cierto modo caduca, de igual modo que Luigi, el anarquista, representa la cara opuesta, el hombre tradicional, con sus virtudes y sus limitaciones.
Sin embargo, no es ese el modo de acercarse a un filme, ni siquiera a ¨¦ste, a medias entre la f¨¢bula y la cr¨ªtica de un momento, si se quiere, hist¨®rico; el momento actual que vivimos. Si De Sica y Zavatini ofrec¨ªan en clave de farsa amable un momento de crisis social, resuelto en tono de cuento o f¨¢bula, Ferreri, mucho m¨¢s violento y agrio, aunque tambi¨¦n humano, nos lo ofrece cuando tambi¨¦n el mito de la bondad universal se borra, dando paso a un universo desolado.
No son las ratas las que ponen fin a ese paisaje impresionante de rascacielos solitarios, de playas removidas por el paso de excavadoras son¨¢mbulas, sino el mismo hombre, la mentira del hombre, su fracaso, que en el museo del imperio romano est¨¢ dispuesto a venderse al mejor postor en una operaci¨®n que saca a la luz del d¨ªa una ambici¨®n venal ante la visita inesperada de unos d¨®lares.
En este filme, en este adi¨®s postrero, el deseo de bondad del protagonista se desvanece tambi¨¦n en una ¨¦poca m¨¢s dura y temerosa; el mundo en tomo se hunde y no queda la soluci¨®n de huir a otro m¨¢s, justo o feliz.
Ante final tan falto de esperanza, Ferreri ha intentado buscar alivio para el espectador en una escena a?adida, en un solo plano, que cierra la pel¨ªcula y que no llega a convencer, como algunos pasajes anteriores. El verdadero inter¨¦s del filme reside, sobre todo, en las escenas a la orilla del mar, en eficaces escenas de humor negro y en la idea general del gui¨®n, seguramente el m¨¢s ambicioso de los suyos hasta la fecha.
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