Espa?a no lee
LA CONTRADICCION es escandalosa: por una parte, Espa?a e s el cuarto pa¨ªs del mundo en producci¨®n de libros, en cuanto a t¨ªtulos se refiere, despu¨¦s de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Estados Unidos y Alemania Federal. Con m¨¢s de 24.000 t¨ªtulos nuevo! anuales, nuestro pa¨ªs supera a otros de tan gran tradici¨®n cultural como Gran Breta?a, Francia o Italia, en los que, adem¨¢s, la industria editorial es superior a la. nuestra. Pero al mismo tiempo seis espa?oles -casi- de cada diez no,compran jam¨¢s un libro. Esta contradicci¨®n, sin embargo, se convierte en seguida en una aparente paradoja tan s¨®lo cuando se sabe que las tiradas de los libros en Espa?a son notoriamente inferiores a las del resto de los citados pa¨ªses.En un pa¨ªs de tan gran tradici¨®n lectora como Francia, por ejemplo, produjo gran impacto hace dos o tres a ?os la publicaci¨®n de una encuesta seg¨²n la cual un franc¨¦s de cada dos no le¨ªa un libro al a?o. En Espa?a, de cada cien espa?oles, 59 no compran libros: ni siquiera se ha consultado si los leen. De hecho, cabr¨ªa preguntarse si nuestro pa¨ªs puede resistir, en esas condiciones, ese cuarto lugar en el ranking mundial de producci¨®n de t¨ªtulos, pues no se sabe muy bien d¨®nde van, dado el escaso consumo. Bien es verdad que¨¹h¨ª est¨¢ el mercado iberoamericano, donde la industria editorial espa?ola ha penetrado con fruct¨ªferos resultados. Entonces, ,?qu¨¦ es lo que en verdad leemos los espa?oles? Muy poco, desde luego, y no s¨®lo en libros, sino -ah¨ª est¨¢n las cifras y la crisis- en folletos, revistas, peri¨®dicos y publicaciones de todo tipo.
Ha sido un lugar com¨²n, al concederse el Premio Nobel de Literatura a Isaac Bashevis Singer, decir que se trataba de un desconocido. ?Un desconocido? En todo caso, no en nuestro pa¨ªs, donde, de 1964 a 1978, se hab¨ªan ya publicado nueve t¨ªtulos del escritor judeopolaco. Por tanto, ?a d¨®nde hab¨ªan ido a parar esos libros? Todos esos t¨ªtulos, menos tres, esta ban agotados el d¨ªa del anuncio del Nobel. ?A d¨®nde hab¨ªan ido a parar los restantes? Pues es indudable que si un autor no se vende, podr¨¢n publicarse dos o tres libros de ¨¦l, pero no muchos m¨¢s. Los editores no suelen jugar a perder dinero. Por tanto, o bien Singer no era un desconocido -mal que les pese a periodistas en falta de informaci¨®n-, o las ediciones espa?olas de sus libros se han vendido en Iberoam¨¦rica.
El espa?ol no lee, el espa?ol no compra libros: el espa?ol s¨®lo ve la televisi¨®n. La peque?a pantalla no s¨®lo es el medio m¨¢s fabuloso de alienaci¨®n de todos nuestros medios de comunicaci¨®n, sino tambi¨¦n de desinformaci¨®n y desculturizaci¨®n. Aparte de que, en la publicidad de libros, la in fluencia de TVE es menor que la de las revistas o los peri¨®dicos. La televisi¨®n podr¨ªa ser un formidable medio de, cultura e informaci¨®n. S¨ª no lo es, es por motivos pol¨ªticos y estructurales: es un medio de poder en manos del poder, un instrumento de propaganda pol¨ªtica y de alienaci¨®n desver gonzada, que rezuma corrupci¨®n por todos sus poros, que vive a costa del contribuyente y en contra de sus intereses y que contribuye a mantener y empeorar la situaci¨®n de desculturizaci¨®n del pueblo espa?ol.
No resulta f¨¢cil ver el final de este t¨²nel. Ni el Gobierno, que tiene en sus manos un Ministerio de Cultura y RTVE, hace nada coherente para remediar este panorama, ni la Oposici¨®n, obsesionalmente circunscrita a los problemas espec¨ªficamente pol¨ªticos, se preocupa verdaderamente de los temas culturales. Los programas de los partidos pol¨ªticos a este respecto son de una vaciedad escalofriante y apenas traspasan el nivel de las vagas declaraciones gen¨¦ricas. Los problemas en los que se debate en Espa?a la educaci¨®n, la investigaci¨®n y el mundo del libro son escalofriantes y no parece que nadie est¨¦ dispuesto a abordarlos en profundidad. El espa?ol no lee, desde luego. Ni nadie est¨¢ dispuesto a facilitarle la tarea.
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