El nuevo Rayo es peor y el Atl¨¦tico lo aprovech¨®
En f¨²tbol se dice que con entrenador nuevo, victoria segura, pero esta frase s¨®lo se refiere a la cuesti¨®n ps¨ªquica. Resulta evidente que un cambio de direcci¨®n t¨¦cnica se hace porque algo funciona mal y hay que subsanarlo. En el Atl¨¦tico hab¨ªa un desconcierto considerable y por eso, motivos aparte, se fue H¨¦ctor N¨²?ez. Pero en f¨²tbol tampoco se improvisa y las soluciones no son instant¨¢neas. Aparte de la recomendaci¨®n presidencial a los jugadores para sudar m¨¢s las camisetas, y de la inyecci¨®n moral de recuperaci¨®n l¨®gica con Luis de nuevo entrenador, no cabe duda que se necesita la colaboraci¨®n del rival para el triunfo. Y el Rayo del domingo fue el enemigo ideal para ello. El nuevo Rayo es peor que el de la pasada temporada y con su embarullamiento fue presa f¨¢cil. Ya no sirve para ?matagigantes?. El Atl¨¦tico de Madrid, sin hacer demasiados alardes, debi¨® ganar por m¨¢s diferencia que la se?alada al final en el marcador. Tuvo orden t¨¢ctico y ocasiones sobradas para ello. El Rayo, s¨®lo con mayor rapidez en la segunda parte, pudo marcar su gol y tambi¨¦n alguno m¨¢s, pero siempre menos que el Atl¨¦tico, al que concedi¨® demasiadas ventajas defensivas. El marcaje de Tanco, por ejemplo, sobre Rub¨¦n Cano fue un desastre y todo un ¨ªndice de esa inferioridad. Al margen de que el central rayista vigilara mal, dej¨¢ndole espacio para la carrera al escurridizo delantero, que se mostr¨® en magn¨ªfica forma, su entrenador debi¨® pensar tambi¨¦n que otro hombre m¨¢s r¨¢pido que Tanco hubiese sido m¨¢s adecuado para el marcaje.
El partido, pues, result¨® entretenido, porque hubo ocasiones de gol y muy bien pudo terminar con un resultado de balorimano, aunque siempre favorable al Atl¨¦tico, claro est¨¢. Pero m¨¢s que entretenido cabr¨ªa decir que fue embarullado en bastantes momentos. El Rayo tuvo la culpa, pues a ra¨ªz de encajar el primer gol mostr¨® unas alegr¨ªas defensivas imperdonables.
Otra prueba de que el Rayo fue a remolque del Atl¨¦tico la dieron los marcajes en el centro del campo, pues se impusieron los pares que quiso el equipo rojiblanco. Aunque Land¨¢buru comenz¨® vigilando a Leal y Mariano a Guzm¨¢n, como ¨¦ste sali¨® a anular al cerebro rayista -y lo consigui¨®- acabaron junt¨¢ndose, mientras Mariano pasaba con Leal. La ¨²nica pareja fija desde el principio fue Ferm¨ªn-Robi y precisamente en la ¨²nica que llev¨® ventaja el Rayo. El ex madridista movi¨® bien el bal¨®n para dirigir a su equipo, pero fue una especie de oasis en el desierto de nulidades que le rode¨®. La defensa -Anero y Rocamora- no sujet¨® bien tampoco a Leivinha y Ayala -que ya es decir- y el ataque ni tuvo extremos ni un Clar¨¦s suficientemente compenetrado o movible como para ofrecer peligro. Unicamente Alvarito destac¨® levemente en la segunda parte.
Ante este desbarajuste local, el Atl¨¦tico puso orden y, sobre todo, rapidez al desplegarse al contraataque. Incluso hubo momentos de tener cinco atacantes contra cuatro defensores. Tras el descanso, cuando el Rayo atac¨® m¨¢s, por su rapidez, no se achic¨® y acab¨® encontrando el justo fruto del tercer tanto.
Curiosamente, el Rayo tuvo dos ocasiones en la primera parte similares a los dos goles atl¨¦ticos, pero hubiese sido injusto que las aprovechara. No jug¨® para ello. Land¨¢buru estrell¨® una falta como la de Robi en el larguero y Clar¨¦s no pudo batir por bajo, como Rub¨¦n Cano, a un entonado Navarro, que desvi¨® con el pie. Algunos apuros rojiblancos vinieron tambi¨¦n por la excesiva, lentitud de Marcial en su puesto de libre, s¨®lo subsanada por el aplomo del resto de la defensa, en la que ¨²nicamente desenton¨® Cap¨®n en algunos momentos.
S¨®lo el miedo arbitral, en los momentos que atacaba el Rayo en busca del empate, a se?alar un penalti de Anero a Leivinha para no echarse al p¨²blico encima, impidi¨® que el Atl¨¦tico marcara antes su tercer gol. Despu¨¦s lo puso peor al compensar no pitando otro de Robi a Clar¨¦s, con 1-3 ya en el marcador. El Rayo, en su desesperado ataque, pudo marcar, por medio de Alvarito (otra vez) y de Marian, pero Rub¨¦n Cano, en dos ocasiones, y Leal, obligaron a Hierro a hacer mucho m¨¢s a¨²n de ¨¢ngel salvador. Los descuidos defensivos volv¨ªan a ser alarmantes, pese a centrarse un poco m¨¢s de l¨ªbero Uceda.
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