Un "posibilista" en la silla de Pedro
SI LA elecci¨®n como Papa del cardenal Alberto Luciani, hace menos de dos meses, fue recibida en los medios eclesi¨¢sticos y pol¨ªticos del mundo entero con sorpresa, la designaci¨®n del cardenal Karol Wojtyla, arzobispo de Cracovia, como sucesor del fallecido Juan Pablo I bordea los l¨ªmites de las noticias sensacionalistas. Las probabilidades de que se rompiera esta vez la tradici¨®n que desde 1523 ligaba la figura del Papa con la nacionalidad de los reinos y rep¨²blicas que se unificaron finalmente en la naci¨®n italiana parec¨ªan escasas, y los candidatos con cuyos nombres se especulaba como posibles alteradores de esa multisecular costumbre pertenec¨ªan todos ellos -como el argentino Pironio, el brasile?o Lorscheider, el brit¨¢nico Hume o el holand¨¦s Willebrands- al llamado mundo occidental. De esta forma, la designaci¨®n de Karol Wojtyla no s¨®lo ha puesto fin al monopolio italiano de la sede de San Pedro, sino que, adem¨¢s, ha desplazado insospech adam ente los or¨ªgenes del nuevo Papa a un medio social y pol¨ªtico claramente separado de la comunidad de pa¨ªses gobernados por hombres que se declaran cristianos y donde la influencia de la Iglesia cat¨®lica y de las Iglesias protestantes sobre los Estados, aun no siendo ¨¦stos confesionales, es considerable y entra en los h¨¢bitos admitidos de la vida p¨²blica. Pasa a p¨¢g. 8
Un "posibilista" en la silla de Pedro
(Viene de primera p¨¢gina)
Sin embargo, las naciones y los pueblos tienen una intrahistoria vigorosa y continuada a la que no pueden alterar unas cuantas d¨¦cadas de nuevo r¨¦gimen pol¨ªtico. En el caso de Polonia, la nacionalidad se forj¨® en torno a la defensa del catolicismo como creencia colectiva frente a los pa¨ªses fronterizos que, una y otra vez, invadieron sus territorios y le repartieron su suelo. El poderoso arraigo de la fe cat¨®lica en Polonia se debe en gran parte. a que, al igual que en Irlanda, forma parte de su propia identidad hist¨®rica corno pueblo. El comportamiento de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica durante la segunda guerra mundial y su abierto rechazo de cualquier forma de colaboracionismo con el nazismo alem¨¢n no hizo sino fortalecer esa implantaci¨®n del catolicismo en el alma colectiva polaca.
Por lo dem¨¢s, las relaciones de la Iglesia polaca con el. r¨¦gimen socialista, que fueron muy tensas y dif¨ªciles hasta 1956, durante la ¨¦poca en que se ide¨® la expresi¨®n. ?Iglesia del silencio? fueron mejorando sensiblemente durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas hasta alcanzar un statu quo satisfactorio, si bien no existen relaciones diplom¨¢ticas plenas entre el Vaticano y Varsovia. La libertad de culto se halla garantizada, as¨ª como la libertad de expresi¨®n y de educaci¨®n para los cat¨®licos, seguramente porque las autoridades polacas, tras unas primeras tentativas de imponer por v¨ªas administrativas el agnosticismo y el ate¨ªsmo, entendieron la inutilidad de sus esfuerzos y prefirieron hallar un acomodo pol¨ªtico con la Iglesia.
Es igualmente notable que haya sido el cardenal Wojtyla, y no el cardenal Stefan Wyszynski, el prelado polaco elegido para ocupar la sede vacante del papado. El anciano arzobispo de Varsovia est¨¢ asociado, en la memoria hist¨®rica, a las duras y agrias batallas libradas a finales de los cuarenta y comienzos de los cincuenta contra el Gobierno polaco, de las que sali¨® vencedor, pero que marcaron para siempre su car¨¢cter. En cambio, el arzobispo de Cracovia -la patria de Cop¨¦rnico- pertenece, a una generaci¨®n posterior que acept¨® el hecho de la coexistencia pac¨ªfica entre el Estado socialista y la Iglesia y la plausibilidad de que el nuevo r¨¦gimen econ¨®mico y social persista en el tiempo. El cardenal Wojtyla ha sido calificado como un ?posibilista? en el terreno pol¨ªtico, que ha admitido como un dato inmodificable de la situaci¨®n la legislaci¨®n laica sobre r¨¦gimen matrimonial y control de la natalidad promulgada por el Estado polaco, aun consider¨¢ndola inadecuada para los creyentes. Al tiempo que ha luchado por mantener o ampliar el campo de libertad para la actuaci¨®n de la Iglesia en los asuntos espec¨ªficos de la fe, ha dado en varias ocasiones apoyo p¨²blico a reivindicaciones econ¨®micas de los trabajadores. En el terreno doctrinal, algunos curriculums hacen referencia a sus simpat¨ªas por el Opus Dei y a su conservadurismo teol¨®gico; otros, en cambio, resaltan sus vinculaciones con el movimiento creado en torno a la revista Znak, en el quejuegan un destacado papel cat¨®licos afines con el pensamiento del personalismo de Mounier y de la revista Esprit.
Otra nota singular del cardenal Wojtyla es su car¨¢cter de arzobispo residente en Polonia. Sus vinculaciones con la curia romana no son, por tanto, grandes.
La elecci¨®n de Juan Pablo II plantea dos expectativas de enorme inter¨¦s en lo que se reficre a las relaciones de la Iglesia cat¨®lica con el mundo pol¨ªtico contempor¨¢neo. De un lado, la enorme presencia del Vaticano en la vida pol¨ªtica italiana, tanto por sus conexiones con la Demo cracia Cristiana como por la autoridad de los anteriores pont¨ªfices en las cuestiones temporales del pa¨ªs del que fueron ciudadanos, quedar¨¢ reducida por la nacionalidad polaca del nuevo Papa, si bien la curia puede retener instrumentos de poder suficientes para mantenerla. De otro lado la designaci¨®n del cardenal Wojtyla puede entenderse como un paso m¨¢s en la estrategia de la Iglesia cat¨®lica para orientarse hac¨ªa un futuro en el que las formationes sociales posteapitalistas coexistir¨¢n probablemente con los pa¨ªses que se rigen por el sistema de econom¨ªa de mercado y que se sit¨²an en las viejas tradiciones culturales y pol¨ªticas de Occidente.
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