Contra la LEy del deporte
Es f¨¢cil e incluso demag¨®gico afirmar, como lo hace Juan Jos¨¦ Paradinas en su art¨ªculo del 12 de este mes en EL PA?S, que ?los partidos pol¨ªticos no tienen inter¨¦s por el deporte?, que ?la Constituci¨®n apenas se preocupa del deporte? y que ?goza de la mayor ignorancia y olvido de los pol¨ªticos?. En primer lugar quisiera decir que los hombres del deporte que protestaron en el Parlamento no son los aut¨¦nticos representantes del deporte tal y como se entiende en Europa. Porque todo el mundo puede saber que el ¨®rgano rector del deporte, el Consejo Superior de Deportes y sus ac¨®litos, funcionarios sumisos y algunos presidentes de federaciones agradecidos, componen la estructura m¨¢s antidemocr¨¢tica de los aparatos de la Administraci¨®n central.
Los argumentos podr¨ªan ser varios, el primero consiste en que son los herederos directos de las funciones deportivas de la extinta Secretar¨ªa General del Movimiento, pero esto ser¨ªa generalizar, aunque reafirma la falta de legitimidad democr¨¢tica no s¨®lo por su origen, sino porque mal representan a un escaso sector del deporte que es al que ordena, dirige y compite federalmente.
Es de extra?ar que EL PA?S, o uno de sus redactores, haya hecho cuerpo con unas declaraciones que no son m¨¢s que un intento de desprestigiar a los partidos pol¨ªticos, organizaciones por donde ha de pasar inexorablemente la Espa?a democr¨¢tica, mostrando una posici¨®n encubierta de apoy¨® a Benito Castej¨®n, a su ley del Deporte y a la permanencia en sus puestos de sus seguidores.
La gran suerte del deporte espa?ol y la educaci¨®n f¨ªsica, ser¨ªa que la ?ley Castej¨®n? no pasara los primeros obst¨¢culos, porque entiendo que dicha ley no hace sino consolidar una estructura de privilegios desfasada, encumbrar a un hombre cuyas muestras de inoperancia y de imposibilidad de cambios estructurales es clara, mantener el dominio del Consejo Superior de Deportes sobre las Federaciones, el comit¨¦ ol¨ªmpico y los clubs deportivos, y, c¨®mo no, provocar la ascensi¨®n del se?or Castej¨®n a secretario de Estado.
Al margen de las posibilidades de ¨¦xito, que no las deseo, de la ley General del Deporte, quisiera que EL PA?S entendiera que despu¨¦s de haber tenido ocasi¨®n de profundizar en el texto de la ley no cabe otra soluci¨®n m¨¢s que esperar a la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, propiciar un cambio de la estructura org¨¢nica del deporte, establecer las competencias y transferirlas a los entes auton¨®micos, extender la concepci¨®n que recoge la ?Carta Europea del Deporte?, que se firm¨® en 1965, democratizar las federaciones, coordinar las competencias de los diferentes departamentos y conseguir de esta forma que, mediante la ampliaci¨®n de la base de la pir¨¢mide de deportistas, obtengamos una c¨²spide mayor, que son las dos metas que debemos conseguir para el deporte espa?ol.
Es obvio afirmar que para esta tarea no est¨¢n capacitados los actuales responsables del deporte, y que la postura m¨¢s coherente de los partidos pol¨ªticos es precisamente la preparaci¨®n de esa reforma estructural que posibilite la transformaci¨®n que todos los ciudadanos deseamos.
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