Contin¨²an las diferencias, entre Londres y Bonn sobre la unidad monetaria europea
Tras dos d¨ªas de conversaciones entre el premier brit¨¢nico, James Callaghan, y su colega alem¨¢n, Helmut Schmidt, no parece que ambos hayan, progresado sensiblemente en la resoluci¨®n del problema que representa la vacilaci¨®n de Londres en cuanto a incorporarse a la nueva serpiente monetaria que, seg¨²n el canciller germano, ?en cualquier caso? se constituir¨¢ en enero pr¨®ximo. La misma actitud remisa de Callaghan ha caracterizado tambi¨¦n las conversaciones paralelas de sus ministros de Hacienda, Denis Healey; de Comercio, Edmund Dell, y de Agricultura, John Silkin, con sus respectivos colegas alemanes.
Seg¨²n el premier brit¨¢nico, en Londres se comprende el inter¨¦s que existe en incorporar a Gran Breta?a a la nueva alianza monetaria, y Londres har¨¢ todo lo posible por facilitar esta incorporaci¨®n. Aunque el premier brit¨¢nico fue muy escueto ante los in formadores, es sabido que no se han resuelto las reservas anteriores de Callaghan: ¨¦ste recela de la condici¨®n que deber¨¢n cumplir todos los aliados de la nueva ?serpiente? en cuanto a que todos los bancos nacionales tendr¨¢n que intervenir con sus dep¨®sitos cuando los cambios monetarios de sus respectivas monedas tiendan a desajustarse. Con esta medida, acordada en la cumbre de Bremen, Alemania Federal quiere evitarse el tener que jugar en solitario, como hasta ahora y todav¨ªa hoy, el papel de puntal de las monedas europeas contra la especulaci¨®n del d¨®lar. Por otra parte, James Callaghan no ha ocultado, ni ahora ni antes, su recelo respecto al eje Bonn-Par¨ªs, que antes de Bremen ya hab¨ªa elaborado un esquema de reforma monetaria en cuya elaboraci¨®n no tomaron parte activa, sino s¨®lo consultiva y muy tard¨ªamente, los pa¨ªses menores de las Comunidades Europeas.El parco resultado de los dos d¨ªas de negociaciones en Bonn parece dar a entender que los alemanes no han sido, a los ojos de -los brit¨¢nicos, suficientemente generosos a la hora de ofrecer compensaciones. En este sentido, el canciller Schmidt se ha fijado una posici¨®n el¨¢stica: no es necesario en principio que los brit¨¢nicos decidan en favor de su incorporaci¨®n al fondo monetario de nuevo cu?o antes del primero de enero pr¨®ximo. De todas formas, Schmidt conf¨ªa en que, antes de la sesi¨®n del Consejo de Europa, que presidir¨¢ el jefe del Gobierno alem¨¢n, en diciembre, haya una nueva ocasi¨®n de encuentro entre Callaghan y ¨¦l, y quiz¨¢ en esta reuni¨®n puedan establecerse, al menos, las condiciones para que Gran Breta?a est¨¦ en el Club Monetario Europeo sin estarlo a¨²n plenamente.
Los recelos brit¨¢nicos se centran sobre todo en la excesiva supeditaci¨®n de 4a nueva unidad monetaria europea (ECU) a la evoluci¨®n del marco germano. Callaghan estar¨ªa dispuesto -as¨ª lo manifest¨® en Bremen-, gin embargo, a aceptar las condiciones del eje francoalem¨¢n, a cambio de determinadas compensaciones en el ¨¢mbito comunitario. Es en este punto en el que el canciller Schmidt no parece haya estado convincente. En cualquier caso, la.posici¨®n debilitada del premier laborista en su propio pa¨ªs ha contribuido tambi¨¦n a dificultar la consecuci¨®n de un acuerdo concreto en las conversaciones. Esta debilidad pol¨ªtica habr¨¢ limitado, sin duda, a Callaghan, en sus posibilidades de negociar con su colega germano y no parece que en el pr¨®ximo encuentro la situaci¨®n pueda haber variado.
En los pr¨®ximos d¨ªas, el canciller Schmidt se entrevistar¨¢ en S¨ªena con el primer ministro italiano Giulio Andreotti, con el fin de atraerle incondicionalmente a la idea de la ?unidad monetaria europea? sobre la base del documento final de Bremen. A primeros de diciembre, el canciller se encon, trar¨¢ tambi¨¦n, con el mismo fin, con el jefe del Gobierno holand¨¦s, Andries van Agt.
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