N¨¦lida Pi?¨®n: "Quebrar la l¨®gica es romper el sistema"
Entrevista con la autora brasile?a de "Tebas de mi coraz¨®n"
Tebas de mi coraz¨®n es la novela de la brasile?a N¨¦lida Pi?¨®n reci¨¦n traducida para Alfaguara y que hoy presenta Mario Vargas Llosa. En Tebas de mi coraz¨®n hay una propuesta de destrucci¨®n de la l¨®gica, es decir, de destrucci¨®n de lo que la autora considera una firme estructura del poder, del sistema.
?Cada vez que existe un pueblo con una historia que contar a otro, con una historia distinta, tiene que tener una l¨®gica diferente: si no, no cuenta su historia, sino la del otro?, dice N¨¦lida Pi?¨®n. ?Yo vengo de un continente que no puede ver el mundo como Europa. Desde peque?os, los tama?os de las cosas, su modo de ser, nos obligan a ver la realidad con otra dimensi¨®n. Es una fatalidad. En el caso de Brasil una cultura sincr¨¦tica de tantas y tantas distintas -est¨¢n los negros y sus rituales, que son consagraci¨®n de los sentidos-, evidentemente, la l¨®gica cartesiana no sirve.?La propuesta fundamental en la obra de N¨¦lida Pi?¨®n para, naturalmente, por su trabajo sobre el lenguaje y la estructura de la novela: ?Cada escritor tiene un mundo que le es propio, y con ¨¦l, inseparable, su lenguaje. Yo siento como tarea propia describir esas generalidades inasibles, esas reafidades invulnerables que han de volverse, escritas, en perfectamente asibles y vulnerables. Para ello intento un lenguaje vertical que trabaje en muchos niveles.?
?Cuando rompo la sintaxis -sigue N¨¦lida Pi?¨®n- rompo tambi¨¦n el pensamiento. Y ¨¦se es mi intento: quebrar la l¨®gica en la medida en que est¨¢ al servicio del sistema. Romper la falacia ideol¨®gica: la l¨®gica actual occidental est¨¢ al servicio de muy pocos, simulando que lo est¨¢ al de todos.?
?He notado tambi¨¦n hasta qu¨¦ punto padecemos la fragmentaci¨®n mental impuesta, las no menos impuestas convenciones sobre las que se basa el naturalismo, el realismo. Y, en realidad, no sabemos d¨®nde est¨¢ nuestra frontera personal, d¨®nde est¨¢ la realidad tampoco.?
?Yo radicalizo. Por un lado -sigue N¨¦lida Pi?¨®n-, mis personajes son incluso estrafalarios. Hay uno que camina treinta cent¨ªmetros por encima del suelo, otro ha sido educado para ser un perfecto despistado, y no es la primera vez -ha ocurrido, especialmente, en otra novela- que me enfrento yo misma, N¨¦lida, con ellos, y tienen que elegir entre su existencia y su libertad ...; como adem¨¢s son muy vanidosos, no les importa que yo est¨¦ de voyeur, con tal que cuente su historia.?
?Pero hay m¨¢s: hay el tratamiento de la ciudad, Tebas-no-Tebas, el sitio donde, a diferencia de la ciudad griega en que conflu¨ªan las pasiones irresueltas, en que sucedieron las grandes tragedias que pasan a diario (Edipo), no sucede nada de esto. Y hay el tiempo, porque la novela transcurre sin ninguna muleta, toda de un tir¨®n, sujeta a su propio tiemno: si yo tengo memoria para crear la memoria del hombre, el hombre que me lee tiene que tener la misma memoria que yo.?
?Para m¨ª, la intuici¨®n es el elemento sagrado de la creaci¨®n, el que permite, de un golpe, la entrada en el conocimiento de lo imponderable. Es decir, la entrada de un orden nuevo.? ?Puede -sigue N¨¦lida Pi?¨®n- hablarse de fantas¨ªa, porque la alternativa est¨¢ ah¨ª, en la imaginaci¨®n. Curiosamente, la fantas¨ªa est¨¢ r¨¦legada al mundo de los ni?os o al de la mujer, porque son mundos desvalorizados, cuando la realidad es lo m¨¢s coherente con lo irreal... Claro,que hablamos precisamente de romper los l¨ªmites de lo llamado real. De esa lenta historia del hombre por romper las compuertas puestas a su relaci¨®n con el mundo.?
Se puede constatar que estos asaltos a la raz¨®n y, al mismo tiempo, est¨¢s producciones literarias y art¨ªsticas de vanguardia, se dan precisamente en los pa¨ªses subdesarrollados, donde una visi¨®n mec¨¢nica de la producci¨®n cultural s¨®lo podr¨ªa conceder productos colonizados y, posiblemente, atrasados, pero donde, parad¨®jicamente, la creaci¨®n va muy por delante del propio cuerpo social. Sobre, esto explica la novelista brasile?a: ?En el siglo XIX, en Brasil, escrib¨ªa el que tal vez fue el m¨¢s importante escritor de Am¨¦rica Latina, Machado de As¨ªs. Ahora bien: lo que yo conozco de Brasil es incompatible con su obra, o mejor: la realidad a¨²n no ha sido contada. Los pa¨ªses subdesarrollados tienen siempre conexi¨®n con Europa, con los modelos europeos, que, evidentemente, confrontamos con nuestra realidad, y no cabe en ellos. Aunque somos especie de antrop¨®fagos, nos hemos quedado s¨®lo con la gordura suficiente para aguantar el invierno. El resto se devuelve, y el resultado es mucho m¨¢s... descontractado. Nuestra lengua -hablo del brasile?o- no tiene frack ni ning¨²n traje. Hay una conciencia aguda de que debemos contar nuestra historia todav¨ªa no contada, y que debe ser a nuestra manera. S¨®lo ¨¦sta podr¨¢ ser la realidad que nos represente.?
?Naturalmente, estamos en el coraz¨®n de la contradicci¨®n, y la contradicci¨®n es un alimento que, o genera o te degenera. No tenemos, por ejemplo, tanto miedo a lo melodram¨¢tico -vea el t¨ªtulo de mi novela- porque tambi¨¦n nos conmueve la cursiler¨ªa de nuestra gente. Y luego est¨¢ la pasi¨®n: mi trabajo es provocar la pasi¨®n ajena, desde el mismo lenguaje erotizado. Yo puedo hacer sentir a alguien que vivi¨® algo sin darse cuenta. En este sentido, la escritura confiere existencia, la prolonga. No conozco otra manera de fijar la historia, la realidad humana, que no sea la palabra y su superficie luminosa.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.