El Congreso se divierte
Yo no quer¨ªa hablar del Congreso de UCD. Yo no quer¨ªa hablar de esto. Escrib¨ª mi ¨²ltimo art¨ªculo, en pleno festival del partido gubernamental, y hablaba tan s¨®lo del oto?o, del campo y de las flores. Pero acaban de matar a dos guardias m¨¢s y aunque ya no es, ay, noticia, ?Venid a ver la sangre por las calles, venid a ver la sangre por las calles,/ venid a ver la sangre por las calles. ?No puedo, sin caer en una cobard¨ªa indigna, rehuir el tema. S¨¦ que la sangre de que hablaba Neruda era otra muy distinta, pero s¨¦ tambi¨¦n que la sangre tiene el mismo color y huele siempre igual.
Parece que la muerte da pocos votos, pues en los congresos de estos sindicatos de intereses que son algunos partidos pol¨ªticos nadie se molesta en hablar de ella. Los congresos triunfalistas, ser¨¢n tan s¨®lo para los vivos que ocupados en subir la cuca?a incesantemente no osan hablar de los muertos? Los victorianos colocaban unos taparrabos a las esculturas cl¨¢sicas para que no mostraran su desnudez. Mas cerca a¨²n, durante el franquismo, el padre de alg¨²n conspicuo dem¨®crata de toda la vida colocaba mordazas a los escritores y prohib¨ªa el uso de las palabras muslo, pechos o sost¨¦n por su enorme contenido er¨®tico y, por tanto, perverso y desmoralizador. La cruzada por la castidad emprendida por ese personaje, nuevo Godofredo de Bouillon del franquismo, dio, al parecer, espectaculares resultados, pues, seg¨²n asegur¨® el propio se?or Arias Salgado en un Conscio de Ministros, desde la puesta en marcha de su plan represivo los pecados mortales hab¨ªan decrecido en un 40 %. Y, lo que era m¨¢s importante, el n¨²mero de espa?oles que, gracias a ¨¦l, entraban en la gloria eterna hab¨ªa aumentado en un 60%, seg¨²n los te¨®logos hispanos, y en un 35,42%, seg¨²n los te¨®logos alemanes, que trabajaban ya entonces con computadoras y pose¨ªan una t¨¦cnica m¨¢s avanzada.
No se trata ahora de esconder desnudeces o poner mordazas: el ¨¢mbito es m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Se trata de ocultar la muerte. Veintitr¨¦s ata¨²des tan s¨®lo en lo que va de a?o, si es que no aumentan mientras estas l¨ªneas viajan de la linotipia al quiosco. Veintitr¨¦s ata¨²des de agentes de la fuerza p¨²blica asesinados, a un promedio de uno cada doce d¨ªas. Las estad¨ªsticas s¨®lo son fr¨ªas para los fr¨ªos y para quienes carecen de imaginaci¨®n. A los dem¨¢s nos queman en las manos, nos oprimen el pecho, nos salen a borbotones por la garganta, nos reabren las heridas. Y nos ponen en el rostro una rid¨ªcula expresi¨®n porque lloramos por dentro de rabia, de impotencia, de, indignaci¨®n, y de una tristeza infinita.
En su reciente libro L'a beille et l'architecte, escrito en una prosa magn¨ªfica, Fran?ois Mitterrand afirma que la sinceridad en las intenciones de conseguir una democracia pol¨ªtica se nota en la manera con que el poder utiliza los medios audiovisuales de que dispone. Ser¨¢ preciso recordar aqu¨ª la tortura a que hemos sido sometidos los espa?oles durante la celebraci¨®n del congreso del partido gubernamental? ?Se atrever¨¢ a negar alguien el partidismo, el nepotismo, la amplitud de los reportajes propagand¨ªsticos en contraste con otros sucesos de mayor importancia? Claro es que millones de im¨¢genes en la televisi¨®n no compensan el vac¨ªo de una pol¨ªtica. Por eso el congreso de UCD me ha parecido pol¨ªticamente un no suceso, como si se tratara del congreso de unos grandes almacenes o de la elecci¨®n de miss Espa?a. ?Ha despejado alguna inc¨®gnita? ?Ha aclarado a d¨®nde vamos, a d¨®nde se nos quiere conducir? Todo sigue en la penumbra, coci¨¦ndose el pastel entre bastidores, aumentando el divorcio entre la Espa?a oficial y la Espa?a real.
Evidentemente, las gentes sin ideolog¨ªa ni principios acaban siendo absorbidas por el poder. Es la oportunidad de quienes carecen de ideales o de talento. Porque una democracia puede conseguir muchas cosas, pero no puede hacer inteligente a un imb¨¦cil ni convertir a un granuja en una persona decente. Los enchufes, los cargos y la creaci¨®n de nuevos enchufes y nuevos cargos est¨¢n a la orden del d¨ªa: hay quien cobra a tres y cuatro carrillos. El triunfalismo y el oportunismo van en aumento. Para convencer a los adversarios pol¨ªticos no se utilizan argumentos, sino tan s¨®lo amenazas o prebendas. El tono de alg¨²n orador en el congreso, insistenternente repetidas sus intervenciones por television, era provocador y agresivo: produc¨ªa escalofr¨ªos, pues recordaba inevitablemente, al franquismo. Alguien, con descarado eufememismo, le ha llamado vibrante para evitar la palabra fascista, su tono desagradable iba acompa?ado de un visible agarrotamiento y de una gesticulaci¨®n manual mon¨®tona y horteril. En realidad. los social-dem¨®cratas de nuevo cu?o que mojan el dedo para ver por d¨®nde sopla el viento suelen ser unos social-horteras impresionados por unas encuestas y estad¨ªsticas que ellos mismos encargan o fabrican. Y en cuanto al viento de la historia.... ?cu¨¢ntos cr¨ªmenes se han cometido en nombre de la historia!
Esos se?ores debieran pensar que el respeto a la vida humana que induce al Gobierno y al Parlamento a la supresi¨®n de la pena de muerte debe, adem¨¢s de beneficiar a los asesinos, existir tambi¨¦n para los defensores del orden p¨²blico, cuya vida vale, sin duda, tanto o m¨¢s que la de aqu¨¦llos. ?Acaso no piensan as¨ª la mayor¨ªa de afiliados de UCD y la casi totalidad de sus votantes?
La c¨®lera sin energ¨ªa es rid¨ªcula. Es dar una patada a la mesa y torcerse el pie o pretender lanzar un plato a la cabeza de alguien y cortarse la mano. Basta ya, pues, de palabras huecas y protestas vanas. ?No toleraremos?, y toleramos. ?No admitiremos?, y admitimos. Si quienes mandan no pueden cortar la constante hemorragia, que se vayan, en lugar de humillarse constantemente para que les perdonen un pasado del que se averg¨¹enzan ahora. Y que dejen ya, entre par¨¦ntesis, de escuchar las conversaciones telef¨®nicas de la gente decente, menester que les apasiona m¨¢s que la reactivaci¨®n econ¨®mica, el mantenimiento del orden p¨²blico o la soluci¨®n del problema vasco. Abdul-Hamitt II, sult¨¢n de Turqu¨ªa. se opuso siempre a la instalaci¨®n del tel¨¦fono en Constantinopla, porque tem¨ªa que se utilizase para conspirar contra ¨¦l: lo que no fue ¨®bice para que. sin tel¨¦fono, fuera depuesto por los j¨®venes turcos.
De manera parecida el Gobierno -una parte del Gobierno- preocupado por transigir y pactar para que no le obliguen a ir a unas elecciones generales y perder el puesto, quiere hurtarnos la muerte, quiere quit¨¢rnosla de nuestra vista. Mitterrand nos habla de un cat¨¢logo publicitario que asemeja tal proceder. La casa R.. especialista en pompas f¨²nebres, ofrece sus servicios. En primer lugar, un veh¨ªculo especial sin ninguna apariencia funeraria, con dos camilleros en blusa blanca vendr¨¢ a buscarnos all¨ª donde la muerte nos alcance y nos conducir¨¢ a una casa elegante cuyos salones estar¨¢n climatizados. Una azafata atender¨¢ a los visitantes y les ofrecer¨¢ refrescos y bebidas calientes. En un decorado lujoso -y acogedor s¨®lo habr¨¢ un mueble ins¨®lito: el ataud, aunque estar¨¢ disimulado entre cortinas de terciopelo. Apoyado en unos almohadones, el rostro maquillado, los labios y las mejillas con carm¨ªn, los huecos rellenados con algod¨®n y las hinchazones cuidadosamente aplastadas, el muerto recibe. Unos fuelles simular¨¢n el ruido de la respiraci¨®n, mientras unas c¨¢maras cinematogr¨¢ficas ir¨¢n filmando desde distintos ¨¢ngulos estas ¨²ltimas im¨¢genes. La muerte no existe, pues todas las trazas de ella han desaparecido.
En el fondo, ?no es lo que hace el poder con los polic¨ªas muertos? Es la misma negativa a encararse con la muerte. Pero los veintitr¨¦s muertos ah¨ª est¨¢n. Sus allegados podr¨ªan repetir lo que respond¨ªa el torero Costillares al actor Isidro Ma¨ªquez. quien le gritaba que se acercara m¨¢s al toro: ?Se?or Ma¨ªquez, se?or Ma¨ªquez, que esto no es el teatro, que aqu¨ª se muere de veras.?
S¨ª. Aqu¨ª se muere de veras.
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