La lengua del Imperio
Andan las demagogias bobas, las xenofobias, las fobias simplemente, los t¨®picos de izquierdas -?de izquierdas?- reuniendo picas contra la lengua del Imperio, el castellano/ aragon¨¦s, la opresora lengua que al parecer luci¨® por primera vez -lengua de fuego inquisitorial sobre la cabeza de Franco y sus generales, ap¨®stoles de un Cristo de provincias, quiz¨¢ el de las clarisas.Bullen pancartas, esl¨®ganes, ling¨¹ismos, contra la as¨ª llamada lengua del Imperio, desde una periferia rica en idiomas y cultivos, rica en palabras y pescados, rica en dialectos y metales, y he aqu¨ª que en todo este cirio contra el deteriorado lat¨ªn que llamamos castellano (como una hoguera de hombres contra una ermita pura e indefensa), he aqu¨ª, digo, que sale un pobre mendigo del idioma, un paria de la lengua del Imperio, un andarr¨ªos del idioma (a un r¨ªo le llamaban D¨¢maso), sale D¨¢maso Alonso y nos explica:
-El Estado nos tiene en la indigencia. Necesitamos s¨®lo veinte millones para hacer un diccionario pr¨¢ctico actual del castellano, y llevamos un a?o esperando. Somos pobres.
La lengua del Imperio, la robadora lengua que ha arrasado comarcas a otro idioma, que ha sembrado la ciza?a de sus preposiciones entre la flor de otros lenguajes peninsulares, insulares, continentales, universales, la batalladora lengua del Imperio, que por ah¨ª suponen acu?ada en monedas de oro del Banco de Espa?a de Madrid, amonedada en oro de obispos y se?ores feudales, troquelada a garrote vil, la lengua del Imperio, que dicen los demagogos y puericantores de otras lenguas, madres o hijas de ¨¦sta, la lengua del Imperio no tiene un duro ni el Estado se lo da ni se lo presta.
Parece, como digo, que el castellano no naci¨® en Suso ni en Siso, ni en San Mill¨¢n de la Cogolla, sino que naci¨® con Franco, entre moros y regulares, en el barco que, tra¨ªa a la pen¨ªnsula la invasi¨®n oscura de otra raza a sueldo:
-El moro que muera matando en Espa?a, resucitar¨¢ glorioso en Africa.
Don Agust¨ªn de Fox¨¢, conde de Fox¨¢, lo dec¨ªa a¨²n m¨¢s bonito y en verso:
-Que el fusil me lo da Franco, y con el fusil su palabra.
Era el morito armado hasta los dientes que le faltaban, romanceando en castellano y buscando las casas de lenocinio de mi Valladolid de entonces.
Qu¨¦ le vamos a hacer. Son trescientos millones de castellano parlantes, como ha recordado D¨¢maso, que no es purista y le da entrada a todo -americanismos, extranjerismos en su zurr¨®n de pobre del Imperio. Trescientos millones y Juan Mars¨¦ hablando y escribiendo en castellano. Mas ahora parece que Espa?a, Catalu?a, Vasconia, Andaluc¨ªa, Asturias, Valencia, no las abrasaron las bombas benditas de Franco, sino los verbos y los versos de Berceo.
Parece que de lo que hay que curarse no es de la dictadura, sino de la gram¨¢tica.
Nos han puesto el castellano manos arriba. El otro d¨ªa hablaba yo aqu¨ª de la imposici¨®n progre del biling¨¹ismo, explicando mi alternativa cheli. Tambi¨¦n me he permitido reproducir una frase del gran Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, en paseata de ambos por Barcelona:
-Ahora est¨¢n descubriendo que el catal¨¢n es, en buena medida, la lengua de la burgues¨ªa.
Quer¨ªa decir y dice el sabio, poeta y cristiano (tres cosas que parecen ya incompatibles entre s¨ª, y que s¨®lo ¨¦l puede armonizar) que Catalu?a est¨¢ llena de mano de obra espa?ola, que por las extensiones de los pobres florecen los acentos mil del castellano geogr¨¢fico y proletario. He recibido cartas contra eso, alguna hasta neg¨¢ndome que Valverde haya podido decir tal cosa. Juan Mars¨¦, chorizo y charnego, escribe un castellano gozosamente impuro de andalucismos y catalanismos, como anota Ram¨®n Buckley. La lengua del Imperio, la ominosa lengua castellana, que hizo una guerra civil y no lo sab¨ªa, que por lo visto ha taladrado ni?os con sus verbos, ha asesinado maestros con sus predicados, ha incendiado pajares y doncellas con sus cl¨¢sicos, teas encendidas y furiosas seg¨²n los demagogos del instante, es una lengua pobre, sin Imperio, que pide unos milloncejos de limosna, por su mendigo mayor y venerable, y no le dan la limosna, cuando, tanto se est¨¢ malderrochando en autonom¨ªas y plurilinguos. Mala lengua, la lengua del Imperio.
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