Andr¨¦s Fraguas
Ese esquinazo de la ma?ana, a vista casi del cementerio, esquinazo al Este de la ciudad, cl¨ªnica clara, y la callada expectaci¨®n -grumos de luz, grupos de sol- en que una sangre joven, no vista, expresada en flores rojas, eludida en flores blancas, se cuaja, va cuajando, sabemos que se est¨¢ cuajando, que se est¨¢ secando, como cristal o crimen, a mediod¨ªa. La cl¨ªnica, misteriosamente, se ha quedado sin luz y sin agua.Me lo dice una vecina del barrio buena lectora de peri¨®dicos, mujer del pueblo:
-La cl¨ªnica, oiga, se ha quedado sin luz y sin agua.
Entre las barbas amistosas (aqu¨ª se ve bien lo que toda barba tiene de duelo), entre los profesionales. los obreros, los amigos, los curiosos, entre las gentes de la ma?ana, grupos de insolencia y desaf¨ªo, carteles de un matonismo c¨ªnico y madrugador. ?Por qu¨¦ esta veta loca de espa?oles entre los espa?oles, campo abierto de hombres y futuro?
El abrazo casi maternal de Juby Bustamante. Cebri¨¢n, que va tan sonriente a los pleitos, al peligro, viene hoy de gafas negras, serio, serio, y me duele la seriedad de este hombre, ni?o al que su precocidad est¨¢ poniendo a prueba de asesinos. M¨¢ximo, con las palabras medidas y la cazadora cordial de la amistad. Alguien grita en la ma?ana, a¨ªguien sufre en la ma?ana, una mujer, un hombre, una hermana, una madre.
Jes¨²s Hermida, reci¨¦n derribado del mueblecito del televisor, ca¨ªdo de lleno y por su gusto entre la flor sangrienta de los paisanos. En su viejo seiscientos amarillo me llevar¨¢ al cementerio.
-?Te vengaremos por cojones! -grita un obrero joven, golpeando en un coche con el pu?o.
Le reprimen los gritos y las l¨¢grimas, esas l¨¢grimas duras que a veces llora un hombre frente al crimen.
Venimos a enterrar a Andr¨¦s Fraguas. Vamos a enterrar a Andr¨¦s Fraguas. El crimen ha tocado en lo m¨¢s puro y quieto del lago de la raza, en la juventud confiada de Andr¨¦s Fraguas, un chico de Castillo de Bayuela, provincia de Toledo. Un coche, delante de nosotros, lleva una pegatina de Castillo de Bayuela, provincia de Toledo. Debe ser un recorte de peri¨®dico, porque los callados pueblos con castillo no tienen pegatinas.
La Almudena, en la ma?ana primaveral de noviembre, es una fiesta de todas las flores y de todos los santos, de todas las luces, casi como si ayer, anteayer, se hubiera celebrado la romer¨ªa de los muertos, la verbena de San Antonio de los muertos, entre las tumbas y los vivos.
Pero lo que traemos aqu¨ª no es un muerto de oficio. Alguien ha dicho, con la indiferencia shakesperiana de los sepultureros:
-?Andr¨¦s Fraguas? Eso va a nichos.
Ya est¨¢s catalogado, Andr¨¦s, ya est¨¢s archivado en la blanca burocracia de la muerte. Pero lo que traemos aqu¨ª es el cad¨¢ver doncel -el doncel de Bavuela-, ileso de culturas -Y pol¨ªticas. con fe s¨®lo en su pueblo, su pueblo, la luz con el tiempo dentro, porque el espa?ol es de pueblo, fundamentalmente, y ya est¨¢ visto que ni la Constituci¨®n, ni la democracia, ni los pactos, ni la izquierda, ni la derecha van a salvar del crimen legendario, casi b¨ªblico, eterno crimen de Espa?a, a lo m¨¢s puro, joven, hortelano y sencillo de la raza: Andr¨¦s Fraguas, sensato como un huerto, que miraba su vida como una hect¨¢rea, ni m¨¢s all¨¢ ni m¨¢s ac¨¢. Entrecejo poblado, mirada tranquila, boca triste, y el hoyo de los pac¨ªficos en la barbilla. Qu¨¦ ungido de infancia por ese hoyo.
Quieren enredarnos en el crimen para implantar la Espa?a fanfarrona. De la masa blanca del cementerio, donde el sol del mediod¨ªa se desvenda como una vieja momia, viene la masa negra del entierro, un luto masculino y un¨¢nime. Sacrificando a un inocente han malherido al pueblo en lo m¨¢s puro. Traigo, de vuelta a Madrid, una insolaci¨®n no de sol, sino de crimen.
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