La legitimidad
(Ex ministro de Trabajo)Parece que el se?or Fraga Iribarne calific¨® de ?esc¨¢ndalo nacional? el esc¨¢ndalo nacional de la retransmisi¨®n televisiva del congreso de UCD. Lo deduzco -pues no tuve noticia en su momento- de la airada r¨¦plica que divulg¨® enseguida la secretaria de Informaci¨®n de ese singular¨ªsimo partido, que se acaba de constituir, pero que lleva diecis¨¦is meses ocupando el Poder. ?El calificativo -dice la nota que comento- carece de legitimidad en ese se?or que jam¨¢s puso tan importante medio de comunicaci¨®n social m¨¢s que al servicio de s¨ª mismo, hasta el punto de ser calificado en el lenguaje popular de "ministro de informaci¨®n de s¨ª mismo", en la ¨¦poca en que tuvo el control absoluto de la Radiotelevisi¨®n Espa?ola.?
Yo no acierto a imaginar las secretas razones por virtud de las cuales el se?or Fraga Iribarne est¨¢ obligado a mantenerse inconmovible en sus actitudes pol¨ªticas de hace diez, o doce, o diecis¨¦is a?os (cuando tantas cosas han cambiado desde entonces), y pueden otros, por el contrario, no ya cambiar, sino incluso hacer del cambio divisa y de lacapacidad de adaptaci¨®n virtud pol¨ªtica primera y principal.
Aparte de que para responder a quien se?ala un abuso conviene demostrar que no tiene raz¨®n, y demuestra indigencia argumental recurrir torpemente al ?m¨¢s abusaba usted?, en el caso concreto de que hablo la amnesia ha jugado una mala pasada a los redactores de la nota o piensan, insolentes,que los amn¨¦sicos somos los dem¨¢s.
Aunque no se discuta la capacidad de trabajo del se?or Fraga, es evidente que para mantener el control absoluto de la Radiotelevisi¨®n Espa?ola necesitaba colaboradores muy celosos, dada su conocida afici¨®n a inaugurar paradores y albergues, que le obligaban a ausentarse con frecuencia del despacho. Entre tales colaboradores, que encabezaba el entonces subsecretario Cabanillas, destaca don Adolfo Su¨¢rez, que en 1965 era director de Programas de Televisi¨®n Espa?ola y en 1967, director de la Primera Cadena, hasta que paso a ocupar la jefatura provincial del Movimiento, de Segovia. Con Fraga colaboraban tambi¨¦n, para que aquel control fuera absoluto, los se?ores Ros¨®n y Sancho Rof, distinguidos pol¨ªticos ucedistas. El ¨²ltimo de los citados fue siempre especialmente celoso en vigilar la ?ortodoxia?, y yo recuerdo muy bien aquella ocasi¨®n en que me oblig¨® a suprimir un p¨¢rrafo de un comentario m¨ªo porque ?en televisi¨®n no se pod¨ªa siquiera admitir la posibilidad de que el caudillo se muriera alg¨²n d¨ªa?.
Con todos estos antecedentes, ?c¨®mo es posible que el partido en que militan ahora todos ellos se haga cuesti¨®n de la legitimidad del se?or Fraga Iribarne para opinar lo que debe ser una televisi¨®n democr¨¢tica?
Como yo no tengo propensi¨®n a atribuir estas cosas pura y simplemente a la desfachatez de quien las hace y siempre trato de encontrar alguna explicaci¨®n honorable, he llegado a la conclusi¨®n de que en UCD hay personas que escriben en nombre de otros o para otros, sin reparar en que el colectivo es muy heterog¨¦neo y que una frase, l¨ªcita desde los presupuestos mentales y pol¨ªticos de quien la acu?a, se reviste de sarcasmo y de impudor cuando la tiene que suscribir o que pronunciar otro. En UCD, en efecto, no todos pueden hablar de ¨¦tica de la misma manera.
Que centristas conocidos por su oposici¨®n al r¨¦gimen anterior exhiban ahora sus antecedentes, sus sacrificios, sus persecuciones, sus confinamientos o sus privaciones de libertad es, naturalmente, respetable y leg¨ªtimo. Que otros que, en prudente silencio, permanecieron extramuros del sistema alardeen ahora de su pureza liberal es no s¨®lo l¨ªcito, sino indispensable para que tenga alguna credibilidad la nueva derecha democr¨¢tica. Pero deben tener un poco de cuidado en las cr¨ªticas y alguna reflexi¨®n en las respuestas a las que ellos reciben. Porque si insisten en estas indagaciones de legitimidad y equiparan la legitimidad a la coherencia entre lo que se dice hoy y lo que se hac¨ªa hace diez a?os se pueden encontrar con que en sus propias filas ucedistas hay m¨¢s de un compa?ero al que pueden alcanzar los proyectiles lanzados contra el adversario.
Y si el autoerigido en l¨ªder de esa variopinta coalici¨®n proclama a televisi¨®n abierta que en UCD no se pregunta a nadie de d¨®nde viene sino a d¨®nde va, bueno ser¨¢ que dejen de ocuparse del pasado de quienes -como el se?or Fraga Iribarne- -podr¨ªan contar an¨¦cdotas sabros¨ªsimas de lo que fueron capaces de hacer por ascender en otros tiempos estos improvisados impartidores de legitimidades.
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