El misterio de la simpat¨ªa
Se produce en el teatro entre otros muchos fen¨®menos misteriosos, este relativamente frecuente de la adhesi¨®n personal del p¨²blico a un actor o una actriz. Ha habido y hay entre nosotros algunos notables y muy conocidos casos. Uno de ellos es el de Jos¨¦ Rubio, actor muy querido del p¨²blico -y de la profesi¨®n- que le juzga con claridad y sin errores, le sit¨²a, le reconoce perfectamente, le quiere y le sigue. Es ?el gran simp¨¢tico?. Una forma de ?presencia? que vale mucho y significa mucho sobre un escenario. Rubio empez¨® una decorosa carrera profesional de cierto empe?o de la que ahora se burla con trist¨ªsimo descaro y se autotransfiri¨® a empresas m¨ªnimas, de ¨¦xito innegable. Mucho p¨²blico le ha seguido en esta degradaci¨®n art¨ªstica y en este ascenso popular y mayoritario. Retira del cartel una comedia de enorme repercusi¨®n y la sustituye por otra empresa de encargo. Ambos t¨ªtulos contienen las palabras ?joven?, ?sinverg¨¹enza?, ?rico? y ?caradura?. As¨ª orientan inequ¨ªvocamente al espectador potencial.Aqu¨ª no hay enga?o. Funciona un mecanismo sabio y viejo. Se trata, naturalmente, del falso ?sinverg¨¹enza? o del falso ?caradura? a quienes recupera Finalmente un trasfondo ¨¦tico que va a favor de los deseos del espectador. Lo dem¨¢s es lo de menos. Cierta acomodaci¨®n de alg¨²n tema con su venilla de actualidad period¨ªstica, una construcci¨®n al ¨ªntegro servicio del protagonista y un acelerado y zumb¨®n di¨¢logo. La obra de Roberto Romero est¨¢ por debajo de cualquier estimaci¨®n de valores teatrales por benevolente que ¨¦sta pueda ser Pero ah¨ª est¨¢ el buen Rubio colocando su gesticulaci¨®n y su sonrisa en cada bache del texto y en cada inanidad del discurso.
Joven, rico y caradura, de Roberto Romero
Director: V¨ªctor Catena. Decorador: Mariano L¨®pez. Int¨¦rpretes: Mar¨ªa Silva, Mar¨ªa Garral¨®n, Mary Delgado, Mercedes Aguirre, Jos¨¦ Rubio, Enrique Ciurana y AIberto Alonso. En el teatro Maravillas.
Hay, tambi¨¦n, una mujer guap¨ªsima, Mar¨ªa Silva, que trata, de dar car¨¢cter a su primario personaje. Hay una chica, Mar¨ªa Garral¨®n, intentando barnizar el t¨®pico de la chachita pueblerina. Hay una actriz muy eficiente, Mar¨ªa Aguirre, que lucha inteligentemente en el marco ahogante de otro t¨®pico del autor. Hay esa precisi¨®n y ligereza de Catena. Y hay, sobre todo ello, el misterio de la simpat¨ªa. Jos¨¦ Rubio, la verdad, es un desastre. Pero, en efecto, cae simp¨¢tico.
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