Ante el proyecto Constitucional
Catedr¨¢tico de Teor¨ªa del Estado y Derecho ConstitucionalLa precisi¨®n y la claridad, como dir¨ªa Ortega y Gasset, son la cortes¨ªa de quien pretende ser un buen profesor, un buen profesional de la pol¨ªtica y, fundamentalmente, un buen intelectual. El proyecto constitucional adolece de precisi¨®n y claridad... Deseo exponer sint¨¦ticamente mi actitud ante el proyecto constituci¨®nal aprobado por ambas C¨¢maras, y habiendo el Senado introducido algunas importantes enmiendas al texto constitucional que en su d¨ªa aprob¨® el Congreso de los Diputados es por lo que -y seg¨²n lo prescribe la ley para la Reforma Pol¨ªtica (Ley Su¨¢rez) se someti¨® a la comisi¨®n mixta integrada paritariamente por miembros de ambas C¨¢maras para llegar a un consenso sobre un mismo proyecto constitucional.
El comportamiento de nuestros pol¨ªticos, constituyentes y de nuestras Cortes -que ha dejado su huella en tal proyecto constitucional- ha adolecido en este primer a?o predemocr¨¢tico (desde el 15 de diciembre de 1978 hasta hoy) de, al menos, estos grandes defectos:
1. Los parlamentarios se han regido en sus actuaciones no por el dictado de ?su? propia conciencia y atendiendo a la voluntad y sentir del cuerpo electoral que los eligi¨®, sino por lo que les dictaba el comit¨¦ del partido al que pertenec¨ªan. ?Habr¨¢ habido alguna excepci¨®n? ¨ªQuiz¨¢! Pero de haberla habido confirmar¨ªa la regla. Los parlamentarios han adoptado la actitud que les ha indicado su partido ,aun a costa de ser contraria a los intereses del sector del pueblo que representan. Y as¨ª, por ejemplo, ante la pregunta que la periodista valenciana R. Ubanell le hizo al senador del PSOE Mart¨ªnez Amutio de ?qu¨¦ papel representar¨¢ el consenso en el debate de la C¨¢mara alta?, el citado senador respondi¨®: ?Creo que el mismo que en la C¨¢mara de Diputados. El tiempo apremia y en el caso del Senado m¨¢s todav¨ªa, pero creo que los senadores, en su mayor¨ªa, seguir¨¢n las l¨ªneas de sus partidos; yo concretamente votar¨¦ lo que me ordene mi partido? (Levante, 9-VIII-78). Ha quedado bien patente cu¨¢l ha sido el comportamiento del Senado durante el tiempo que han durado los debates en torno al proyecto constitucional... En conclusi¨®n, en aras de la ?disciplina de partido? todos -o casi todos- los parlamentarios han votado, como nos dir¨ªa el diputado valenciano se?or Ruiz Ram¨ªrez (PSOE), aun en contra de ?su propia disciplina personal?, posponiendo, pues, los intereses de ?su? cuerpo electoral que les vot¨®.
De lo anteriormente expuesto f¨¢cilmente podemos afirmar que la ?partidocracia? (o abuso o uso indebido por los partidos de los derechos de las Cortes y de las obligaciones de los parlamentarios) ha hecho su aparici¨®n en la joven democracia espa?ola: el desastroso camino pol¨ªtico de la democracia italiana se ha emprendido ya en Espa?a. ?Siempre plagiamos lo malo! ?Por qu¨¦ nuestros legisladores, puestos a plagiar del constitucionalismo extranjero -pues en ¨¦l han entrado a saco- no habr¨¢n plagiado el ordenamiento regional italiano previsto en la Constituci¨®n del 27 de diciembre de 1947?
2. Cualquier semientendido en temas constitucionales advertir¨¢ con una atenta lectura al texto del proyecto constitucional las lagunas, ambig¨¹edades, contradicciones, imprecisiones t¨¦cnicas... que el citado proyecto encierra....., y que saldr¨¢n a la superficie tan pronto entre en vigencia la Constituci¨®n. Estamos convencidos de que de aprobarse el proyecto constitucional tal y como ha salido de la C¨¢mara de los Diputados y del Senado pronto entrar¨¢ en desuso. Ser¨¢ una Constituci¨®n sem¨¢ntica o nominal a sumar a las muchas que Espa?a ha tenido. La futura Constituci¨®n -de aprobarse, insisto, en su actual redacci¨®n- ser¨¢ inviable.
3. M¨¢s a¨²n, tomando el ejemplo alem¨¢n de establecer un poder ejecutivo fuerte se ha desembocado en esta absurda situaci¨®n: para poder provocar una crisis del Gobierno, verbigracia la del Gobierno del se?or Su¨¢rez, se necesita una mayor¨ªa absoluta, pero dudo que lleguen a una unanimidad los partidos de la Oposici¨®n para presentar un sustituto, y si no llegan a este consenso mayoritario ?c¨®mo podr¨¢ gobernar Su¨¢rez, por ejemplo, sin tener mayor¨ªa absoluta en las Cortes? ?Se ha pensado en la disfuncionalidad de este voto de censura constructivo en el marco de un sistema multipartidista en Espa?a?
4. ?Se ha parado mientes, por otro lado, que en materias important¨ªsimas la Constituci¨®n remite su regulaci¨®n a futuras leyes org¨¢nicas? ?Se ha meditado lo suficiente que mientras las futuras Cortes no aprueben dichas leyes org¨¢nicas gran parte de la Constituci¨®n quedar¨¢ en el alero? ?No tendr¨¢n las futuras Cortes un car¨¢cter semiconstituyente que podr¨¢n desvirtuar, a trav¨¦s de las leyes org¨¢nicas, el contenido de la Constituci¨®n? A este respecto ha dicho Juli¨¢n Santamar¨ªa que ?Ia continua remisi¨®n del texto constitucional a futuras leyes org¨¢nicas no s¨®lo convierte a las Cortes en un poder constituyente casi permanente, sino que puede afectar de manera decisiva la validez y efectividad de las prescripciones constitucionales, que en muchas ocasiones no incluyen siquiera los criterios m¨ªnimos a que deber¨¢ atenerse el legislador a la hora de hacer la ley org¨¢nica correspondiente?.
5. Otro ejemplo m¨¢s lo tenemos en la composici¨®n del Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales, que se forma por criterios pol¨ªticos en lugar de por t¨¦cnicos y juristas. De esta manera, y debido al tipo de composici¨®n que tendr¨¢ el citado organismo, las interpretaciones de la Constituci¨®n obedecer¨¢n a criterios pol¨ªticos e ir¨¢n variando seg¨²n el color mayoritario de quienes lo integren. ?Se ha reflexionado sobre la gravedad que encierra el hecho de la politizaci¨®n -por raz¨®n de su composici¨®n- del Tribunal Constitucional? ?Se ha meditado el importante papel que cumple, y que por tal hab¨ªa de ser fundamentalmente as¨¦ptico? En fin, podr¨ªamos hacernos otros interrogantes..., pero el que pueda entender que entienda...
La futura Constituci¨®n no ser¨¢, desde luego, un timbre de gloria para nuestros constituyentes. Nuestra opini¨®n desfavorable al proyecto la hemos expuesto en m¨²ltiples art¨ªculos period¨ªsticos y a ellos me remito. S¨¦ que, por el contrario, las opiniones de los portavoces senatoriales de los grupos parlamentarios m¨¢s importantes (verbigracia A. Jim¨¦nez Blanco, de UCD; F. Ramos, del PSOE; M. Villar Arregui, del PSI; P. Portabella, de la Entesa dels Catalans etc¨¦tera...) son favorables al texto del proyecto. Las ha publicado la prensa.
6. ?Menudo ?pastiche? es el T¨ªtulo VIII del proyecto constitucional espa?ol, que regula las comunidades aut¨®nomas! ?Cu¨¢nto trabajo de orfebre florentino se necesitar¨¢ para explicar y aplicar ese T¨ªtulo VIII ?Cu¨¢nta cola va a traer! Hace agua por todas partes...
Podr¨ªa insistir en otras imprecisiones terminol¨®gicas como, por ejemplo, las existentes entre soberan¨ªa popular y soberan¨ªa nacional, y la confusi¨®n establecida entre la forma de Gobierno y de Estado. Igualmente, los constituyentes han demostrado tener ideas poco cient¨ªficas en la redacci¨®n del art¨ªculo 2, que incluye el t¨¦rmino ?nacionalidades?, que en pura l¨®gica implica que podr¨ªa y deber¨ªa reconocerse el derecho de secesi¨®n y de autodeterminaci¨®n o, en caso contrario, no incluir este t¨¦rmino. Pero ah¨ª est¨¢, y el se?or Arias Salgado dio una definici¨®n ?culturalista? de nacionalidad que nadie entiende y que no sirve para diferenciarla de la de regi¨®n, Por eso he afirmado anteriormente que el T¨ªtulo VIII ser¨¢ de dif¨ªcil interpretaci¨®n.
La teor¨ªa de la pol¨ªtica del consenso
Pero el defecto que mayormente ha caracterizado a la vida pol¨ªtica espa?ola en este a?o ha sido el ?secretismo? con que se han realizado todas las labores pol¨ªticas y constituyentes; tanto el comportamiento del Gobierno como el de los grupos parlamentarios y el de los partidos ha sido el contrario a lo que debe definir a toda democracia, es decir, ?luz y taqu¨ªgrafos?, El secreto -casi mas¨®nico- propio de las ?autocracias? ha campeado por sus reales en la casi... casi... ?non nata? democracia para Espa?a. A esta pol¨ªtica de total secretismo, causante de la creciente apat¨ªa del pueblo por la vida pol¨ªtica y constitucional espa?ola, se la ha bautizado como ?pol¨ªtica del consenso?. Veamos un poco esta teor¨ªa, y ya hemos visto algunos ejemplos de la misma que mejor que cualquier comentario servir¨¢n para demostrar la malandada pol¨ªtica del consenso.
El consenso, evidentemente, es importante y fundamental. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el consenso puede ser democr¨¢tico o no. Una cosa es el consenso democr¨¢tico, que es un producto de unos debates.... y otra el consenso ?a priori?, que es el que ha primado en la vida pol¨ªtica espa?ola actual. Este consenso ha sido realizado en comidas, cenas o tomando whisky..., fuera de los cauces parlamentarios. Es esta actitud la que ha provocado la apat¨ªa de los espa?oles con respecto a nuestra democracia. Nadie sabemos cu¨¢les son las posturas que han mantenido los diferentes partidos pol¨ªticos: en una democracia hay que saber qui¨¦n es qui¨¦n, para que luego el pueblo obre y vote en consecuencia. Un consenso democr¨¢tico es, o debe ser, una resultante de los debates y no aprior¨ªstico, como ha sido el que se ha realizado. ?C¨®mo a los pol¨ªticos de la joven democracia espa?ola se les ha metido en la cabeza eso que ha venido a denominarse ?pol¨ªtica del consenso?, y que el propio Cela denuncia como causa de la falta de claridad y de rigor del proyecto? En relaci¨®n con la ?pol¨ªtica del consenso? seguida por los diputados y tambi¨¦n por los senadores afirma Cela: ?Ese consenso del que est¨¢n tan orgullosos es una especie de burla sangrienta que se hace a los espa?oles que no pertenecemos a UCD ni al PSOE.? Algo m¨¢s dir¨ªa yo: la ?pol¨ªtica del consenso? es una befa a la democracia.
En mi opini¨®n, la Constituci¨®n es un ?pastiche? que dar¨¢ problemas, porque no existen diferenciaciones ni matizaciones. Como, por ejemplo, ?qu¨¦ diferencia existe en el actual texto -ya lo apunt¨¢bamos antes- entre regi¨®n y nacionalidad?
A no ser por estar en una transici¨®n, no votar¨ªa a la Constituci¨®n. A pesar de las imprecisiones, lagunas y defectos que tiene el texto constitucional, y que hemos subrayado a lo largo de este comentario, mi postura ante el mismo es de que si no fuera porque es necesario salir de esta situaci¨®n de tr¨¢nsito, no votar¨ªa en el refer¨¦ndum constitucional. Pero dada la situaci¨®n, como debemos tener reglas de juego para que los partidos puedan realizar su labor, me creo en el ?deber c¨ªvico? de aceptar el actual texto constitucional. Y, aunque no me gusten los cauces marcados, m¨¢s valen ¨¦stos que la temporalidad existente, porque si no los votamos ahora corremos el riesgo de no poder votarlos nunca. Prefiero andar con muletas a no poder andar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.