Eleuterio S¨¢nchez: "Ya no soy ning¨²n peligro para nadie"
?Ya no soy ning¨²n peligro para nadie?, dijo El Lute, Eleuterio S¨¢nchez, en su ¨²ltima intervenci¨®n ante el tribunal de la Audiencia Nacional, que ayer escuch¨® al ministerio fiscal y a la defensa en la vista de la causa seguida contra ¨¦l y sus hermanos Raimundo y Manuel, conocidos como Lolo y Toto.
?Tengo mucha ilusi¨®n por trabajar -sigui¨® diciendo, ante la pregunta ritual de si ten¨ªa algo que alegar-, por ayudar a esta sociedad y a la de los m¨ªos, para que no exista un nosotros y un vosotros. Tengo muy buenas perspectivas de trabajo para el futuro, pero no me conden¨¦is -dijo a los magistrados- a esos 1.300 a?os que se piden para m¨ª, porque en esa situaci¨®n podr¨ªa repetirse mi vida anterior.?Era ya el final de un juicio que, tanto en las conclusiones del fiscal como en la alegaci¨®n de la defensa, trascend¨ªa los l¨ªmites de un caso particular para referirse de modo inevitable y continuo a toda la colectividad quinqui a que pertenece El Lute.
Comenz¨® el fiscal, Miguel Ib¨¢?ez, justificando la reducci¨®n de penas que el mismo ministerio acusador hab¨ªa presentado, con dos argumentos: el primero, la coincidencia con un indulto que, de hecho, hab¨ªa reducido penas por delitos similares, y la segunda, que lleva impl¨ªcita la necesidad de revisi¨®n, en delitos contra la propiedad, de las cantidades robadas y su cuantificaci¨®n en tiempo de c¨¢rcel: ?La peseta sufre una devaluaci¨®n continua que aconsejo al ministerio fiscal considerarla y reducir la petici¨®n?, dijo. En su acusaci¨®n, basada en la consideraci¨®n de los hechos delictivos como probados, y en la participaci¨®n de los tres hermanos en ellos, se fij¨® especialmente en Eleuterio S¨¢nchez, como cabeza de ?una estructura familiar cuidada a ultranza?, lo que, seg¨²n el se?or Ib¨¢?ez, es una de las virtudes de esa etnia, que no calific¨®, pero que, entre muchos defectos, dijo, ten¨ªa esa virtud. Aunque durante toda su intervenci¨®n apunt¨® la necesidad de no caer en el mito decimon¨®nico del bandido se?orito, ni en la trampa que representa muchas veces la voluntaria carga de lo que se llama el embolado -esto es, todo el peso de la responsabilidad que se imputa al grupo- por parte del que m¨¢s pena tiene, el propio fiscal responsabiliza m¨¢s que a nadie a Eleuterio S¨¢nchez, quien, en sus primeras declaraciones ante el tribunal, el pasado lunes, se hab¨ªa responsabilizado personalmente.
Repas¨® el fiscal los cargos imputados por orden de actuaciones judiciales y se?al¨® que, por encima de las circunstancias sociol¨®gicas, hab¨ªa unos hechos probados, unos delitos y unos personajes reconocidos que fue remarcando paso a paso. Neg¨® que el estado de necesidad fuera un eximente en el caso de El Lute y sus hermanos, y que en la situaci¨®n actual de desarrollo espa?ol, y m¨¢s en los tiempos que calific¨® como ?la ¨¦poca de la expansi¨®n econ¨®mica?, pudiera hablarse, en el caso que trataba, de hurto fam¨¦lico. ?Son tres hombres j¨®venes perfectamente capacitados para trabajar?, dijo.
Clima de terror
Con el razonamiento en orden contrari¨® llev¨® su defensa el se?or Bandr¨¦s, y en su l¨ªnea, Rafael Salazar, ocupado de la defensa de los hermanos de Eleuterio S¨¢nchez. Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s se refiri¨®, para empezar, a los or¨ªgenes de su defendido. ?Pertenece -dijo- a un grupo humano marginal, en la extrema marginalidad.? Y se?al¨® el clima de terror continuo que el propio Eleuterio ha plasmado muy bien en su libro Camina o revienta. Esta marginalidad de quien rob¨® por primera vez a los cuatro a?os y que se vio sumido en la ?m¨¢quina infernal?, dijo el se?or Bandr¨¦s, est¨¢ en todas partes: en los caminos polvorientos, en los suburbios de las ciudades, en los peque?os pueblos. ?Pero, sobre todo -dijo-, est¨¢ en las c¨¢rceles, porque estos hombres parecen condenados a pasar la vida, y hasta la muerte, en la c¨¢rcel.? Se?al¨® que, desde bien peque?o, pero, sobre todo, en la misma c¨¢rcel, hab¨ªa despertado en Eleuterio S¨¢nchez una rara, ins¨®lita vocaci¨®n por el bien precioso del que se hab¨ªa sentido m¨¢s despose¨ªdo: la cultura. Y que si se llev¨® a sus propios hijos -que es la sustracci¨®n de menores de que se le acusa- fue, precisamente, porque sent¨ªa que iban a estar desasistidos en ese terreno, y que ¨¦l iba a poder ayudarles ahora que, con su propio esfuerzo, y de alg¨²n modo constituyendo la excepci¨®n del funcionamiento de las c¨¢rceles (?esas m¨¢quinas de destruir personas?), hab¨ªa accedido a ella.
La regeneraci¨®n de El Lute fue su argumento general: a partir de ah¨ª, en una defensa profundamente profesional, fue revisando caso por caso las acusaciones fiscales. En un momento cit¨® a Blas Pi?ar, que, en un curso de Derecho procesal hab¨ªa dicho: ?El preso tiene derecho a escapar de la c¨¢rcel, del mismo modo que el funcionario tiene la obligaci¨®n de imped¨ªrselo.? Y a?adi¨® el senador de Euskadiko Ezkerra, tras aludir al informe de la comisi¨®n del Senado sobre la situaci¨®n de las c¨¢rceles: ?Hay momentos y condiciones en los que irse de la c¨¢rcel no es s¨®lo un derecho, sino una obligaci¨®n.?
Los delitos de falsedad -que eran, sobre todo, la inscripci¨®n de sus hijos naturales como leg¨ªtimos en el Registro Civil- iban dirigidos, seg¨²n el se?or Bandr¨¦s, a facilitar una vida normal. En cuanto a la acusaci¨®n de atentado contra las fuerzas de orden p¨²blico y de homicidio frustrado, rechaz¨® la intencionalidad que constaba en el sumario, y present¨® al propio Eleuterio S¨¢nchez como agredido, y de ninguna manera como agresor. Por otra parte, el resultado de ese encuentro entre El Lute y los guardias civiles de paisano fue que el propio Eleuterio S¨¢nchez result¨® herido, mientras los guardias civiles resultaron ilesos. Apunt¨® incluso la posibilidad de que, en aquella situaci¨®n, se diese un caso de abuso de la funci¨®n p¨²blica y extralimitaci¨®n de autoridad. En cuanto a los 99 robos de que se le acusa, dijo que en la Costa del Sol se producen muchos de este estilo, que pueden haberle sido endosados, y acept¨® que hab¨ªa reincidencia, pero no nocturnidad, puesto que no era por cometer mejor el delito, sino, simplemente, porque andaba huido. Se reafirm¨® el se?or Bandr¨¦s en pedir la absoluci¨®n, dado que el sentido de la pena es la rehabilitaci¨®n y hay pruebas suficientes de que Eleuterio S¨¢nchez est¨¢ completamente rehabilitado. ?Ya no tiene nada que aprender de la c¨¢rcel?, dijo.
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