"En los ¨²ltimos cinco a?os el modelo de cambio del sector ha quedado agotado"
Pregunta. Cuando termine 1978 el PNB habr¨¢ crecido un 3,5 %. En esta superaci¨®n de las previsiones ha tenido mucho que ver el crecimiento del producto agrario en una tasa pr¨®xima al 8%. Uno, a la vista de estas cifras se pregunta hasta qu¨¦ medida influye una buena gesti¨®n al frente de un departamento de agricultura para que el sector, que al fin y al cabo es la producci¨®n, vaya bien o mal.Respuesta. Tradicionalmente, en los pa¨ªses desarrollados la producci¨®n agraria viene creciendo del orden del 2 al 2,5%, hasta el punto de que un crecimiento del 3% viene a ser un elemento de optimismo. En la historia de nuestros ¨²ltimos a?os, la tasa media de crecimiento ha estado en torno al 3%, a excepci¨®n de 1974, en que el sector creci¨® algo m¨¢s del 7 %. Este a?o, efectivamente, se produce un aumento del 8%, como consecuencia b¨¢sicamente del incremento del subsector agr¨ªcola del 10%, lo que, unido a la tabla de precios regulados aprobada y al control ejercido sobre los precios pagados por el agricultor, permite afirmar que se est¨¢ incrementando la relaci¨®n de cambio entre los precios percibidos y los pagados por los agricultores, que se ha situado en el ¨ªndice 121 en el pasado mes de agosto. Esto demuestra que se ha producido una redistribuci¨®n de rentas en favor de un sector de la colectividad -el agrario- que estaba marginado, lo que es positivo. Pero volviendo al meollo de la pregunta, ?qu¨¦ parte de este crecimiento se corresponde con una buena gesti¨®n o con una buena climatolog¨ªa y una actitud m¨¢s favorable de los agricultores a intensificar su producci¨®n? Ante esto yo diferenciar¨ªa lo que son aumentos de producci¨®n puramente climatol¨®gicos, de los inducidos a trav¨¦s de determinaciones tomadas en materia de precios o de determinaciones adoptadas en pol¨ªtica de estructuras. En este sentido, por ejemplo, en el crecimiento del orden del 20-25% de ma¨ªz y sorgo existe un componente muy claro de precios e incentivos estructurales: es decir, la climatolog¨ªa no ha operado sensiblemente en que se produzca tal incremento. ?Qu¨¦ duda cabe, sin embargo, que la climatolog¨ªa juega un papel importante en producciones, que como las de secano, dependen del buen a?o en lluvias o de cualquier otro componente climatol¨®gico! Pero en el resto de las producciones, una pol¨ªtica agraria coherente, ya sea en base a medidas coyunturales o estructurales, tiene una incidencia grande en los resultados finales del a?o agr¨ªcola.
P. Concretando. Esto que acaba de se?alar significa que en base a la gesti¨®n de un buen equipo en Agricultura se puede alcanzar un desarrollo estable en el sector.
R. Aqu¨ª habr¨ªa que remontarse al conocido dicho de que en agricultura no hay buenos o malos ministros, sino buenos o malos a?os agr¨ªcolas. Pero, a veces, un gran a?o agr¨ªcola puede ser lo peor que le suceda a los agricultores, como es obvio y notoriamente conocido en algunos casos, especialmente en las producciones no reguladas.
Los Ministerios, de Agricultura en todos los pa¨ªses del mundo deben proporcionar un cuadro de normas para las decisiones empresariales de los agricultores. Si ese marco de juego es aberrante (con independencia de la posible bondad climatol¨®gica) es evidente que las decisiones de los agricultores no contribuir¨¢n o favorecer¨¢n un incremento del PBA. Eso que ocurre en cualquier pa¨ªs del mundo sucede con mayor fuerza en Espa?a, donde nuestro problema permanente es, por decirlo gr¨¢ficamente, el anticicl¨®n de las Azores, que condiciona siempre el desarrollo del a?o agr¨ªcola. Por eso, aun en el mejor a?o agr¨ªcola, desde un punto de vista climatol¨®gico, sus resultados en t¨¦rminos de adecuaci¨®n de la oferta a la demanda, pueden ser realmente catastr¨®ficos si las decisiones de la Administraci¨®n, cualquiera que sea la Administraci¨®n agraria, no son correctas.
P. La realidad es que ayude o no la climatolog¨ªa o la gesti¨®n administrativa, este pa¨ªs contin¨²a con las mismas estructuras agrarias que en el siglo XIX, con los cambios l¨®gicos que se pueden producir por la inercia evolutiva de cien a?os de progreso.
R. Creo que esta afirmaci¨®n no es correcta. El sector agrario ha sufrido un cambio importante a trav¨¦s de procesos inducidos, pero siempre reales. En primer lugar, no se puede decir eso cuando en los a?os cuarenta la poblaci¨®n activa agraria representaba un 50% de la poblaci¨®n activa total y en este momento el porcentaje se aproxima al 19 %, tasa superior a, la de la CEE, lo que ha inducido una transformaci¨®n radical de las estructuras de producci¨®n en cuanto a dimensi¨®n. Ha sucedido otro fen¨®meno a lo largo de los ¨²ltimos a?os como es el incremento de las superficies en arrendamientos y la disminuci¨®n de las superficies en aparcer¨ªa. A?¨¢dase a estos hechos, otros como son la concentraci¨®n parcelaria de una buena parte del secano cerealista y la aparici¨®n de cooperativas de producci¨®n y comercializaci¨®n, y se tendr¨¢ una imagen de la evoluci¨®n de las estructuras del campo. Pero esto no significa que no sea preciso un nuevo enfoque para el sector agrario. Durante los ¨²ltimos cinco a?os el modelo evolutivo ha quedado agotado, en base a varias razones y, en especial, a que se pretende convertir en eje de la pol¨ªtica agraria a la regulaci¨®n de los precios agrarios, como si ¨¦sta fuera la ¨²nica tabla de salvaci¨®n de las rentas de los agricultores, sin percibir que hay que aprovechar toda la din¨¢mica que origina el dram¨¢tico proceso de emigraci¨®n, para modificar las estructuras del sector.
P. Pero, honestamente, ?considera el ministro que la agricultura espa?ola ha cambiado sustancialmente en los ¨²ltimos a?os? Esta pregunta se produce en base al anuncio que todos los ministros que se han sentado en este despacho se sienten en la necesidad de hacer en torno a la perentoriedad de llevar a cabo una reforma agraria.
R. En primer lugar, yo no he hablado jam¨¢s de reforma agraria. Todo el mundo habla de reforma agraria porque es un valor m¨ªtico y porque, en alguna medida, este pa¨ªs no la ha tenido. Es decir, hay una vieja a?oranza de lo que pod¨ªa haber sido la agricultura espa?ola si se hubiese llevado a cabo la Reforma Agraria de la Segunda Rep¨²blica o si la Desamortizaci¨®n hubiera terminado de otro modo. Hay, adem¨¢s, una concepci¨®n reformista de la agricultura, aunque s¨®lo sea por un af¨¢n de simplificaci¨®n. Pero la experiencia de todas las reformas agrarias llevadas a cabo en los ¨²ltimos veinte o veinticinco a?os, especialmente en el ¨¢rea iberoamericana, ha venido a demostrar que lo primero que se ha inducido es una ca¨ªda dr¨¢stica de la producci¨®n. Yo no creo en la necesidad de una reforma agraria hoy, de corte cl¨¢sico, sobre la base de divisi¨®n y reparto de explotaciones, ya que si estuvo plenamente justificada en un momento de la historia de nuestro pa¨ªs, ya no lo est¨¢. Por ello hay que intentar llevar a cabo una experienca innovadora y no pararse en los planteamientos de hace cuatro d¨¦cadas. La. agricultura debe experimentar una evoluci¨®n muy r¨¢pida de cara a los pr¨®ximos a?os, en funci¨®n del reto de la CEE y de un conjunto de par¨¢metros nuevos para la agricultura espa?ola. Esta debe ser mucho m¨¢s productiva, m¨¢s tecnificada, cultivar con mayor eficiencia, ser m¨¢s ganadera y forestal, ofrecer unos alimentos adecuados en calidad, sanidad y cantidad a la demanda existente y satisfacer unas demandas de ocio plenamente justificadas, al tiempo que mejorar un habitat rural, a veces inh¨®spito y expulsor. Y todo ello no se puede alcanzar bajo una vieja concepci¨®n cl¨¢sica de reforma agraria.
P. ?Cu¨¢les ser¨ªan las l¨ªneas de actuaci¨®n b¨¢sicas de ese programa de pol¨ªtica agraria que ha anunciado poner en pr¨¢ctica?
R. La agricultura produce, b¨¢sicamente, para alimentar y las ecuaciones agrarias hay que transformarlas en ecuaciones agroalimentarias. El cambio que se ha producido en el sector agroalimentario espa?ol viene demostrado por el hecho de que ha permitido una adecuada alimentaci¨®n a los espa?oles, al nivel de 1978, en t¨¦rminos de calor¨ªas, grasas y prote¨ªnas. Ciertamente, si se valora ese salto en producci¨®n de alimentos en relaci¨®n a la poblaci¨®n agraria, la conclusi¨®n sobre la evoluci¨®n de la agricultura espa?ola debe ser positiva.
A pesar de ello, la agricultura precisa de una pol¨ªtica de cambios acelerado. Efectivamente, el sector debe todav¨ªa transferir una buena parte de poblaci¨®n activa, aunque, en ning¨²n modo, esto debe significar que el medio rural contin¨²e desertiz¨¢ndose demogr¨¢ficamente. Esto si ser¨ªa grave. Estos cambios vienen obligados, tambi¨¦n, por el hecho de que el nivel de tecnificaci¨®n operado en,los ¨²ltimos a?os, que conduce a que la parte de producci¨®n final agraria que se destina a compras a otros sectores sea ya el 30%, ha entrado en una v¨ªa de estrangulamiento por el encarecim¨ªento de los productos petrol¨ªferos. Hoy nos encontramos que para que un consumidor tenga en su plato una calor¨ªa biol¨®gica hay todo un proceso que consume cinco calor¨ªas de petr¨®leo y estas calor¨ªas f¨®siles se han encarecido en los ¨²ltimos cinco a?os en un 700 %. Este es un hecho radicalmente nuevo que no permite ya seguir contemplando el desarrollo de la agricultura de forma pasiva.
Otro aspecto importante y que es necesario valorar en base a la importancia real que tiene, es que, en la actualidad, son cerca de 20.000 hect¨¢reas las que, anualmente pasan a terreno urbano. Por eso hoy una de las preocupaciones b¨¢sicas de todos los Ministerios de Agricultura del mundo es el problema del territorio, en el sentido de que las actividad es ligadas al medio urbano fagocitan territori¨® rural a un ritmo y velocidad creciente. Este fen¨®meno es grave en t¨¦rminos cualitativos, ya que normalmente las tierras que se vienen incorporando al complejo urbano-industrial son de hecho las m¨¢s f¨¦rtiles.
Junto a todos estos aspectos hay otros tambi¨¦n de gran importancia, por ejemplo, el horizonte de la CEE. Se viene repitiendo hasta la saciedad que el sector agrario espa?ol es altamente competitivo y que ello afectar¨¢ a la agricultura comunitaria. Esto, parcialmente, es cierto, aunque en buena parte son cantos de sirena. Sin embargo, ello nos obliga a preparar la entrada de la agricultura espa?ola en la Comunidad, actuando sobre tres planos b¨¢sicos: la estructura productiva -es decir, en dimensi¨®n de explotaciones; los productos agr¨ªcolas transformados -la industria agroalimentaria- y la comercializaci¨®n de los productos agrarios, para lo cual los agricultores deben hacer un esfuerzo tremendo para comercializar ellos sus productos. A todo esto hay que a?adir el cambio pol¨ªtico espa?ol, pues a trav¨¦s de la creaci¨®n de comunidades aut¨®nomas y la nueva representatividad democr¨¢tica de los agricultores, se induce tambi¨¦n la necesidad de una descentralizaci¨®n profunda y nuevos cauces de di¨¢logo y decisi¨®n.
Todas estas razones son suficientes para respaldar y favorecer una pol¨ªtica de cambio en el sector agrario.
P. Ll¨¢mese reforma agraria, ll¨¢mese pol¨ªtica de cambio, la realidad es que cuando usted entr¨® en este Ministerio se encontr¨® con unas directrices de pol¨ªtica agraria impuestas...
R. Pactadas, consensuadas...
P. Da igual, la realidad es que hab¨ªa una serie de exigencias en materia agraria que hab¨ªa que cumplir. La pregunta es si Jaime Lamo se sent¨ªa de acuerdo con la pol¨ªtica agraria emanada de los pactos de la Moncloa y si considera suficientes para el sector agrario este tipo de cambios estructurales.
R. Lo que implicaba las medidas plasmadas en los pactos de la Moncloa eran la modificaci¨®n de cuestiones sustanciales para la agricultura. No todas las necesarias, aunque un conjunto de ellas, y pueden considerarse como b¨¢sicas. Evidentemente, reformar la ley de Arrendamientos R¨²sticos, por ejemplo, ley que tiene m¨¢s de cuarenta a?os, parec¨ªa una medida absolutamente necesaria y obligada. La ley de Seguros Agrarios es una vieja aspiraci¨®n del campo. La
"En los ¨²ltimos cinco a?os el modelo de cambio del sector ha quedado agotado"
tabla de precios aprobada ha permitido reconstituir las rentas agrarias en este a?o. Igual cabr¨ªa decir del resto de disposiciones adoptadas por este Ministerio en cumplimiento de los pactos. Todas las reformas y modificaciones contenidas en los pactos eran l¨®gicas para 1978. Y en el desarrollo de tales medidas hemos respetado con todo rigor la filosof¨ªa emanada de los pactos de la Moncloa.P. Hasta qu¨¦ punto el cumplimiento de los pactos de la Moncloa en materia agraria no ha estado marcado por un claro matiz electoralista.
R. El Ministerio pod¨ªa haber seguido f¨¢cilmente una pol¨ªtica electoralista durante los ¨²ltimos meses, cediendo a cualquier tipo de demandas, de mayores precios en niveles absolutamente inaceptables para la comunidad; o en leyes demag¨®gicas e irresponsables, pero creo que hemos demostrado que no hemos ca¨ªdo en esa tentaci¨®n. La ley de Arrendamientos R¨²sticos pod¨ªa haber sido f¨¢cilmente electoralista y, sin embargo, hay reticencias respecto a la misma, aunque puedo asegurar que no apuesta por nadie y es equilibrada. En todo caso, dir¨ªa que apuesta por Europa. Entiendo que la mejor t¨¢ctica electoral es trabajar con seriedad, convencimiento y responsabilidad en los temas. Eso, creo, que en la vida es una actitud que da los mejores resultados.
P. Hasta qu¨¦ medida ha influido en su labor al frente de este Ministerio el hecho de que como vicepresidente de Econom¨ªa est¨¦ un hombre que, adem¨¢s de ser ingeniero agr¨®nomo y sentir debilidades por estos temas, sea amigo personal suyo.
R. Ciertamente, Fernando Abril es amigo m¨ªo. Con ello no descubro nada. Lo hemos sido en muchas circunstancias a lo largo de muchos a?os y lo seguiremos siendo. Pero Fernando Abril, independientemente de la amistad que nos une, es vicepresidente del Gobierno y ministro de Econom¨ªa y ambos sabemos separar perfectamente nuestro nivel de amistad de nuestras responsabilidades.
Su conocimiento profundo de la Administraci¨®n y, en particular, de esta casa, nos permite en un corto di¨¢logo llegar a un acuerdo y, ciertamente, yo he encontrado comprensi¨®n en el vicepresidente y ministro de Econom¨ªa para las cosas positivas que hemos hecho desde este Ministerio.
P. Por la actualidad que tiene el tema, ser¨ªa interesante conocer con concreci¨®n qu¨¦ papel pueden jugar los futuros reg¨ªmenes auton¨®micos en el sector agrario y cu¨¢les podr¨ªan ser las competencias que podr¨ªan desarrollar sin mayores complicaciones.
R. Este pa¨ªs ha padecido lo que pod¨ªamos llamar fetichismo de Estado, es decir, creer que la respuesta a todos los problemas que le plantean tienen que proceder del Gobierno. Y, desde luego, en materia agraria, hay una serie de aspectos que necesariamente deben ser resueltos por los propios interesados. Junto con ello ha padecido tambi¨¦n un grado de centralismo que en la Espa?a de 1978 se intenta resolver, a trav¨¦s de la Constituci¨®n, mediante las comunidades auton¨®micas. Desde un punto de vista agrario es preciso decir que probablemente el plano regional es el nivel al que los problemas de producci¨®n, de estructuras, de industrializaci¨®n y otros m¨¢s son abordables. Por ello, desde este Ministerio, se han transferido ya competencias a las autonom¨ªas, cuales son las relacionadas con las estaciones enol¨®gicas, programas de investigaci¨®n de car¨¢cter regional y extensi¨®n agraria en dicho ¨¢mbito. Muchos temas, de conformidad con la Constituci¨®n, relativos a la agricultura y la ganader¨ªa, ser¨¢n transferibles de acuerdo con la ordenaci¨®n general de la econom¨ªa, y otros, flinalmente, como la legislaci¨®n b¨¢sica sobre montes, aprovechamientos forestales y v¨ªas pecuarias, ser¨¢n de competencia exclusiva del Estado.
P. Entrando en el ya movido tema de las relaciones futuras entre Espa?a y la CEE, me gustar¨ªa que dijese de la forma m¨¢s concreta posible en d¨®nde se presentan los mayores problemas para las producciones espa?olas.
R. En un intento por concretarlo al m¨¢ximo dir¨ªa que hay dos tipos de problemas; los ?inexistentes? y los reales, pero que tienen soluci¨®n. Es un problema, por ejemplo, inexistente la obsesi¨®n por la potencialidad productiva de nuestro pa¨ªs.
Se habla mucho de la posibilidad de que Espa?a y su sector agrario pueda poner en dificultades a la Europa verde. Este tema se argumenta, fundamentalmente, en base a los regad¨ªos espa?oles, y aqu¨ª yo dir¨ªa que la propaganda realizada en las ¨²ltimas d¨¦cadas se nos vuelve en contra.
En este plano la argumentaci¨®n espa?ola es absolutamente real y s¨®lida. Hemos transformado muchas menos hect¨¢reas de las que en realidad hemos decretado. Muchas zonas de inter¨¦s nacional para la transformaci¨®n en regad¨ªo y as¨ª declaradas a trav¨¦s del BOE, son zonas ciertamente susceptibles de ser regadas, pero no se han transformado por problemas de incapacidad financiera para abordarlos a corto plazo. Por otra parte, hay que hacerse la pregunta inversa, ?qu¨¦ hace la CEE?, porque no es menos cierto que alg¨²n pa¨ªs se prepara de cara al ingreso de Espa?a en la CEE, transformando superficies en regad¨ªo con cargo a subvenciones del FEOGA. Por tanto, esto no debe verse desde una ¨®ptica unilateral, sino que es un juego de equilibrios.
Desde nuestra perspectiva, nosotros tendremos problema de estructuras productivas y de transformaci¨®n como ya he mencionado antes. Vinos, frutas y hortalizas y aceite de oliva se van a ver favorecidos con el ingreso. Aunque sobre ellos existen dificultades pol¨ªticas, su incorporaci¨®n t¨¦cnicamente es sencilla. Remolacha va a quedar equilibrado; carnes de cerdo y pollo puede convivir normalmente con el ingreso en la CEE, probablemente la carne de cordero se ver¨¢ claramente favorecida y habr¨¢ alg¨²n sector, concretamente el l¨¢cteo, que tendr¨¢ que experimentar mayores adaptaciones, aunque se encontrar¨¢ con la contrapartida positiva de ser uno de los sectores m¨¢s protegidos dentro de la CEE, con lo cual lo que pueda perder en competitividad, lo gana de grados de protecci¨®n. Aparte de esto, existen los problemas derivados de la adaptaci¨®n de nuestra manera de operar, administrativamente hablando, a las f¨®rmulas adoptadas por la CEE para la fijaci¨®n de precios y para el comercio exterior, pero dicho proceso est¨¢ iniciado en el seno del FORPPA, donde se trabaja en la elaboraci¨®n de reglamentos, al modo de los comunitarios.
P. ?S¨ª o no al r¨¦gimen de Comercio de Estado?
R. La respuesta est¨¢ ¨ªntimamente ligada al proceso de adaptaci¨®n de Espa?a a la CEE. Este Ministerio sustenta que una desaparici¨®n del Comercio de Estado y una pol¨ªtica de privatizaci¨®n de las importaciones beneficiar¨ªa de forma clara al agricultor. Este apoyo de Agricultura a la desaparici¨®n del Comercio de Estado viene dado por los resultados del mantenimiento de este tipo de comercio.... que ah¨ª est¨¢n. Adem¨¢s, el Comercio de Estado no lo quieren los agricultores (sus protestas por las importaciones de choque son ya tradicionales).
No haya nada peor para la producci¨®n agraria que saltos bruscos en los precios, ya que ello configura una cat¨¢strofe para el sector a meses vista, porque lanza a todo el mundo en unas expectativas de rentabilidad y, por tanto, a unas operaciones de inversi¨®n en esos sectores, que acaban derrumbando, en un plazo generalmente corto, ese mercado. Y, en contrapartida, creo que es perjudicial que ciertas medidas de importaci¨®n de Comercio de Estado se pretendan llevar a cabo cuando el precio de un producto se encuentra dentro de la banda fijada por el Gobierno. En la medida en que la decisi¨®n de importar puede adoptarse extempor¨¢neamente y que el Comercio de Estado es siempre m¨¢s r¨ªgido, la mercanc¨ªa entra en un momento en que incluso las causas que motivaron tales importaciones han podido desparecer. En estos casos, la importaci¨®n no s¨®lo no beneficia al agricultor, sino que le perjudica e, incluso, no beneficia ni siquiera al consumidor.
Es por ello, que en virtud del acuerdo sobre ordenaci¨®n de cultivos, estamos elaborando una serie de reglamentos que incorporan la privatizaci¨®n del comercio en beneficio de agricultores y consumidores, comenzando inicialmente por los sectores en que somos parcialmente deficitarios.
P. ?Hasta qu¨¦ punto el Ministerio de Agricultura antepone su sector al inter¨¦s general?
R. Aseguro categ¨®ricamente que este Ministerio es todo, menos un sindicato de agricultores, pese a que a muchos gustar¨ªa que as¨ª fuese. P. La hipot¨¦tica creaci¨®n de un Ministerio de Agricultura y Alimentaci¨®n ser¨ªa l¨®gica, crear¨ªa tensiones entre agricultores y consumidores y en las actuales estructuras administrativas?
R. Es cierto que a lo largo de los ¨²ltimos a?os los agricultores han venido pidiendo una coordinaci¨®n unitaria de la agricultura y de la alimentaci¨®n, al igual que existe en otros pa¨ªses. Y hoy quiz¨¢ puede pensarse en ello porque existe mayor control social que en otra ¨¦poca, porque el responsable de tales decisiones estar¨ªa en el filo de la navaja, contemplado por agricultores y consumidores que ejercer¨¢n una permanente valoraci¨®n cr¨ªtica de sus soluciones. Porque en una sociedad estructurada de forma democr¨¢tica se generar¨¢n sistem¨¢ticamente apelaciones a una mayor informaci¨®n, al rigor en la administraci¨®n de los fondos p¨²blicos, al control de los administradores y, en definitiva, no se podr¨¢, de ning¨²n modo, ejercer desviaciones en favor de uno u otro colectivo social. Por ello la creaci¨®n de un Ministerio de Agricultura y Alimentaci¨®n a quien m¨¢s problemas le crear¨ªa ser¨ªa, l¨®gicamente, al ministro que estuviese al frente de ese departamento; mucho m¨¢s que a ning¨²n tipo de estructura administrativa y, por supuesto, que a agricultores o consumidores.
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