Para Hitler la entrevista de Hendaya fue una trata de ganado de segunda categor¨ªa
Franco acudi¨® a la c¨¦lebre entrevista de Hendaya dispuesto a entrar en el conflicto europeo. Cuando ya hab¨ªa comenzado a explicar a Hitler el ?precio? de esta participaci¨®n espa?ola -la entrega simple del Marruecos franc¨¦s a Espa?a y un largo etc¨¦tera- se dio cuenta que el dictador nazi no deseaba, en aquellos momentos, que Espa?a entrase en el conflicto. De la entrevista Franco-Hitler, el ¨²nico resultado positivo fue la formaci¨®n de una alianza pol¨ªtica Espa?a-Italia-Alemania, que en los t¨¦rminos expresados en Hendaya no satisfizo a los espa?oles. Con el cambio posterior de los resultados de la guerra es luego Hitler quien pide, de manera indirecta, la entrada espa?ola, pero ya Franco agrega Argelia a sus peticiones. El profesor termina su serie sobre el tr¨ªptico de entrevistas entre los dirigentes fascistas de Espa?a, Italia y Alemania a principio de los a?os cuarenta.
El d¨ªa 23 de octubre ten¨ªa lugar la entrevista de Hendaya entre Hitler y Franco. Hitler, el d¨ªa anterior, se hab¨ªa reunido con Pierre Laval en Montoire y dej¨® concertada una conferencia con el mariscal Petain para el d¨ªa 24.Franco, previamente, hab¨ªa reunido a seis generales para pedir su opini¨®n sobre las l¨ªneas a seguir en la entrevista. Estuvieron de acuerdo en manifestar que antes de consentir un acto de deshonor o cobard¨ªa o asentir a ser esclavos, todos los espa?oles morir¨ªan luchando de buena gana. Estos generales recomendaron a Franco que dijese esto a Hitler sin rodeos. Franco les contest¨® que no juzgaba oportuno sacar a relucir esta recomendaci¨®n, a menos que fuese inducido a ello, pero que, en cualquier caso, no se dejar¨ªa intimidar.
Sin entrar en demasiados detalles de esta larga entrevista y ci?¨¦ndonos a la exposici¨®n de lo m¨¢s trascendente, diremos, bas¨¢ndonos en documentos de testigos de excepci¨®n, lo siguiente:
Hitler no pidi¨® a Franco entrar en guerra en Hendaya. Hitler se limit¨® a repetir sus ideas sobre el inminente aniquilamiento de Inglaterra, sobre Gibraltar, Marruecos y Canarias. Hitler pregunt¨® a Franco si no quer¨ªa formar una alianza pol¨ªtica con ¨¦l, que Franco interpret¨® como una petici¨®n de entrada en la guerra, por lo que comenz¨® a explicar la dificil situaci¨®n espa?ola tras la guerra civil y que no pod¨ªa justificar la entrada en guerra a menos que de ella resultase una sustancial ganancia territorial que sirviese para unir a los espa?oles en la empresa. Hitler le pregunt¨® que qu¨¦ consideraba como una sustancial ganancia territorial. Franco, entonces, es cuando procedi¨® a ?abrumar? a Hitler con las pretensiones espa?olas, sus justificaciones y sus detalles de forma larga y tendida. Hitler replic¨® que aunque hab¨ªa derrotado a Francia, estaba convencido que la nueva Europa no pod¨ªa existir sin la gustosa cooperaci¨®n de Francia, dado su peso cultural, pol¨ªtico y econ¨®mico. Hitler, adem¨¢s, manifest¨® que no estaba preparado para discutir cuestiones territoriales francesas hasta que no viese a Petain al d¨ªa siguiente. En este momento, Franco se dio cuenta de su error y, un tanto aliviado, se apart¨® del plan que previamente hab¨ªa preparado con Serrano, declarando a Hitler que Petain era un fiel amigo de Espa?a y que ¨¦l no har¨ªa nada que pudiese perjudicarle como jefe del Gobierno franc¨¦s. Franco a?adi¨® que meramente hab¨ªa sugerido la cuesti¨®n de Marruecos para ilustrar lo dif¨ªcil que era la posici¨®n espa?ola. Franco tom¨® esta postura tan blanda porque no quer¨ªa arriesgar nada. La conversaci¨®n fue, por tanto, meramente exploratoria, quedando adem¨¢s bien claro por confidencia de Hitler que era Italia la que quer¨ªa presionar a Espa?a m¨¢s duramente e incluso que Italia hab¨ªa solicitado bases en todo el territorio comprendido entre M¨¢laga y C¨¢diz, no teniendo inter¨¦s en Dakar y Casablanca. Franco se neg¨® a cualquier tipo de cesi¨®n de bases o la utilizaci¨®n del territorio espa?ol como territorio de paso. Sali¨® tambi¨¦n a relucir el tema de Portugal, donde trat¨® de terciar Serrano, pero el general Franco se desvi¨®. Franco tampoco dio facilidades en el tema de Gibraltar. Los alemanes, a su vez, presentaron para la firma el protocolo de la alianza tripartita, en el que las compensaciones exigidas por Espa?a no aparec¨ªan. Es f¨¢cil de comprender la amargura de Serrano ante los resultados de esta entrevista por la retirada de anteriores promesas en Berl¨ªn. Serrano trat¨® por todos los medios de volver a adquirir la posici¨®n perdida en su conversaci¨®n posterior con Ribbentrop, pero fue in¨²til. Por ello, hubo de procederse por parte espa?ola a modificar el protocolo.
Franco, seg¨²n testimonio de Serrano, tampoco qued¨® conforme, como adem¨¢s se justifica por el hecho de que a los pocos d¨ªas tratara de reabrir las negociaciones. El art¨ªculo quinto del protocolo, aunque modificado por Espa?a, era claramente insatisfactorio. En vano se intent¨® introducir en el acuerdo suplementario la frase ?en la zona francesa de Marruecos, que posteriormente pertenecer¨¢ a Espa?a?.Los alemanes no lo ratificar¨ªan.
Con todo, Franco pudo decir a sus generales que las cosas hab¨ªan marchado mejor de lo que se esperaba y que no hab¨ªa prometido nada. Hitler, a pesar de lo que se ha afirmado, no mostr¨® resentimiento por lo all¨ª ocurrido -una trata de ganado de segunda categor¨ªa- y dijo a su staff que no se pod¨ªa esperar de Espa?a una ayuda militar en la guerra. Los que s¨ª quedaron altamente entristecidos fueron los italianos.
Las negociaciones siguieron y se pudo llegar a una nueva reuni¨®n con Hitler en Berghof (1).
La supuesta resistencia en Berghof
Los fines atribuidos al as¨ª llamado consejo de guerra en Berchtesgaben no est¨¢n suficientemente claros. ?Fue la carta de Franco suficiente para abrir la negociaci¨®n si los alemanes no hab¨ªan cambiado su posici¨®n, no estaban dispuestos a concer nada, ni a presionar para la entrada, de Espa?a en guerra de inmediato? ?Qu¨¦ parte juega la derrota de Italia en Grecia? Veamos esto.
Serrano fue recibido en Berghof por Ribbentrop, quien de entrada le dijo claramente que no exist¨ªa ninguna necesidad de ver al f¨¹hrer, a menos que pudiese llegar a un acuerdo previo con el Ministerio de Asuntos Exteriores alem¨¢n. Serrano amenaz¨® con marcharse y pudo conseguir al d¨ªa siguiente una entrevista con Hitler, a la que Ribbentrop insisti¨® en estar presente.
En la entrevista con Hitler, Serrano recalc¨® una y otra vez la situaci¨®n de no preparaci¨®n, y que era necesario dar al pueblo espa?ol una empresa de pol¨ªtica exterior para unificar y clarificar la situaci¨®n interior. Pero Hitler y Ribbentrop siguieron en sus trece, no se pod¨ªa sacrificar a Francia. Se pod¨ªa ocupar en aquel momento Francia si Petain fuese recalcitrante, pero no el Marruecos franc¨¦s. El f¨¹hrer, adem¨¢s, declar¨® que prefer¨ªa, ante la eventualidad de conflictos en esta zona, que Gibraltar permaneciese en manos inglesas y ?frica con Peatin. Segu¨ªa considerando el ataque a Gibraltar o un inmediato cierre del Mediterr¨¢neo como un golpe decisivo en sus efectos psicol¨®gicos contra Inglaterra para hacerla desistir de la lucha, pero se fijaba un tiempo de preparaci¨®n para la operaci¨®n que se ten¨ªa decidida. Hitler segu¨ªa confiando en sus ataques a¨¦reos sobre Inglaterra. Serrano, a pesar de su ofrecimiento al f¨¹hrer para convencer a Franco, no pudo conseguir un cambio de posiciones.
La entrevista del d¨ªa siguiente con Ribbentrop fue tan inconclusiva como la anterior. El intento de Serrano de mostrar que estaba mejor informado sobre la situaci¨®n y refuerzos que recib¨ªa Inglaterra, no sirvi¨® de nada. Serrano no le pudo convencer de la necesidad de un inminente ataque sobre Gibraltar. Serrano termin¨® de la misma forma que su conversaci¨®n con Hitler. Utilizar¨ªa el tiempo de preparaci¨®n para conseguir de Argentina, Canad¨¢ y Estados Unidos tanto trigo como fuese posible (2).
Ni alemanes ni franceses ni italianos admit¨ªan hechos consumados. La visita de Su?er fue un fracaso. La recepci¨®n fue fr¨ªa y su partida m¨¢s fr¨ªa a¨²n.
El embajador alem¨¢n informar¨ªa posteriormente, el 25 de noviembre, que Franco hab¨ªa reunido a los ministros militares para una reuni¨®n secreta, que se continuar¨ªa al d¨ªa siguiente, y que ya hab¨ªan aparecido algunas objeciones. El per¨ªodo de dos meses de preparaci¨®n no parec¨ªa suficiente y no les parec¨ªa claro lo que Alemania ofrec¨ªa a cambio. El 29 de noviembre volv¨ªa a informar que el ministro de Asuntos Exteriores le hab¨ªa dado por escrito la posici¨®n de Franco. El apartado segundo aclaraba que el tiempo requerido para la entrada en guerra no pod¨ªa ser definitivamente determinado, ya que junto al ataque a Gibraltar otras importantes acciones militares hab¨ªan de ser tenidas en cuenta. Y el quinto se?alaba que en opini¨®n de Franco el ataque a Gibraltar deb¨ªa coincidir con un ataque a Suez.
En diciembre tendr¨ªa lugar una visita de Canaris a Espa?a. En enero de 1941, Ribbentrop instruir¨ªa a Von Stohrer para que demandase a Franco la entrada de Espa?a en guerra, a lo que Franco, diplom¨¢ticamente, no accedi¨®. Aunque Hitler expresase su disgusto, no hubo presiones, como no las hubo en Bordighera por Mussolini.
Suez no pudo ser tomado y ello permiti¨® incluso la maniobra de liquidar a la as¨ª llamada izquierda falangista y redefinir el papel pol¨ªtico de la Falange en el nuevo Estado en mayo de 1941, Amagos de intervenci¨®n alemana tuvieron lugar a ra¨ªz de esta crisis tan fundamental, pero sin consecuencias. Estos amagos volver¨ªan a repetirse con la entrada de Estados Unidos en guerra. Solamente un poco antes de la defenestraci¨®n de Serrano se puede hablar de aut¨¦ntica presi¨®n alemana para entrar en guerra. Esta presi¨®n se har¨ªa m¨¢s fuerte tras la operaci¨®n ?Torch?, en el norte de ?frica. Por ello se decretar¨ªa la movilizaci¨®n.
Ya en 1943, Franco tendr¨ªa con este motivo una conversaci¨®n con el nuevo embajador alem¨¢n Von Moltke. Ante las presiones del embajador, Franco solicitar¨ªa Argelia y el Marruecos franc¨¦s. El embajador responder¨ªa ser imposible, por hab¨¦rselo ya ofrecido a Italia. Franco contest¨®: ?Pues dejen a los italianos luchar por ello.? Era demasiado tarde.
El mes de mayo de 1943, supuso el cambio de t¨¢ctica alem¨¢n con respecto a Espa?a por la negativa de Hitler a invadir la Pen¨ªnsula dada la situaci¨®n de la guerra. Espa?a no entr¨® en guerra, pero Serrano estaba convencido de que se habr¨ªa entrado en guerra si los alemanes hubiesen dado a Franco el Marruecos franc¨¦s. Franco crey¨® en la victoria alemana hasta bien entrado el a?o 1944.
La seguridad alemana en la derrota de Inglaterra y el papel atribuido por Hitler a Francia en el nuevo orden europeo, son fundamentales para explicar estos acontecimientos; pero no lo son menos los sue?os imperiales italianos y los manejos subterr¨¢neos de Inglaterra.
(1) F. O. 371, 24.508, folio 270, 273; F. O. 371, 49.663 folios 23 y ss.; D.G.F.P.V. XI doc. 220; O.S.S. (N.A.B.) 58.933.
(2) Para estas entrevistas v¨¦ase D.G.F.P.V.XI doc. 352, 353, 357; F.O. 425,417,140-141 y O.S.S. 58.933 citado.
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