Torrente Ballester: "La ling¨¹¨ªstica no es esencial para la literatura"
Gonzalo Torrente Ballester explica durante estas semanas un curso sobre novela contempor¨¢nea en la Fundaci¨®n Juan March, en el que da un repaso a las m¨¢s importantes corrientes y modas del g¨¦nero a lo largo del siglo. Un humor gallego, una retranca muy particular, y ese escepticismo curioso e incisivo de quien presume estar de vuelta de muchas cosas, han amenizado sus particulares visiones de los textos y sus referencias, abundantes y oportunas.
?Creo que la literatura -ha dicho a EL PAIS- se las ha compuesto sin la ling¨¹¨ªstica durante varios miles de a?os, y creo que la aplicaci¨®n de la ling¨¹¨ªstica a la literatura ha puesto de relieve muchas cosas accidentales, pero ninguna esencial. Entre las muchas cosas que han sido objeto de mi tomadura de pelo, por usar la f¨®rmula m¨¢s suave, particularmente en La saga l fuga de J. B., una de ellas es la ling¨¹¨ªstica, por la cual, por otra parte, siento el mayor respeto, hasta el punto de que si tuviera yo cuarenta a?os me dedicar¨ªa a ella.?El nombre de la que esto firma le da ocasi¨®n a Torrente Ballester para comenzar su discurso por Pereda, el novelista santanderino. ?En realidad -dice-, Jos¨¦ Mar¨ªa de Pereda hubiera sido un gran novelista si no le hubiera tenido tanto miedo al adulterio.? ?S¨ª, el adulterio significaba tres cosas important¨ªsimas para la novela moderna: era el pecado m¨¢s grave, pero era tambi¨¦n la modernidad y la ciudad. Y su pavor a todo esto lo demuestra muy bien su discurso de ingreso en la Academia. Le ten¨ªa mucho miedo a la realidad, que no era Tudanca, que era m¨¢s bien ese paseo que luego llev¨® su nombre. Prefiri¨® un mundo sin problemas, quieto, con gente sencilla... All¨ª no hab¨ªa complejos, hab¨ªa pasiones. Es un mundo rural, muy semejante, por otro lado, al m¨ªo... Quiz¨¢ -sigue Torrente Ballester, esta vez hablando ya de Galicia y de su trilog¨ªa Los gozos y las sombras- la fornicaci¨®n ha sido entendida con m¨¢s liberalidad en Galicia. Seguramente fuera de la burgues¨ªa el adulterio no se sintiera como el pecado mayor. Bueno, no estoy muy seguro de que, fuera de la burgues¨ªa, hubiera alg¨²n pecado mayor..., y en el campo, hay que darse cuenta de que las fortunas campesinas no las termin¨® s¨®lo la desamortizaci¨®n, sino, tambi¨¦n, la incontinencia de los muchachos. Dejaban entre las campesinas muchachas pre?adas que hab¨ªa que pagar con una tierra, unas vacas, en fin, as¨ª todo el siglo XIX.?
La saga / fuga..., en cambio, es considerada como ?una novela de ciudad, provinciana, pero ciudad?. ?Habla -dice el se?or Torrente- de Pontevedra. Si pudiera definir su mundo hubiera escrito un ensayo y no una novela.?
Galicia y el otro mundo
"En Galicia -dice-, el ser liberal, el ser incluso racionalista, no excluye ver fantasmas ni hablar con ellos. En Gal¨ªcia, m¨¢s a¨²n, el racionalismo es una forma de relacionarse con el otro mundo.?Pero, sin duda, todo esto es contradictorio. Y dice Torrente Ballester: ?Si uno no se moviera entre contradicciones, ser¨ªa uno jefe de negociado en un ministerio.?
La diferencia entre ensayo y novela, a la que aludi¨® en el p¨¢rrafo anterior, la justifica Torrente Ballester: ?Est¨¢ fundamentalmente en la diferencia entre im¨¢genes y conceptos. Claro que, el concepto, que produce intelecciones, no llega a donde la imagen, que produce intuiciones. Yo practico un curioso capricho: intento, y por eso mis novelas han sido calificadas de intelectuales, establecer intelecciones mediante im¨¢genes, y sobre conceptos, intuiciones... Me preguntan muchas veces cu¨¢l es el mensaje de mis libros. Yo no soy un mensajero -dijo-, yo soy un escritor, un inventor de ficciones.? ?No s¨¦ si es que soy muy anticuado o que ya estoy en una vanguardia demasiado avanzada, pero a m¨ª lo que me preocupa es la invenci¨®n.?
Las razones por las que satiriza la novela moderna, dijo, son varias, y una sola seria: ?Es la muestra patente de la impotencia de los escritores despu¨¦s de que unos se?ores geniales dieron una patada en el culo a la novela tradicional y la dejaron inservible.? ?Por supuesto -dice- no me gusta hablar as¨ª, como con validez universal. Que mis afirmaciones no salgan m¨¢s all¨¢ de Vallecas, ni siquiera a esa ciudad sat¨¦lite que est¨¢n haciendo en la carretera de Valencia.... pero es cierto que muchos papanatas est¨¢n prohibiendo escribir novela tradicional, que aparece descalificada por el mero hecho de serlo. Y, sin embargo, son los mismos que se dejan caer de gozo cuando llega Burgess o Ghunter Grass, que ya ves; hacen lo que hacen con toda seguridad.?
?Aqu¨ª la novela se mueve en el dif¨ªcil mundo de la ¨²ltima moda, estar ¨¤ la page, seg¨²n los dictados de Par¨ªs o de las revistas francesas, que, por otro lado, son muy inteligentes, me gustan mucho. Pero.... desde que tengo uso de raz¨®n literaria, creo que la moda literaria ha cambiado por lo menos seis veces. Iba a estar listo uno si se dedicara a seguirla.?
Estos presupuestos, pregunto, deben estar avalados por nombres de novelistas tradicionales espa?oles a los que no se hace justicia. ?Bueno, por ejemplo, estos d¨ªas estoy oyendo por la radio la versi¨®n de una novela de Alejandro N¨²?ez Alonso, a quien no se nombra desde hace veinte a?os, titulada El denario de plata. Es una novela hist¨®rica m¨¢s o menos de la ¨¦poca de Yo, Claudio, y a mi modo de ver resiste dignamente el cotejo con la de Robert Graves...? ?Hay que leer -a?ade-. Hay que leer. Cuando hayas le¨ªdo 4.000 novelas, seguimos hablando.?
Torrente Ballester ha dicho siempre que prefiere, entre todos sus libros, Don Juan, ?por muchas razones, que son personales m¨¢s que nada. Fue el libro que m¨¢s me cost¨® escribir. El libro donde me mostr¨¦ al mismo tiempo m¨¢s intelectual y m¨¢s l¨ªrico, al que menos caso le han hecho, y que me gusta porque utilizo procedimientos mal vistos en este pa¨ªs, sobre todo el humor y los elementos imaginativos. Y el espa?ol se pregunta para qu¨¦, pudiendo observar la realidad, inventarla ... ; pues bien, yo soy muy perezoso. Me es infinitamente m¨¢s c¨®modo inventar que observar?.
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