Entre Baroja y Valle
Entre el espejo c¨®ncavo de Valle Incl¨¢n y el espejo convexo de Baroja, Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez M¨¦ndez prefiere el c¨®ncavo, y Jos¨¦ Luis G¨®mez el convexo. Es el ¨²nico problema. Por lo dem¨¢s el espect¨¢culo es un imponente trabajo concebido con seriedad, ejecutado con maestr¨ªa y llevado a t¨¦rmino con matem¨¢tica y ejemplar precisi¨®n.Me gustar¨ªa no tener que decir que en el conjunto de notas, declaraciones, referencias y publicidades se ha producido un silencio desde?oso sobre el montaje de esta obra que hizo, en Barcelona, la Assemblea d'Actors i Directors. No se puede presentar este estreno como absoluto porque no lo es. Yo lo vi y escrib¨ª largamente sobre ¨¦l (EL PAIS, 20 de agosto 1976), lo que quiz¨¢ me permita ahora situar mejor el trabajo del Centro Dram¨¢tico. Dije y digo, hablando de Rodr¨ªguez M¨¦ndez, que ?su quincena de t¨ªtulos tiene una constante ¨¦tica: la denuncia; otra, formal: la imaginaci¨®n; otra t¨¦cnica: la capacidad dram¨¢tica; otra, ¨¦tica: la piedad... El indiscutible ?valleinclanismo? de Rodr¨ªguez M¨¦ndez le proyecta ?m¨¢s all¨¢? del teatro de denuncia al uso. El voluntarismo trivial de los menos dotados de nuestros politizados autores suele ofrecernos un pobre y corto muestrario de obvias denuncias, superficiales y reiterativas. Rodr¨ªguez M¨¦ndez -como Valle- penetra declaradamente entre las gentes oscuras, para iluminar unas vidas marginadas e incluso, si se quiere, arcaicas... La ¨¦poca es el 98, contemplado sin ¨¦nfasis. La esperp¨¦ntica visi¨®n del autor aleja la vida ?oficial?, la limita, la recuerda burlona y troistemente e impide el asainetamiento y la frivolizaci¨®n folklorizante. El pobre Pingajo nace, vive y muere sin comprender lo que le sucede. Su hambre y su lujuria sobreflotan a la sociedad finalista del derrumbamiento colonial. Pingajo es un miserable, que sigue miserable aunque se disfrace, y que se estrella una y otra vez contra las secas tapias del orden esta blecido. Supersistema cr¨ªticamente contemplado por el autor, casi con la ¨®ptica del Pingajo y la Fandanga; es decir, desnudo de sus apariencias mayest¨¢ticas, abultadamente visto, denunciado, transpuesto al ?callej¨®n del gato?.
Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga, de Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez M¨¦ndez
Escenograf¨ªa: Carlos Cytrynowski. Direcci¨®n: Jos¨¦ Luis G¨®mez. Principales int¨¦rpretes: Vicky Lagos, Encarna Paso, Aurora Pastor, Fidel Almansa, Jos¨¦ B¨®dalo, Antonio Iranzo. En el Teatro Bellas Artes, del Centro Dram¨¢tico Nacional.
De ?callej¨®n del gato? nada, se ha dicho ahora. Naturalmente, es muy l¨ªcito. Pero la sustituci¨®n de la ?V? -Valle- por la ?B? -Baroja- plantea interesantes cuestiones. Siendo de base t¨¦cnica muy superior -realmente buen¨ªsima-, el montaje de Jos¨¦ Luis G¨®mez es deliberadamente fr¨ªo, mucho m¨¢s fr¨ªo que el de Schaaff y Sanchis. Ciertos recortes y alteraciones del texto anterior hacen de la primera parte un brillante texto de informaci¨®n hist¨®rica y concentran desequilibradamente la historia en la segunda parte. Son dos ritmos y dos colores. El primero, en heroica lucha con el peligro del sainete, no siempre esquivado -la escena del banco lo es-, es un homenaje literal a las formas de comunicaci¨®n barojianas. En la segunda parte se esquematiza y precipita muy condensadamente la historia particular. El esperpento se acerca, felizmente y a la fuerza, porque es caracter¨ªstico del ?valleinclanismo? tomar partido y no tratar a todos los personajes con ¨¦tica igualitaria. En esas condiciones la est¨¦tica de la primera parte sigue muy, muy de cerca el marco de Las arrecog¨ªas... y la segunda es de creaci¨®n m¨¢s genuina y comprometida.
Ninguna de estas reflexiones tiene que ver, por supuesto, con la calidad del trabajo realizado. Este es de gran factura. Un enorme esfuerzo ha sido hecho para definir los personajes, interrelacionarlos e integrar el censo en las coordenadas de una atm¨®sfera conseguid¨ªsima. De ella parece surgir y desprenderse la acci¨®n propuesta con escalofriante inevitabilidad. Este es el m¨¢ximo hallazgo: la estrecha vinculaci¨®n entre el tiempo hist¨®rico real, su expresi¨®n, su reflejo dram¨¢tico, su exposici¨®n ¨¦tica. Puede que la an¨¦cdota de Las bodas... pierda densidad. Hemos ganado, en cambio, un proceso iluminante.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.