?Qu¨¦ grado de autonom¨ªa para el Pa¨ªs Valenciano?
Me pregunta un amigo que, como tantos otros, piensa en la pol¨ªtica como en una ciencia manejada -y tal vez piense tambi¨¦n que manipulada- por especialistas, sobre por cu¨¢l de las dos posibilidades constitucionales de autonom¨ªa debe inclinarse el Pa¨ªs Valenciano, excluido del acceso directo, puesto que no lleg¨® a plebiscitar su estatuto durante la Segunda Rep¨²blica. No empiezo mi respuesta por el principio, como ser¨ªa natural, por que empezar¨ªa de nuevo una cansada historia de pedagog¨ªa pol¨ªtica. En efecto, yo no soy ni m¨¢s ni me nos conocedor de lo que conviene que cualquier ciudadano. Porque este no es un problema de ciencia pol¨ªtica -si es que se puede hablar de ciencia pol¨ªtica, cosa que no creo-, sino de opci¨®n a tomar, de acuerdo con lo que se toman, generalmente, las opciones pol¨ªtica, a saber: los intereses de clase m¨¢s o menos clarificados; los condicionamientos generales y las limitaciones que suelen determinar; los mismos intereses personales, que tanto juegan siempre y mucho m¨¢s en sociedades postagr¨ªcolas y s¨®lo preindustriales, como es, a mi juicio, la valenciana, que admiten influencias personalistas de trazos caciquiles, etc¨¦tera.As¨ª, pues, sin la menor pretensi¨®n de especialista, como simple elector futuro para una u otra forma de estatuto, voy a tratar de reflexionar en voz alta sobre el tema. Porque es de actualidad; est¨¢ sobre el tapete. Empiezan ya a apuntarse posiciones, y as¨ª, por ejemplo, el diputado Francesc Burguera, que acaba de botar al agua un partido pol¨ªtico nacionalista valenciano, cree que habr¨ªa que escoger la que podr¨ªamos llamar v¨ªa m¨¢s lenta entre las que ofrece la Constituci¨®n, es decir, la que da acceso inmediato a una forma generalizada de autonom¨ªa para las preautonom¨ªas generalizadas que ha sembrado el presidente Su¨¢rez, tan abundante como confusamente. Porque se trataba de eso: de confundir. De confundir todas las autonom¨ªas, inclu¨ªdas las que no se dejan confundir, que son, concretamente, la de Euskadi y la de Catalunya estricta.
Supongo que lo que Burguera cree es que hay muy poco ?consenso? en el Pa¨ªs Valenciano entre la izquierda y la derecha, y aun entre la izquierda misma, como para someterse sin riesgos al proceso de la mayor¨ªa absoluta -los tres tercios- por parte de todos y cada uno de los municipios y, despu¨¦s, del electorado de cada una de las tres ?provincias?. Y supongo que el PSOE -o al PSPV-PSOE, en la medida en que esa ordenaci¨®n prioritaria de siglas quiera decir algodecant¨¢ndose por la v¨ªa r¨¢pida, quiere borrar la imagen ?sucursalista? que padece de origen y que qued¨® reforzada cuando los diputados valencianos de ese partido votaron a favor de dos clases de estatuto, el de aplicaci¨®n inmediata como, por ejemplo, el caso de Catalunya estricta, y los de tr¨¢mites ex novo, por as¨ª decirlo. En tonces, los diputados del PSOE, como los del PC del PV, a pesar de lo de ?del PV?, votaron por la ?diferencia? obedeciendo las consignas de sus respectivos ?aparatos? madrile?os y en aras, supongo, del ?consenso?. Claro que no es s¨®lo el PSOE quien ha escogido esa v¨ªa, sino tambi¨¦n el PC del PV y los dem¨¢s partidos, incluidos los extraparlamentarios de extrema derecha y de extrema izquierda, que firmaron el ?pacte auton¨®mic? de pretensiones consensuales. Unos y otros ten¨ªan la misma intenci¨®n, es decir, ?quedar bien?.
Es ah¨ª donde creo yo que est¨¢ la clave de la cuesti¨®n. Porque ese electorado que se encrespa si es tratado de manera diferente y ?menor?, ?sabe c¨®mo querr¨ªa ser tratado si no tuviera elementos de comparaci¨®n? Yo no s¨¦, aunque me inclino a suponer -digo ?suponer? nada m¨¢s- que efectivamente Ia consecuci¨®n por los catalanes estrictos de m¨¢s all¨¢ del Ebro -o del Cenia, para los muy puntillosos- de un estatuto con todas las de la ley, lo que tampoco es nada del otro mundo, porque la ley es enormemente restrictiva hasta en las autonom¨ªas m¨¢ximas, como es sabido, ser¨ªa un fuerte estimulante para aquellos valencianos que funcionen mediante, esos resortes. Aqu¨ª, donde, confes¨¢ndolo o no, siempre se ha vivido la convicci¨®n de que por lo menos, catalans i valencians, cosins germans?, el mimetismo es un resorte de considerable eficacia. Hay un cierto complejo de... gran complejidad, si se me permite el juego, respecto de la Catalunya estricta que explica la ?mefiar¨ªce catalane? de la que habla Lluis Aracil y, que a m¨ª me p¨¢rece que es una mezcla de sentimiento de inferioridad y consiguiente envidia que, para no aceptarse, se expresa en el desd¨¦n y acaba generando animadversi¨®n. ?C¨®mo, si no, podr¨ªa explicarse ese anticatalanismo visceral que, por fin, est¨¢ denunciando ya la izquierda y que, seg¨²n un l¨ªder de la derecha -?el? l¨ªder de la derecha-, Emilio Attard, es excelente ?para unir a los valencianos basta que este individuo, aparecido en el campo pol¨ªtico cuando Franco estaba ya enterrado y bien enterrado, que est¨¢ al frente de la UCD ?provincial? de Valencia, ha dicho que ?para unir a los valencianos, basta agitar el fantasma del catalanismo?. No es verdad, desde luego. Hay mucho menos anticatalanismo del que reluce. El anticatalanismo es minoritario, muy minoritario, y lo ser¨ªa m¨¢s todav¨ªa si no se fomentara mentirosamente. Si no se dijera, por ejemplo, en un acto p¨²blico y con la anuencia del catedr¨¢tico de derecho pol¨ªtico que presid¨ªa, se?or Ferrando Bad¨ªa, que, por ejemplo, al diputado Francesc Burguera, el diputado Jordi Pujol, por medio de una instituci¨®n bancaria, le hab¨ªa dado, as¨ª, sin m¨¢s, no como pr¨¦stamo, sino como donativo, entre 170 y 180 millones de pesetas para que organice el Partit Nacionalista del Pa¨ªs Valenci¨¢. Y aun se discuti¨® si ser¨ªan 170 ¨® 180, realmente. Es el famoso ?or catal¨¢? que, como todo el mundo sabe, recibimos puntualmente los ?pancatalanistas? que estamos ?venuts? a la ?burges¨ªa? de m¨¢s all¨¢ del Cenia.
Hay, eso s¨ª, un sentimiento -digo sentimiento- diferencial de ?valencianos? que, sin embargo, y curiosamente, no supone una reafirmaci¨®n ?valenciana? que vaya m¨¢s all¨¢ de la caza de diferencias. En el idioma, en la bandera, en la historia, etc¨¦tera. Son bromas de la misma historia, justamente. Porque si, la conquista no hubiese aconsejado al conquistador diferenciar las tierras de su corona por razones de pol¨ªtica interna... Pero la historia ha sido como ha sido y ha generado los problemas que ha generado. Por ejemplo, este de que una parte del territorio de la misma nacionalidad compartida vaya a tener estatuto de ?primera? y el resto no sepa a qu¨¦ carta quedarse, si a la del estatuto de ?segunda? o de ?tercera?. Porque el problema que se le presenta al Pa¨ªs Valenciano ser¨¢, supongo, parecido al que se le presenta a las Baleares. ?Acceso directo por mayor¨ªa electoral de las tres cuartas partes y ?provincia? por ?provincia? o estatuto generalizado y de ?tercera? para dar tiempo al tiempo? Esta es la cuesti¨®n.
Tal vez, la imprudencia pol¨ªtica del ?independiente? que soy me incline por la posici¨®n maximalista contra la opini¨®n de mi amigo Paco Burguera, que ha de ser, por fuerza, m¨¢s prudente que yo. El es pol¨ªtico en activo y ha de hacer algo m¨¢s que votar o escribir art¨ªculos: ha de movilizar. Yo creo, sin embargo, no que ?catalans i valencians cosins germans?, sino que ?valencians ¨¦s la manera de dir-nos catalans?. Y por eso creo que el furor minoritario ?anti?, que ya ha alcanzado la contradicci¨®n de llamar ?Partir Nacionalista Valenci¨¢? al que denominan en sus siglas ?Uni¨® Regionalista Valenciana?, se ver¨ªa en apuros si tuviera que disuadir a la mayor¨ªa de sentimiento ?diferencial? para que no siguiera los impulsos mim¨¦ticos a la hora de pedir ?tanto como? aquell¨®s a los que tanto se parecen, con los que se entiende en el mismo idioma y cuya bandera es, aun en el caso local de la franja azul, tan parecida.
Claro que est¨¢ la derecha, la UCD y los planes que, para el Pa¨ªs Valenciano, tenga, en este orden de cosas -y en todos-, la UCD de verdad, es decir, la de Madrid, que esr lo que manda en la derecha desde, por lo menos, 1707. Pero si hay una corriente en la izquierda suficientemente homog¨¦nea -y esa es una cuesti¨®n para tratarla otro d¨ªa-, ?se atrever¨¢ a romper el ?pacte auton¨®mic? la derecha ucedista que es la derecha mayoritaria? Veremos.
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