Teng Hsiao-ping, enfrentado abiertamente a Hua Kuo-feng
China, cercana, t¨ªtulo de una famosa pel¨ªcula de Marco Bellochio, puede servir hoy para reflejar los cambios pol¨ªticos profundos que se est¨¢n operando en China tras la muerte de Mao, la liquidaci¨®n de la ?banda de los cuatro? y la que parece ser irresistible ascensi¨®n del viceprimer ministro, Teng Hsiao-ping. Mercedes Ros¨²a, que vivi¨® en China en 1974, como profesora de espa?ol en una comuna del interior del pa¨ªs, ofrece en este primer art¨ªculo de la serie, una panor¨¢mica de los principales hechos y personajes que abrieron camino a la guerra de dazibaos y a la lucha por el poder que hoy se observa en Pek¨ªn.
Cuando en China se llega a la cr¨ªtica no nominal p¨²blica y a la expresi¨®n de tomas de partido pol¨ªticas en carteles murales, es porque en las esferas superiores del cerrado y concentrado c¨ªrculo del poder ya han sido echados todos los dados. A la inversa que en otros sistemas, en el chino las manifestaciones ?populares? son el ¨²ltimo acto de las luchas sin cuartel del Comit¨¦ Central del Bur¨® Pol¨ªtico. Los dazibaos (carteles) pegados por las calles son la glosa multicolor a las grandes firmas, la participaci¨®n del fin de largos, silenciosos y encarnizados enfrentamientos. Esto a nivel de estructura de poder. Es evidente que para el 96% de la poblaci¨®n, que no pertenece al partido, y para los miembros de ¨¦l de categor¨ªas medio-inferiores -dentro de la treintena de jerarqu¨ªas del Partido Comunista chino-, hay medidas m¨¢s populares que otras en lo que ata?e a sus vidas concretas y hay tambi¨¦n los mecanismos de adhesi¨®n sentimental, de acriticismo temeroso, de revancha, creados eficazmente por los veinticinco a?os de dictadura mao¨ªsta.La legitimidad oficial de la presidencia de Hua Kuo-feng se basaba, simplemente, en ser continuador de Mao, nombrado por Mao mismo. El ?¨¦stos son mis poderes? de Hua radicaba en la frase con que le habr¨ªa gratificado el anciano dictador al final de su vida: ?Eres t¨² quien dirige los asuntos; entonces estoy tranquilo.? De hecho, durante la agon¨ªa y muerte de, Chu En-lai, previa ala de Mao, hay un violento golpe de mano de los mao¨ªstas contra los partidarios de Chu (el m¨¢s representativo de los cuales es Teng Hsiao-ping). El 8 de enero de 1976 muere Chu En-lai, y el 7 de abril de 1976 el Bur¨® Pol¨ªtico anuncia la destituci¨®n de Teng de todos sus cargos y el nombramiento de Hua como primer ministro y vicepresidente del partido, acumulando los cargos dejefe del partido y jefe del Gobierno, en cumplimiento de las directivas de Mao Tse-tung. La legitimidad de tales nombramientos era absoluta, mientras el difunto dictador era absoluto, pero se desvanece en el momento en que, de dios infalible, Mao para a ser simple mortal que cometi¨® errores. Dos d¨ªas antes de la destituci¨®n de Teng, el 5 de abril de 1976, fuerzas antidisturbios dirigidas por el alcalde de Pek¨ªn y amigo de Hua, Wu Teh, hab¨ªan cargado contra grupos que rend¨ªan homenaje f¨²nebre a-Chu En-lai. Mao Tse-tung muere el 9 de septiembre; un mes m¨¢s tarde Hua es solemnemente nombrado presidente del Comit¨¦ Central y de la Comisi¨®n Militar, mientras que el grupito en tomo de la viuda de Mao, demasiado quemado e inc¨®modo por sus ruidosas campa?as de la Revoluci¨®n Cultural, es lanzado por la borda por sus antiguos compa?eros de ruta, como Hua, con el acostumbrado montaje propagand¨ªstico destinado a hacer del ?grupo de los cuatro? un chivo expiatorio.
Hua se instala, sin embargo, en el primer puesto del partido (es decir, del pa¨ªs) en medio de una crisis social y econ¨®mica que agita a China entera. Lejos de reducirse el conflicto a un enfrentamiento de personas, de Teng y Hua, tras los rostros de ambos pujan sectores diversos. Uno, fundamental, es el de los jefes provinciales civiles y militares. En las provincias, grandes como pa¨ªses, de esta inmensa naci¨®n, hay levantamientos. Se sabe que Teng contaba al menos por entonces con las simpat¨ªas de once jefes de regiones militares. El Ej¨¦rcito se ve m¨¢s y m¨¢s desfasado frente a su rival sovi¨¦tico, provisto de armamento moderno. Los cuadros purgados durante la Revoluci¨®n Cultural piden la revancha contra los impuestos a partir de 1967 por Mao. Se exalta el recuerdo de Chu-En-lai, se pide el regreso de su heredero pol¨ªtico, Teng Hsiao-ping. Hua busca mantenerse en el n¨²cleo de una especie de uni¨®n del centro, en un mao¨ªsmo sin Mao; promete nueva log¨ªstica al Ej¨¦rcito y modernizaci¨®n industrial al pa¨ªs.
Durante el mao¨ªsmo, la planificaci¨®n econ¨®mica intentada por el grupo tecn¨®crata y realista del partido hab¨ªa sido sistem¨¢ticamente aplastada por el ?Gran Timonel? y los suyos. El pragmatismo de Chu, de Teng, de Lliu Shao-shi, se vio arrollado por purgas, autos de fe, por las directivas voluntariosas y las movilizaciones monstruo tan del gusto de Mao y tan bien, montadas y controladas por la todopoderosa Polic¨ªa de Seguridad. La carrerade Hua Kuo-feng hab¨ªa sido la de jefe de la guardia pretoriana de Mao, ministro de la Seguridad P¨²blica. La campa?a aut¨¢rquica del Gran Salto Adelante, en 1958, la megal¨®mana Revoluci¨®n Cultural, en 1966-67, los enfrentamientos de los a?os setenta, en torno a un Mao senil, hicieron que, seg¨²n declaraciones hechas por un economista chino en un coloquio celebrado recientemente en Italia, China se hallara en 1976 al borde de la bancarrota. El XI Congreso del Partido Comunista chino, de agosto de 1977, expresa un consenso transitorio: confirma a Hua en sus cargos y restituye a Teng a la vida pol¨ªtica con su nombramiento de viceprimer ministro y jefe del Estado Mayor. General del Ej¨¦rcito. No hac¨ªa un a?o que Hua hab¨ªa tratado a Teng, durante su discurso en los funerales de Mao, de conspirador, revisionista y contrarrevolucionario.
Uno de los personajes clave del c¨ªrculo de Hua es Wang Tung-hsing, jefe, como lo fuera Hua antes de acceder a la presidencia, de la Polic¨ªa de Seguridad, Wang es la eminencia gris de los pretorianos mao¨ªstas. Desde los a?os treinta ha pertenecido a la guardia personal de Mao. En 1947 salv¨® a Mao, su mujer, Chiang Ching, y a Chu En-lai de caer en manos de las tropas nacionalistas; en 1971 lleva el asunto del nunca bien aclarado complot y muerte de Lin Piao. Tras la desaparici¨®n del ?Gran Timonel? dirige el r¨¢pido golpe de mano contra la viuda y los suyos. En el XI congreso del partido, de 1977, se le encarga de la direcci¨®n de comisiones depuradoras que llevan a cabo una purga pol¨ªtica violenta, acelerada por la inminencia de la reuni¨®n de la Asamblea Nacional. Estas ?comisiones de control de disciplina? supervisar¨¢n la fidelidad de importantes cuadros. En manos de Wang se hallan los resortes de la intocable, omnipresente polic¨ªa pol¨ªtica, que comprende no menos de medio mill¨®n de tropas fijas, numerosas organizaciones parapoliciales encubiertas y el aparato entero de la Seguridad P¨²blica.
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