Las noticias dram¨¢ticas

En el coraz¨®n del hombre -a lo mejor es en el bazo, o en el cerebro, o en el h¨ªgado, ?vaya usted a saber!- anida un deseo de la noticia dram¨¢tica, un ans¨ªa de su imagen y aun de su presencia, pero tambi¨¦n un paciente y reiterativo instinto que le sale al paso para cortarle el vuelo y derribarla; quiz¨¢ en esta situaci¨®n estribe el anhelo, o uno de los anhelos que inducen a moverse al hombre y le fuerzan a dejar constancia del camino y quiz¨¢ tambi¨¦n de la aventura que en el camino le acontece. Esto, en definitiva, es la historia, trance o escaramuza que finge esguinces muy raros y de los que lo mejor es ni fiarse siquiera.Los peri¨®dicos nos informan a diario de muy dram¨¢ticas y selectas calamidades y cat¨¢strofes, y las desgracias para los m¨¢s exquisitos gustos y los m¨¢s exigentes paladares del alma en ruinas se reparten con prodigalidad e incluso con buen sentido tr¨¢gico. S¨ª; el hombre es animal que tiene dif¨ªcil arreglo y, a lo mejor, incluso encuentra un cierto deleite en no enmendar sus taras y sus resabios. Hay d¨ªas, por desgracia repetidos y repetidos hasta el hartazgo, en los que uno envidia al eremita que no se entera sino de la fase que pinta la luna, de la silueta que dibuja la flor silvestre y de la elegante cautela de la gardu?a que pasa por el sendero.