Momios y momias
Vicepresidente de Acci¨®n Ciudadana LiberalLos planteamientos de cualquier tipo -ideol¨®gicos, art¨ªsticos, culturales, pol¨ªticos-, hechos en un clima falto de libertad, son siempre falsos. Por eso, desaparecida la dictadura, todo se resquebraja y debe ponerse a revisi¨®n. No importa que la ausencia de libertades haya durado muchos a?os: sin libertad, los planteamientos pecar¨¢n siempre de artificialidad, tendr¨¢n siempre un tono provisional. El escritor, el pintor, el cantante, deben ratificar, en una democracia, d¨ªa a d¨ªa su val¨ªa; aqu¨ª no caben las letras aplazadas. Quienes sal¨ªan a los escenarios gritando ?paz?, ?Iibertad?, ?amnist¨ªa?. y emocionaban a los oyentes, a pesar de desafinar muchas veces como unos locos, han desaparecido por el esport¨®n sin dejar rastro alguno y s¨®lo han quedado los pocos cantantes que verdaderamente sab¨ªan cantar. Las motivaciones extraart¨ªsticas no son ya, felizmente, una credencial de ¨¦x¨ªto ni un pasaporte para la fama. Aquellos pintores a los que se les abr¨ªa un cr¨¦dito tan s¨®lo por firmar manifiestos, regalar cuadros a los perseguidos o poner en sus telas alusiones, siempre gratificadoras, contra el poder, est¨¢n obligados ahora a pintar bien si no quieren correr el riesgo de alquilar unos grandes almacenes para guardar su obra, pues a nadie va a interesar lo que no est¨¦ bien hecho. El mismo Lenin ya dio el ejemplo, hace muchos a?os, cuando tras visitar una exposici¨®n de pintores comunistas, opin¨® que eran muy malos. ?Pero si son revolucionarios -le replicaron-. No lo dudo, pero ninguno es pintor.?
Los escritores cuyo ¨²nico valor, no desde?able, consist¨ªa en escribir entre l¨ªneas alguna audacia no permitida por el poder o deslizar ciertas osad¨ªas de lenguaje, sexuales, pol¨ªticas o religiosas, necesitan, si pretenden interesar a los lectores, escribir inteligentemente cuando existe la libertad de expresi¨®n; y los periodistas, adem¨¢s, deben estar informados y analizar las situaciones. Las procacidades van a cansar muy pronto a la mayor¨ªa de lectores, y los otros buscar¨¢n su pasto o sus fantasmas en publicaciones especializadas.
Muchos pol¨ªticos, en revancha, se han beneficiado de la confusi¨®n del primer momento, tal como aquellos toreros mediocres que dan pases aprovechando el viaje del toro s¨ªn pararlo, templarlo ni mandarlo. Pescadores en r¨ªo revuelto, se han instalado en el Gobierno o en las Cortes y pretenden usufructuar sus sillones, sus esca?os y sus rentas durante cinco a?os; algunos hablan ya de seguir en el machito hasta el a?o 2000 e incluso los m¨¢s desahogados se atreven a predecir que mandar¨¢n durante centurias -quiz¨¢ recordando las que mandaban en el Frente de Juventudes-, de manera an¨¢loga a la de Hitler cuando hablaba de milenios.
Su preocupaci¨®n por conservar los cargos les impide encararse eficazmente con los graves problemas que afectan a cada instante a nuestro pa¨ªs. Incapaces de un an¨¢lisis profundo y consistente, ignoran que est¨¢n cambiando profundamente los esquemas, que es preciso transformar las estructuras mentales anquilosadas, que los grupos m¨¢s din¨¢micos de la sociedad -la juventud, las mujeres- no se conforman con palabras huecas o demag¨®gicas y exigen verdaderas palancas de poder.
Pero si se decidieran a huir de personal¨ªsmos y a mirar por el inter¨¦s de esta aventura en com¨²n que todav¨ªa algunos llamamos Espa?a, debieran saber que en una sociedad traumatizada y aquejada de arterioesclerosis, todo debe hacerse con mimo, con tacto, sin reabrir heridas ni cicatrices.
?La grandeza -dec¨ªa Burckhardt- es una necesidad de las ¨¦pocas terribles.? Y la falta de seguridad en las personas, el desprecio a la integridad f¨ªsica, los continuos atentados y asesinatos, el paro, el deterioro del orden p¨²blico, en fin, obligan a una respuesta imaginativa, inaplazable y urgente. Es in¨²til intentar convencer al pa¨ªs de que aqu¨ª no pasa nada, utilizando sin pudor los medios audiovisuales de que dispone el poder.
Para decirlo todo, el problema m¨¢s grave y m¨¢s sangriento aqu¨ª es, sin embargo, global, afecta al mundo econ¨®micamente desarrollado al que pertenecernos por derecho propio, aunque algunos insensatos quieran conducirnos al tercermundismo. La ausencia de una idea sugestiva, creadora, imaginativa, idea que nadie ha sabido crear en los ¨²ltimos cincuenta a?os, no puede ser compensada, a la larga, por el aumento del nivel de vida, de la prosperidad, de los televisores y los coches. Jam¨¢s se lleg¨® a tan elevado coeficiente de escolaridad, de higiene, de esperanza de vida. Nunca la t¨¦cnica y la ciencia alcanzaron tan altas cotas, pero nunca se sinti¨® la humanidad tan triste y desamparada. El riesgo del hambre ha sido sustituido por el del aburrimiento, por la decepci¨®n y por la inseguridad.
La revoluci¨®n rusa no da el poder a la cocinera -como quer¨ªa Lenin-, sino a los asesinos: ya Marx, profetiz¨¢ndolo, confesaba a Lafargue que ¨¦l no era marxista. Las gentes cuando se acercan al poder son iguales todas. Y as¨ª llegamos al programa que formulaba Pierre Dac: ?Estamos a favor de todo lo que es contra; en contra de todo lo que es a favor.?
Porque hasta la misma cultura sin una idea atractiva y un hilo conductor del pensamiento, se convierte nada m¨¢s en un acarreamiento de conocimientos que paralizan e inhiben. Y la pol¨ªtica, sin estar sometida a la ¨¦tica, no es m¨¢s que ambici¨®n o defensa de intereses.
Tambi¨¦n las momias egipcias se conservaron incorruptas durante siglos y siglos. Sin embargo, si las sacamos de su contexto y las ponemos al sol, se desintegran rapid¨ªsimamente. Por eso me niego a creer que tenga raz¨®n Tchejov cuando nos lanza al rostro su tremenda frase: ?Dicen que la verdad acabar¨¢ por triunfar, pero es completamente falso.?
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