"S¨®lo podemos ser libres en determinadas parcelas de nuestra vida
?Est¨¢ el comportamiento de nuestra vida adulta totalmente condicionado por lo que hemos vivido de ni?os? ?Existe la posibilidad de cambiar, a nivel individual o de grupo? En otras palabras, ?tienen las nuevas experiencias sociales, pol¨ªticas, pedag¨®gicas..., algo realmente nuevo, o, por el contrario, son mera repetici¨®n, con otras palabras o s¨ªmbolos, de lo que vivieron nuestros antepasados?Estas son algunas de las preguntas que, aunque planteadas desde terrenos tan dispares como la pedagog¨ªa, las ciencias sociales, la psicolog¨ªa o el psicoan¨¢lisis, intentan ser respondidas por la investigaci¨®n cerebral de Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez Delgado. ?El cerebro -asegura el cient¨ªfico espa?ol a EL PA?S- tiene una capacidad muy limitada de juicio cr¨ªtico o de opci¨®n. No somos tan libres, pues, como nos creemos o como nos han hecho creer las filosof¨ªas o las religiones, las weltanshaung, tanto conservadoras como revolucionarias, de otros tiempos o de hoy. Nuestras posibilidades de construir algo realmente nuevo, aunque existen, son mucho menores de lo que el hombre desear¨ªa, aunque bastante m¨¢s de lo que los pesimistas creen. Pero, ?cu¨¢l es la proporci¨®n de libertad, de opci¨®n personal, que existe en nuestro comportamiento?, ?qu¨¦ parte de novedad y qu¨¦ proporci¨®n de predeterminaci¨®n hay en ese comportamiento?
Rodr¨ªguez Delgado asegura que hay que comprender bien la mec¨¢nica del cerebro para entender las posibilidades de nuestras opciones personales. ?Podemos conseguir m¨¢s libertad personal con el conocimiento -afirma-. Mi objetivo personal es la libertad humana. Pero para eso hay que conocer el ¨®rgano que posibilita esa libertad.? Parad¨®jicamente, se comprueba, seg¨²n el cient¨ªfico espa?ol, que para ser m¨¢s libre hay que ser m¨¢s aut¨®mata. ?Qu¨¦ quiere decir esto? Si nuestro cerebro se asimila a un ordenador de informaci¨®n ?aqu¨¦l puede analizar pocos bits por segundo y, ¨²nicamente, de manera secuencial?.
Casi todo lo que hacemos en la vida es autom¨¢tico: escribir, leer, comer, movimientos y recorridos habituales, actividad profesional rutinaria, etc¨¦tera. No siempre, ni en todo, podemos ser creativos, inteligentes o libres, seg¨²n el doctor Rodr¨ªguez Delgado. ?Tenemos que elegir parcelas de libertad -dice-,dejando todo el resto al control de automat¨ªsmos cerebrales. Lo que no podemos es ser libres en todo. Si lo intentamos, no somos libres en nada.? Nuestros deseos omnipotentes nos vuelven, por tanto, impotentes, cuando no responden a la posibilidad real de nuestras capacidades cerebrales. ?Incluso la libre voluntad -prosigue Rodr¨ªguez Delgado- pone en juego mecanismos autom¨¢ticos preestablecidos.?
Posibilidad de cambio
Todo ello nos conduce al tema clave de nuestra conversaci¨®n: la educaci¨®n, la posibilidad de cambiar o crear realidades realmente nuevas. ?En los ni?os peque?os -dice el cient¨ªfico- no est¨¢n formados mecanismos ni de libertad ni de elecci¨®n personal, porque les faltan sistemas referenciales en los que basar sus elecciones. Lo terrible es que el ni?o no podr¨¢ decidir en su vida m¨¢s que basado en sistemas previos.?La paradoja surge cuando se toma conciencia de este dilema. Si se transmite todo a los ni?os se determina su mundo futuro. Si no se les da informaci¨®n, no podr¨¢n elaborar una conducta ni un pensamiento propios. Esa informaci¨®n suministrada tiene, pues, la clave del dilema. ?No debemos, al principio, reconocer al ni?o una gran libertad -asegura-, porque entonces, en vez de libertad, creamos confusi¨®n. Cuando el ni?o a¨²n no tiene mecanismos de elecci¨®n, hay que ser autoritarios. Al principio, la educaci¨®n tiene que ser r¨ªgida.?
Sin embargo, no se est¨¢ refiriendo el profesor Rodr¨ªguez Delgado a la rigidez del padre o profesor que impone sus ideas u opciones.
Frente al dogmatismo de las ansias de identificaci¨®n de padres y educadores, a lo que alude es a la necesaria imposici¨®n de m¨¦todo, es decir, al suministro de informaci¨®n. ?Con ausencia de datos, no hay educaci¨®n -contin¨²a-. En el vac¨ªo, la mente no se puede formar. La mente necesita una educaci¨®n sensorial. La mente se construye mediante bloques informativos que hay que dar a cada individuo... M¨¢s tarde, cuando el individuo tiene la capacidad de procesar sus datos, puede empezar a realizar opciones.? Pero un ni?o al que se le han suministrado ciertas referencias ideol¨®gicas o emocionales, s¨®lo jugar¨¢ con las cartas recibidas, no con unas que nadie le suministr¨®. Los intentos de renovaci¨®n cultural o ideol¨®gica, creaci¨®n de nuevas experiencias educativas o sociales, est¨¢n altamente condicionadas por lo sucedido anteriormente, aunque los protagonistas del hipot¨¦tico cambio crean que algo nuevo ha surgido, con nuevas palabras o nuevos s¨ªmbolos. ?Todos los sistemas educativos son anticuados -prosigue Rodr¨ªguez Delgado- Habr¨ªa que crear un sistema educativo realmente nuevo que permitiese al individuo prepararse realmente para el futuro.? Es decir, prepararse para un mundo que a¨²n no existe.
?Pero c¨®mo es posible crear algo nuevo con los datos del pasado, a la vez que es imprescindible la recepci¨®n de esos datos? Seg¨²n el investigador espa?ol, el cerebro, en pocos meses o a?os de vida, absorbe la sabidur¨ªa de siglos de civilizaci¨®n. Este es el punto irreversible de partida; la alimentaci¨®n que nuestro cerebro, de modo an¨¢logo a la que requiere la totalidad del cuerpo para desarrollarse, toma.
Se pregunta el doctor Rodr¨ªguez Delgado sobre si lo que ?trataremos de inculcar a nuestros hijos es la obediencia al orden establecido y la aceptaci¨®n de la ¨¦tica social?.
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