La invenci¨®n del toro "que sirve" ha deteriorado el primer tercio
En las d¨¦cadas de los a?os cincuenta y sesenta sol¨ªan decir: ??Hoy se torea mejor que nunca!? Lo dec¨ªa el triunfalismo, pero triunfalismo lo era entonces todo, o casi todo, en los toros y fuera de ellos. Hab¨ªa un dato llamativo para respaldar la gozosa afirmaci¨®n: se cortaban m¨¢s orejas que nunca.Hubo hasta quien hizo estad¨ªstica: ?Mientras Curro Gir¨®n ha cortado esta temporada ciento-y-no-s¨¦-cu¨¢ntas orejas, Joselito s¨®lo cort¨® ... ? Un esc¨¢ndalo, vaya. Porque todos sab¨ªamos que en la ¨¦poca de Joselito, y en general hasta la guerra, era muy dif¨ªcil cortar orejas (dado que el p¨²blico, muy entendido y severo, era reacio a concederlas), mientras que despu¨¦s lo dif¨ªcil es no cortarlas.
Pero el triunfalismo es as¨ª, al¨¦rgico al an¨¢lisis, hasta al de ir por casa. Y la oreja regalada daba lustre a la faena mediocre y magnificaba al torero que la hab¨ªa ejecutado, aunque fuera m¨¢s corto que el rabo de una boina a medio capar. De este modo, surg¨ªan a tropel las figuras, o los fen¨®menos (que as¨ª los llamaban entonces) y los hab¨ªa que se hac¨ªan millonarios sin apenas saber c¨®mo se coge el capote (casos de Pedr¨¦s, El Litri, y tantos otros), o ni capote ni muleta, como El Cordob¨¦s.
De aquella tauromaquia cojitranca es hija esta de ahora, no muy sana, y a¨²n debemos darnos por muy contentos, pues podr¨ªamos estar peor. Lo l¨®gico habr¨ªa sido que el arte de torear degenerara hasta la infinita vaciedad del limbo, pero lo tenemos con algunos fundamentos, algunas esencias y algunas lucecitas que abren esperanzas para un futuro mejor.
El toreo de capa y la misma concepci¨®n de la lidia son lo que necesitan mucha inyecci¨®n y mucho ox¨ªgeno, y hasta trasplante de ¨®rganos. El taurinismo consigui¨® cambiar los criterios con tan mala pata, que ha llegado a desfigurar el espect¨¢culo. Empiezan por referirse al toro que sirve. Que sirve, ?para qu¨¦? Naturalmente, para enjaretarle, sin problemas, los dos pases consabidos a los que quieren reducir el repertorio de muleta. Es decir, que todos los dem¨¢s toros que por supuesto sirven para la lidia, quedan descalificados, y aqu¨¦lla se limita a una actitud permisivo-defensiva de no quedar mal, porque seg¨²n la mentalidad del taurino no es posible quedar bien. A la tauromaquia, en consecuencia, tan rica y s¨®lida, en t¨¦cnica y repertorio, se le arrancan sus mejores y m¨¢s dilatados cap¨ªtulos, de modo que el grueso y enjundioso libro queda convertido en folletito para turistas.
Ah¨ª tenemos a un Jos¨¦ Mari Manzanares, figura donde las haya en esta temporada de 1978, el cual no s¨®lo no brilla con el capote, sino que con ¨¦l se hace un l¨ªo. Ni para bregar le sirve, salvo excepciones. Y el caso es que re¨²ne condiciones para ejecutar los lances, pues tiene gusto y planta. Alguna vez le hemos sorprendido (porque hay que cogerle as¨ª, por sorpresa) en la interpretaci¨®n de alguna ver¨®nica impecable, o de una salerosa chicuelina.
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