Indicios de fracaso en la conferencia de Jamaica
Las dificultades existentes en el di¨¢logo Norte-Sur, que afectan a las relaciones entre pa¨ªses industrializados y en v¨ªas de desarrollo, persisten inalteradas tras la reuni¨®n entre dirigentes de seis pa¨ªses, celebrada en la isla de Jamaica. Ning¨²n tipo de acuerdo o comunicado fue facilitado al t¨¦rmino de la conferencia, celebrada a iniciativa del primer ministro jamaicano, Michael Manley.
Los observadores cercanos a la conferencia de Jamaica atribuyen el mutismo final de las conversaciones a una ausencia total de avances en las respectivas posturas, y estiman que ninguna de las delegaciones considera al final que los resultados hayan sido halag¨¹e?os. Tal vez podr¨ªa considerarse la reuni¨®n como un borrador de trabajo para futuras conversaciones con mayor participaci¨®n de los dos bloques de pa¨ªses, ya que esta vez faltaron quiz¨¢ los principales interesados.La no presencia de altos representantes de Estados Unidos dej¨® un vac¨ªo que se not¨® desde el momento mismo de iniciarse la ronda de conversaciones.
La asistencia de mandatarios tercermundistas y de los pa¨ªses industriales se circunscribi¨® a Canad¨¢, Alemania Federal, Noruega, Australia, Nigeria, Jamaica y Venezuela.
El ¨²nico logro de esta cumbre fue quiz¨¢ el abrir las puertas para el di¨¢logo entre los dos grandes bloques econ¨®micos del mundo, los industrializados y los exportadores de materias primas.
Uno de los mandatarios m¨¢s optimistas en cuanto a los resultados de la reuni¨®n de Jamaica es el presidente venezolano, Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, quien se?al¨® que ?hay una posibilidad cierta de que nos entendamos los pa¨ªses del Norte y del Sur y de que lleguemos a un fruct¨ªfero acuerdo para darle contestaci¨®n a las inquietudes que hoy vive la humanidad?.
Se?al¨® tambi¨¦n P¨¦rez que en las catorce horas de trabajo ?se prest¨® una cooperaci¨®n muy importante, para contribuir al buen ¨¦xito del di¨¢logo que se adelanta por v¨ªas institucionales?.
La informalidad fue probablemente la caracter¨ªstica fundamental de la cumbre de Runaway Bay. No se fue a tomar decisiones, sino a conversar ?como buenos amigos?, seg¨²n dijo el primer ministro de esa isla, Michael Manley.
Aunque no estuvieron presentes Ios representantes de Estados Unidos, Francia ni Inglaterra, el c¨¢nciller alem¨¢n, Helmut Schmidt, se reunir¨¢ con ellos en los primeros d¨ªas de enero.
En la reuni¨®n de la isla de Guadalupe, en pleno mar Caribe, los cuatro grandes de la econom¨ªa occidental analizar¨¢n el ?borrador de trabajo? de Jamaica.
Visto desde este punto, la cumbre de Jamaica s¨ª surti¨® sus efectos, tal vez no inmediatos, pero s¨ª a largo plazo, ya que se produjo, en medio de la informalidad, el necesario clima de distensi¨®n para futuras conversaciones.
"Punto muerto" durante 1978
Las relaciones Norte-Sur y las negociaciones por un ?Nuevo Orden. Econ¨®mico Internacional (NOEI)? llegaron casi a un punto muerto en el curso de 1978. pese a ciertos resultados positivos en algunos sectores individuales que no bastan para alterar una tendencia, que todo indica tiende a afianzarse.En casi todos los rubros -materias primas, comercio, desarrollo comercial, monetario y financiero y cuestiones de tecnolog¨ªa- el progreso registrado ha sido m¨ªnimo o inexistente.
Mientras el Tercer Mundo ofreci¨® un frustrante cuadro de divisiones en su seno, con batallas libradas solamente para mantener una precaria y marginal posici¨®n en la econom¨ªa mundial, los pa¨ªses industrializados, en cambio, supieron actuar con una notable voluntad pol¨ªtica que a la postre les permite mantener su dominio sobre el Tercer Mundo y conservar para el Norte industrializado una posici¨®n ventajosa.
El di¨¢logo Norte-Sur recibi¨® un fuerte impulso como consecuencia de la crisis sufrida en los precios del petr¨®leo de 1973, cuando necesitados del apoyo pol¨ªtico de los pa¨ªses en desarrollo para sus decisiones unilaterales, la OPEP (Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo) coloc¨® toda la fuerza de su influencia en el fiel de la balanza donde el Tercer Mundo exig¨ªa un nuevo orden econ¨®mico. Este proceso culmin¨® en 1975 con el compromiso de las Naciones Unidas de trabajar en funci¨®n del NOEI y con las promesas del Norte en el sentido de que negociar¨ªa sus t¨¦rminos.
Tras la euforia que sigui¨® a esta fase, el Norte maniobr¨® con ¨¦xito para comprometer al Sur, no a un di¨¢logo, sino a desarrollar en m¨²ltiples foros conversaciones dispersas que a la postre han terminado por agotar y confundir al Sur. Este proceso lleg¨® a un punto tal que se interpret¨® como un gran avance el mero hecho de que el Sur consiguiera mantener sus posiciones.
La OPEP, que podr¨ªa haber retomado la cuesti¨®n en Par¨ªs acordando un congelamiento temporal de los precios a cambio de una reestructuraci¨®n otorgada por el Norte, no procedi¨® en este sentido.
El papel de Naciones Unidas
Los esfuerzos por dar nuevamente una din¨¢mica al di¨¢logo Norte-Sur esta vez en el amplio contexto de las Naciones Unidas, no han logrado abrirse el espacio suficiente, mientras el comit¨¦ especializado que re¨²ne a ambas partes sigue estancado en el esfuerzo por descubrir la identidad del di¨¢logo y en ponerse de acuerdo sobre sus prop¨®sitos finales.En tanto, la nueva instituci¨®n con la que ha sido dotado el sistema de las Naciones Unidas -la direcci¨®n general para los asuntos econ¨®micos, en la que tanta esperanza ha depositado el Tercer Mundo- todav¨ªa no ha hecho sentir su importancia a nivel del di¨¢logo Norte-Sur ni siquiera en el interior del sistema jer¨¢rquico de la ONU. Con todo, es prematuro juzgar ahora la instituci¨®n o descartarla por inoperante.
En el CNUDYD (Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo) durante la reuni¨®n celebrada por la conferencia en 1976 en Nairobi, el fondo com¨²n y el programa integrado de materias primas anexo al primero, fueron concebidos y planteados como los instrumentos fundamentales que posibilitar¨ªan el nuevo orden econ¨®mico internacional (NOEI).
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