El n¨²cleo del debate energ¨¦tico
Director de HifrensaEra de esperar -seg¨²n expon¨ªamos en el art¨ªculo publicado ayer- que la introducci¨®n de la tecnolog¨ªa nuclear como medio de producci¨®n de energ¨ªa no causar¨ªa preocupaciones en el futuro, salvo que en sus primeros a?os demostrase ser origen de accidentes que fuesen causa de inquietud. Pero no en otro caso. Porque, insistimos, es siempre cuando un avance tecnol¨®gico no es todav¨ªa familiar, que sufre un rechazo irracional, casi dir¨ªamos biol¨®gico; pero no despu¨¦s. La aviaci¨®n, por ejemplo, caus¨® un n¨²mero considerable de v¨ªctimas en sus comienzos, lo que influy¨® en su aceptaci¨®n. Hoy d¨ªa, sin embargo, nos fiamos de las estad¨ªsticas que nos dicen que es uno de los medios de transporte m¨¢s seguros, y cuando ocurre una cat¨¢strofe como la de Los Rodeos, no por ello dejamos de utilizar el avi¨®n, ni a nadie se le ocurre decir que hay que renunciar al avi¨®n y cerrar todos los aeropuertos.
Sin embargo, con la energ¨ªa nuclear las cosas han ido al rev¨¦s. De las objeciones que al principio surg¨ªan solamente en discusiones t¨¦cnicas se ha pasado, veinte a?os despu¨¦s, a una oposici¨®n violenta y radicalizada por parte de sectores importantes de la poblaci¨®n. Y lo m¨¢s sorprendente es que ello tiene lugar cuando han transcurrido veintid¨®s a?os desde la inauguraci¨®n de Calder Hall, sin que desde entonces se haya producido un solo accidente nuclear mortal en una central, a pesar del elevado n¨²mero que funcionan actualmente. Por lo que se ve que la reacci¨®n del p¨²blico frente a la energ¨ªa nuclear es una reacci¨®n irracional, algo as¨ª como frente a los ovnis o al vud¨². Porque cuando se discute sobre el riesgo se aducen argumentos te¨®ricos mientras no se dispone de experiencia pr¨¢ctica. Pero hablar de la peligrosidad de la miner¨ªa discurriendo horas enteras sobre la inflamabilidad del gris¨² o los posibles derrumbamientos, cuando se dispone de estad¨ªsticas ciertas, es algo irracional. Podr¨ªa el mejor t¨¦cnico del mundo discurrir con todos los argumentos f¨ªsicos y qu¨ªmicos sobre la teor¨ªa de que una l¨¢mpara de minero en presencia de emanaciones de gris¨² debe forzosamente causar una explosi¨®n que si la experiencia en las minas e miles de l¨¢mparas indican lo contrario, para cualquier persona medianamente l¨®gica ha de preponderar la experiencia. El caso nuclear es a¨²n m¨¢s sorprendente, porque los t¨¦cnicos afirman lo que la experiencia confirma, y, sin embargo, ello no sirve a contrarrestar las manifestaciones de los adalides de la oposici¨®n. Probablemente no ha habido en la historia del progreso industrial una industria nueva que se haya comportado tan excelentemente como la nuclear.
Escasez de energ¨ªa
Probablemente, tambi¨¦n, ninguna,otra ha hecho su aparici¨®n en un momento m¨¢s oportuno para solucionar un grave problema, como es, en este caso, el de la escasez de energ¨ªa. Y, sin embargo, la repulsa en algunos casos llega a tomar el car¨¢cter de una cuesti¨®n de amor propio. No se habla M¨¢s que de capitalismo, multinacionales, centralismo de las decisiones, y no se analiza el problema desde su visi¨®n l¨®gica de problema t¨¦cnico.
Por ello todo es obstaculizar, por los medios que se a, el desarrollo de e las implantaciones nucleares, incluso a costa del dinero de los ciudadanos, los que cada vez les saldr¨¢ m¨¢s cara la energ¨ªa. As¨ª, esta tecnolog¨ªa que tan bien ha resistido la prueba de la experiencia de su aplicaci¨®n, ha sido la primera que ha habido In enester de una nueva ley f¨ªsica aplicable a la reglamentaci¨®n burocr¨¢tica que a ella concierne. Es la famosa ley de Murphy,que dice simplemente: ?Lo que pueda ir mal, ir¨¢ mal.? Esta ley ha llegado a ser la m¨¢s conocida en los ambientes nucleares hasta hace poco, que ha quedado en desuso al ser desplazada por el comentario de O'Toole, que, a su vez, dice: ?Murphy era un op¨¹m¨ªsta.? Es triste, pero es as¨ª' De nada contar¨¢n m¨¢s de doscientas centrales nucleares produciendo energ¨ªa con una regularidad ejemplar, limpias, creando puestos de trabajo interesantes y bien remunerados, Los grupos de oposici¨®n continuar¨¢n sin atender a lo que la experiencia ense?a y seguir¨¢n pidiendo la paralizaci¨®n de las obras, como si actualmente se pudiese permitir este pa¨ªs, ni ning¨²n otro, el despilfarrar millones que se necesitan para otras atenciones. Porque la detenci¨®n de las centrales comenzadas, siquiera sea temporalmente, supone un despilfarro.
?Qu¨¦ decisiones y por qui¨¦n?
Problema t¨¦cnico, pura y simplemente, el de la tecnolog¨ªa nuclear. Lo que no quiere decir que lo sea el de la construcci¨®n de las centrales nucleares. De aqu¨ª nuestra pregunta: ?Qu¨¦ decisiones hay que tomar? ?Qui¨¦nes han de tomar estas decisiones? Porque, a mientender, hay claramente una decisi¨®n de Gobierno que corresponde discutir a los pol¨ªticos, y hay otras que corresponde tratar a los t¨¦cnicos. Mezclar ambas no nos conducir¨¢ a nada bueno.
La primera d¨¹isi¨®n, de tipo absolutamente pol¨ªtico, es el m¨®,delo de sociedad en la que queremos vivir. A¨²n dir¨ªa m¨¢s: el modelo de sociedad en'que creemos que. les gustar¨ªa vivir a nuestros descendientes. Que ya es buena pregunta.Porque hay un problema grave e inmediato, y es que si todos los pol¨ªticos llegasen por consenso a determinar que la sociedad del futuro ha de ser un retour a la nature, como quer¨ªa Rousseau, lo cierto es que de inmediato ello es imposible. Por ahora no cabe sino hacer unas previsiones de consumo de energ¨ªa bas¨¢ndose en la experiencia que ya se tiene de nuestro pa¨ªs y los m¨¢s sim flares al nuestro y, haciendo uso de la estructura existente, ver c¨®mo habr¨¢ que completarla para atender a la demanda. Aqu¨ª cabe hacer todos los supuestos de crecimiento que se quiera y ser¨¢, naturalmente, un buen motivo de pol¨¦mica en el Congreso y de cont¨ªnuos reproches a los planes gubernamentales. Porque, como la mayor parte de los temas econ¨®micos, los puntos de vista ser¨¢n totalmente dispares. No s¨¦ qui¨¦n dec¨ªa que, ni aun poniendo a todos los economistas codo con codo se conseguir¨ªa que se pusiesen de acuerdo sobre algo. Por tanto, en cuanto el Gobierno haga un supuesto de crecimiento econ¨®mico est¨¢ claro que alguien de la oposici¨®n afirmar¨¢ que es un disparate. Sin que con ello trate de hacer pol¨ªtica, pues podr¨ªan los papeles estar cambiados entre los diferentes partidos y el resultado serr¨ªa el mismo. Pero, sea como sea, hay qu llegar a la determinaci¨®n de un tasa de crecimiento y en funci¨®n de ella prever las necesidades d energ¨ªa en los a?os a venir.
A partir de aqu¨ª, y teniendo cuenta la estructura de suministro energ¨¦ticos con la que contamos que -buena o mala- es la que el no cabe partir de otra, habr¨¢ que considerar las aportaciones que pueden obtener de las diversas fuentes de energ¨ªa actualmente disponibles o que lo vayan a estar en breve. Y aqu¨ª s¨®lo pueden contar dos factores, que son: las posibilidades de aplicaci¨®n de cada una de estas fuentes y el coste a que saldr¨¢ el kilovatio-hora. Que, bien pensado, no son dos factores, sin uno, porque el primero va impl¨ªcito en el segundo. Este es un problema para los t¨¦cnicos, y cua quiera que lo sea conoce que la soluci¨®n pasa, ineludiblemente, por la energ¨ªa nuclear. Salvo que -esta es otra decisi¨®n pol¨ªtica- nos quiera aceptar la energ¨ªa nuclear. Dado el estado de oposici¨®n irracional que se da en algunos sectores, es claro que la aceptaci¨®n o no de la energ¨ªa nuclear es decisi¨®n pol¨ªtica. Porque t¨¦cnicamente la decisi¨®n es clara y -dir¨ªamos- hay consenso. Salvo que se d¨¦ categor¨ªa de experto nuclear a todo el que habla con aplomo sobre el tema aunque sea para hacer afirmaciones sin sentido. Esta decisi¨®n pol¨ªtica s¨ª es importante, porque debe cerrar el camino a la obstaculizaci¨®n onerosa a que antes me he referido. 0 se acepta la energ¨ªa nuclear o no se acepta. Si -com me temo- se acepta con reserva ya que el ser humano tiende siem pre a cubrirse, como los apostante en el front¨®n, se podr¨¢ aprobar u cierto n¨²mero de instalaciones nu cleares. Las cuales deber¨¢n insta larse de acuerdo con criterio t¨¦cnicos, porque desde el momen en que se aprueben ser¨¢n nueva mente los expertos los que, tenien do en cuenta todos los par¨¢metr que intervienen, hagan la selecci¨® m¨¢s apropiada. Sin permitir en tonces presiones improcedente Esto, a mi entender, debe queda perfectamente claro, pues tras el debate pol¨ªtico, los emplazamien tos deben ser los requeridos por demandas del consumo. Ser¨ª absurdo, por ejemplo, que un central destinada a alimentar un regi¨®n con una alta demanda de energ¨ªa -y que, disponga de cm plazamientos apropiados desde e pumo de vista t¨¦cnico, como es, e general, el caso- se instale en otr regi¨®n distinta por presiones populares.
Expertos para decisiones t¨¦cnicas
Puesto que las decisiones pol¨ªtcas se habr¨¢n tomado seg¨²n la normas democr¨¢ticas de la discusi¨®n y el voto, las decisiones t¨¦cnicas solamente deben discutir desde un punto de vista t¨¦cnico por los expertos reunidos alrededor de una mesa, y sin algaradas populares. El que los expertos oficiales que participen dependan de la Administraci¨®n central o de los ente aut¨®nomos es problema pol¨ªtico intrascendente, siempre qu re¨²nan dos ¨²nicas condiciones: se sinceros y expertos. De esta manera se conseguir separar los campos de decisi¨®n, lo que ha de aportar grandes ventaja a la econom¨ªa hacional, que bien las necesita.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.