El caos y la noche
Bueno, el caos es lo nuestro, el caos y la noche, el caos como proyecto sugestivo de vida en com¨²n, o sea el cirio, el cacao, el colacao, ya estamos instalados de nuevo en el caos, confortables de caos y muerte, de caos y noche, tras haber salvado el peligro de la racionalidad, la constitucionalidad y la paz.Desde el Ej¨¦rcito hasta el Partido Comunista, todo el mundo parece aqu¨ª inoculado por el virus roussoniano, volteriano quiz¨¢, de la sensatez, del sentido com¨²n, de la calma, por el mal cartesiano de la raz¨®n. Pero el caos y el cainismo, los males sagrados y salvadores de la raza, de las razas, emergen desde el fondo de la flora y la fauna. Si repasamos un poco la historia de esto que ya ni siquiera se llama Espa?a, en seguida se ve que lo nuestro es la locura y la muerte, el guerracivilismo, de Viriato al cura Santa Cruz. La democracia y la raz¨®n no son sino, como dir¨ªa el 98, embelecos franceses.
-Se olvida usted de que hay una conjura internacional -salta el parado.
Naturalmente que hay conjuras internacionales, ulsterizaciones, cauterizaciones, terrorismo, sicilizaci¨®n de Italia, italianizaci¨®n de Europa, europeizaci¨®n (sangrienta, no mercadocomunitaria) de Espa?a. Naturalmente. Pero el tema no es ¨¦se, porque todas las epidemias prenden m¨¢s en unos vecinos que en otros. Tambi¨¦n hay c¨®lera morbo asi¨¢tico, pero acostumbra a quedarse en Asia.
Todo esto lo pensaba yo ayer, en el fondo de un taxi, en un par¨®n de varias horas, bajo control de carreteras, entre el caos del terrorismo y la noche de Reyes, que casi estamos ya, buscando por el cielo, a trav¨¦s de la ventanilla, la estrella de los Magos, que por lo visto la ha secuestrado ETA y piden oro, incienso y mirra por el rescate. Es el impuesto revolucionario a los Reyes.
Lo dec¨ªa Jos¨¦ Hierro hace ya muchos a?os.
-Somos mala gente que pasa cantando por los campos.
Y quemando los campos, de paso. Claro que hay conjuras internacionales, pero qu¨¦ bien prende el fuego negro del terrorismo en la estopa nacional, irracional, fenomenal. Una o dos veces por siglo nos entra aqu¨ª, en Espa?a, la locura griega del raciocinio, casi el vicio griego, el mal g¨¢lico del cartesianismo, el virus enfermizo y decimon¨®nico del parlamentarismo, que es como la tuberculosis que consume a la democracia, esa Margarita Gautier. Ahora nuestro Armando Duval en funciones de presidente Su¨¢rez habr¨¢ comprendido que es m¨¢s urgente hacer la paz que hacer elecciones, porque la epidemia razonante se pasa pronto y en seguida volvemos a lo nuestro, que es el hermoso caos revolucionariointegrista con jerifaltes de anta?o y parabellum de hoga?o al resplandor de la hoguera inexplicable y sospechosa. Los cruzados de la causa entrecruzada y misteriosa han vuelto a cabalgar sobre Madrid.
Les da aqu¨ª a los pol¨ªticos por ponerse democr¨¢ticos, desde los posfranquistas hasta los extremocomunistas, y el d¨ªa que sali¨® Su¨¢nz por televisi¨®n anunciando las generales, lo vimos M¨¢ximo, Peridis y yo -pas tres gracias de este peri¨®dico- en la casa y el chalet de M¨¢ximo, y luego nos fuimos a cenar y, cosa curiosa, sin ponernos de acuerdo, nadie hablo de eso para nada, no comentemos el tema en toda la noche, lo que quiere decir que hab¨ªa un subsconciente colectivo (colectivo de tres, Pero suficiente para Jung) en cuanto que hab¨ªamos asistido a un albur hist¨®rico, a un fallo quiz¨¢, en cuanto a que nos met¨ªamos en la boca de otro lobo, y sin estricnina de la que ahora reparte Icona contra c¨¢nidos asilvestrados en general.
Ninguno de los tres somos comentaristas pol¨ªticos, pero ninguno de los tres somos tontos, e intu¨ªamos que si usted puede, se?or Su¨¢rez, Espa?a no puede, porque es darle mucho tiempo al tiempo y mucha cuerda a la metralleta. Ahora, en fin, ya estamos metidos otra vez de lleno en el caos la noche, que es lo nuestro, y si abriga?, yo digo que en el caos se est¨¢ calentito, frito a tiros, y que cada pueblo tiene sus ma?as para hacer y estribir la historia. Nosotros la escribimos a gritos.
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