Brigada contra el terrorismo
LA ?ESTRATEGIA italiana? del terrorismo espa?ol se dibuja d¨ªa a d¨ªa con una precisi¨®n y rapidez tan asombrosas como crueles. Manteniendo el escal¨®n terrorista de atentados indiscriminados contra las fuerzas de orden p¨²blico y de amedrentamiento de civiles presuntos colaboradores de aqu¨¦llas, se ha ascendido ya el pelda?o de golpear repetidamente a las instituciones. Ej¨¦rcito y Magistratura est¨¢n siendo las primeras v¨ªctimas de esta escalada cualitativa y, como lo ha sido en Italia, le llegar¨¢ el turno a otros estamentos sociales si el Gobierno no es capaz de frenar el fen¨®meno y si la respuesta emocional de los cuerpos atacados es tan elemental como la que hemos contemplado.No entra en nuestro ¨¢nimo el agorerismo o la resignaci¨®n de los pesimistas; por el contrario, creemos que los ¨²nicos problemas pol¨ªtico-sociales (como el terrorismo) que no se resuelven son los que no se saben resolver, pero hay que desde?ar la psicolog¨ªa del avestruz y plantearse la evidencia de que hay ?listas negras? en manos de la internacional del temor y que esas listas se est¨¢n cumpliendo indefectible y funeralmente.
Si tuvi¨¦ramos Cortes ser¨ªa de urgencia, ante la progresi¨®n geom¨¦trica que est¨¢n adquiriendo los atentados, dar estado parlamentario al problema terrorista. Pero no convocar un Pleno como el que ya se nos depar¨® hace meses sobre orden p¨²blico para escuchar c¨®mo el Gobierno se justifica, el jacobinismo vasco manipula la violencia institucional y la derecha conservadora remeda al ¨²ltimo Calvo Sotelo. No se nos alcanza c¨®mo en este pa¨ªs, en el que la pol¨ªtica y la econom¨ªa se han venido pactando parlamentariamente hasta el 27 de diciembre, no se haya logrado un consenso de todas las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas para sentar unas grandes l¨ªneas de actuaci¨®n en la lucha antiterrorista.
Por el contrario, el terrorismo y sus consecuencias contin¨²an siendo arma arrojadiza interpartidos, con clara ventaja t¨¢ctica y psicol¨®gica para los segmentos de opini¨®n m¨¢s reaccionarios. Y es que el terrorismo que estamos padeciendo ya hace tiempo que ha dejado de ser competencia t¨¦cnica exclusiva de determinado Gobierno o un apartado m¨¢s de lo que se entiende por ?orden p¨²blico?. El terrorismo que padecemos es un problema de Estado que el Ministerio del Interior no sabe ni si quiera contener o acaso no puede hacerlo en su medrosidad de proceder a una verdadera reforma del aparato policial.
Es harto sabido que el anterior r¨¦gimen dej¨® unos servicios policiales y de informaci¨®n absolutamente infradotados en personal humano y medios t¨¦cnicos, si no acaso inexistentes. Buena prueba de ello lo sufri¨® el propio r¨¦gimen franquista en sus postrimer¨ªas, que coincidieron con el auge del terrorismo. Las estructuras generales de la seguridad del Estado han sufrido con la democracia reformas poco m¨¢s que formales y nominativas, con el ¨²nico activo del acceso a algunos puestos de responsabilidad de hombres de talante profesional que han quedado en meras islas de buena voluntad, en un contexto policial significado por la ineficacia, cuando no por el desd¨¦n, hacia lo que debe ser una polic¨ªa al servicio de una sociedad desarrollada y libre.
El no haber procedido -por temores pol¨ªticos- a la remodelaci¨®n profesional de la polic¨ªa en profundidad trae ahora estos Iodos en los que vemos c¨®mo son asesinados hombres p¨²blicos previamente amenazados, con conocimiento policial y de sectores de opini¨®n sobre estas amenazas, y, sin embargo, indebidamente protegidos, bajo el argumento de que ellos no quer¨ªan. El Gobierno tiene el deber de garantizar la seguridad de estas personas que son buscadas por la mano asesina en virtud de su significaci¨®n pol¨ªtica o social y no por motivos particulares. En este panorama emerge como un monumento a la ineficacia esa Brigada Antiterrorista, comandada por el legendario comisario Conesa, experta en capturar secretamente presuntos terroristas para anunciar su detenci¨®n cada vez que terroristas m¨¢s eficaces consuman un nuevo atentado. La farsa de la Brigada Antiterrorista puede continuar. La decepci¨®n de los espa?oles ante los servicios de seguridad del Estado es absoluta.
Por lo dem¨¢s, tenemos en¨¦simamente que condolernos todos ante el asesinato del magistrado Cruz Cuenca -otro crimen evidente contra la sociedad entera- y contemplar pacientemente c¨®mo el Gobierno, a falta de mayor imaginaci¨®n, adelanta el entierro de la ¨²ltima v¨ªctima del terrorismo, en su incapacidad de poner en recaudo a los criminales y de poner orden entre los profesionales de la politizaci¨®n de los sepelios.
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