Brasil 79: democracia controlada / 2
El desflecamiento del bipartidismo en vigor ya se ha ido operando internamente con ocasi¨®n de las legislativas de noviembre y cada pacio pol¨ªtico. As¨ª, del Movimiento pacio pol¨ªtico. As¨ª del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o, el MDB, saldr¨¢n tres bloques, el aut¨¦ntico o radical, el centro, y el adhesionista de Chagas Freitas. Del oficialista ARENA cabr¨¢n dos escisiones: la liberal y la de los tradicionales. En cuanto a la configuraci¨®n final del espectro, los militares desear¨ªan un m¨¢ximo de cuatro partidos, pero por lo que se est¨¢ gestando parece que ese deseo se ver¨¢ ampliado. Magalhaes Pinto y Accioli Pinto pretenden un a formaci¨®n dem¨®crata progresista y anti ARENA; Celio Borja y Delf¨ªn Netto juegan la carta socialdem¨®crata, pero, en realidad, las restantes fuerzas los consideran como un ARENA bis; no se puede desechar la creaci¨®n de un partido socialista, si bien esta etiqueta se basa esencialmente en el Partido del Trabajo, heredero del fallecido Getulio Vargas y del depuesto presidente Goulart, por medio de Yvette Vargas, la nieta de Getulio, y de Lionel Brizzola, cu?ado de aqu¨¦l y hoy en el exilio. Pero la verdadera raz¨®n de ser del futuro partidista brasile?o vendr¨¢ dada por el rumbo que tome el general Figueirido, presidente electo, que por lo que se sabe y ha dicho desea jugar la baza centro-izquierda, y por la posici¨®n que adopten los sindicatos de los grandes n¨²cleos industriales, que vienen pegando con fuerza desde la clandestinidad y que, de seguro, luchar¨¢n de firme por la actualizaci¨®n del deteriorado poder de compra de los trabajadores y por la repulsa definitiva del vigente modelo econ¨®mico.Los sindicatos tienen bien aprendido que no basta el lema de ley y orden cuando los salarios reales de los trabajadores brasile?os bajan cada d¨ªa que pasa. Es claro que las campanadas a muerto del bipartidismo consentido comenzar¨¢n a doblar el 1 de enero de 1979. Es la fecha en que quedar¨¢ enterrada el Acta Institucional n.? 2, de 1965, y los nuevos partidos empiezan la dif¨ªcil carrera de una implantaci¨®n nacional.
Elecciones trucadas
Lo que realmente pes¨® sobre los 44 millones de brasile?os, alfabetos y mayores de dieciocho a?os, que acudieron a depositar su voto en las elecciones legislativas pasadas fueron los problemas de la vida diaria: el disparatado alza del coste de la vida, la abundancia de paro la mala calidad de los transportes p¨²blicos. la insuficiencia de viviendas sociales y la dram¨¢tica reducci¨®n de la capacidad adquisitiva. Los casi cinco lustros de Gobierno militar han creado tal escepticismo en el pueblo que ¨¦ste lo ¨²nico que vot¨® fue por el cambio para ver si as¨ª los problemas dom¨¦sticos se arreglan. Es m¨¢s, la limitaci¨®n de la ley Falcao, cara a las restricciones a que se vieron sometidos los candidatos de la oposici¨®n en la campa?a electoral, y el conocido ?paquete Abril?, por el que articul¨® la captaci¨®n de mayor n¨²mero de votos en los estados que el partido oficialista se sab¨ªa ganador -en los siete estados m¨¢s grandes y con un 72% del electorado s¨®lo pod¨ªan elegir al 64% de los diputados-, no impidieron que el MDB doblara los esca?os obtenidos en 1974 y consiguiera un 12% m¨¢s de los votos.
Del c¨®mputo final, el ARENA logr¨® sumar 42 diputados m¨¢s que el MDB, de los 420 en total y quince senadores de un total de veintitr¨¦s, se puede deducir que la victoria de ARENA, sobre 4.060 candidatos en veintitr¨¦s estados, ha sido d¨¦bil y gracias a los artilugios administrativos existentes. De todas formas, las elecciones, una vez m¨¢s, se desarrollaron sobre la base del ?clientelismo?, es decir, so bre los manejos de los caciques, en especial en las zonas rurales, que contaban con un 58 % del voto total y se hallaba bajo control del poder militar. Por otra parte, los gobernadores salieron elegidos mediante el sistema indirecto o, lo que es lo mismo, por la designaci¨®n disfrazada. A pesar de todo ello, la oposici¨®n civil ha salido reforzada y nuevamente ha dominado el voto de los centros industriales y de la tierra gaucha, la de R¨ªo Grande do Sur. En resumen, las elecciones legislativas han puesto sobre el tapete que, a nivel de voto, existen dos Brasiles, el del Sur y Centro favorecedor del MDB, y el del Norte y Este subdesarrollados que se ?in clin¨® democr¨¢ticamente ? por el ARENA. Es claro que, con el mar co jur¨ªdico actual, no puede, hoy por hoy, plasmarse una alternativa de poder civil y que la dualidad electoral permanecer¨¢ hasta que la liberalizaci¨®n pol¨ªtica sea un hecho en la vida del pa¨ªs.
Tensiones en las Fuerzas Armadas
Quedan lejos los tiempos de la guerrilla de Marighela y Lamarca, liquidados en 1969 y 1971, respectivamente, y est¨¢ muy activa pol¨ªticamente la Iglesia cat¨®lica, que ha plantado cara al r¨¦gimen dictatorial, por medio de los 230 obispos que comp¨®nen la Conferencia Episcopal brasile?a, y haci¨¦ndose eco de las tesis de Dom Helder C¨¢mara y del Concilio Vaticano II. Esa toma de postura eclesial, un verdadero factor de cambio, y la creciente presi¨®n social han calado en algunos sectores militares.
A la usura de poder de los militares, disc¨ªpulos de la Escuela de Guerra y del Pent¨¢gono, le est¨¢n apareciendo unos focos de contestaci¨®n importantes dentro de los cuarteles. No todo es monolitismo y disciplina ciega en las salas de bandera. De ah¨ª los documentos del 31 de marzo de 1977 y del 24 de abril de igual a?o, redactados por 110 coroneles componentes del Movimiento Militar Democr¨¢tico. En los citados documentos se exig¨ªa el regreso a los cuarteles, y esas voces lanzadas por profesionales de alta graduaci¨®n cayeron como una bomba en el palacio presidencial, en Brasilia, pues vinieron a sumarse a las afloradas en otros estamentos.
Aun cuando el antimarxismo sea el denominador com¨²n de los militares brasile?os, el resto de su contenido ideol¨®gico y su aplicaci¨®n t¨¢ctica difieren. El sector de los profesionales se atiene a las ordenanzas. El de los activistas se fracciona en varias ramas: la extrema derecha; los castellistas, seguidores de Castelo Branco y Golbery; los occidentalistas y desarrollistas, y los nacionalistas y menos deseosos de ligarse a EEUU. En realidad, todos los activistas critican al Gobierno, aun cuando cada facci¨®n desea que sus ideas se impongan sobre las del colectivo militar. Pero precisamente esas cr¨ªticas surgidas en el propio seno de las Fuerzas Armadas hacen que ¨¦stas se debiliten como corporaci¨®n y las tesis de la vuelta a los cuarteles se extiendan m¨¢s all¨¢, y con fuerza de los cuarteles.
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