Ensalada napolitana
A partir de una novela de Attilio Veraldi, uno de los m¨¢s conocidos autores italianos de novelas polic¨ªacas, nada menos que cuatro guionistas, de regular fama tambi¨¦n, han escrito este filme, verdadera ensalada de g¨¦neros en el que se entremezclan la comedia de intriga, el sainete, el folklore y alguna que otra anotaci¨®n social. Tan dispares elementos no s¨®lo se combinan mal, sino que se rechazan o destruyen en parte por culpa de los autores y en parte tambi¨¦n por culpa del realizador y de su labor torpe y mec¨¢nica.La historia, por otra parte, y en lo que a originalidad se refiere, resulta una acumulaci¨®n mal ama?ada de temas ya viejos en el cine italiano, desde la lucha m¨¢s o menos declarada de los clanes de la construcci¨®n, hasta la guerra de las mafias secretas comprometidas en este caso por un paquete de documentos robados. La b¨²squeda de ¨¦stos por el protagonista y su enfrentamiento posterior con el comisario, en parte colaborador y en cierto modo enemigo, aparece sembrada de aventuras que podr¨ªan resultar divertidas en otras manos m¨¢s h¨¢biles, bajo otra direcci¨®n m¨¢s ir¨®nica, agria o intencionada. No ha sido as¨ª y el derroche de buenos actores, de nombres prestigiosos no se justifica ni a?ade gran cosa.
El abogado de paja,
Seg¨²n la novela de Attilio Veraldi. Gui¨®n de Dino Maiuri, Massimo de Rita, Luciano de Crescenzo y Elvio Porta. Direcci¨®n: Sergio Corbucci. Int¨¦rpretes: Nino Manfredi Ugo Tognazzi, Paolo Sioppa, Marisa Laurito, Genaro Di Napoli, Inma Piro, Marisa Merlini. Policiaca. Italia 1977. Local de estreno: Cid Campeador.
Dirigida muy claramente al p¨²blico fiel de Manfredi y Tognazzi, no faltan, curiosamente, a esta pel¨ªcula ambiciones. La principal vendr¨ªa a ser echar los cimientos de un nuevo tipo de comedia policiaca italiana, en operaci¨®n paralela a la llevada a cabo por algunas editoriales. Nada hay que se oponga a tal operaci¨®n, salvo que en este caso la labor de Corbucci mira m¨¢s a la taquilla que a cualquier tipo de renovaci¨®n del g¨¦nero.
Los personajes aparecen calcados sobre el patr¨®n de los actores y convencen poco. La posible denuncia social nos deja indiferentes. Un inter¨¦s puramente anecd¨®tico cuando no superficial, nos lleva fr¨ªamente al desenlace. Ni la iron¨ªa de Tognazzi, ni el buen oficio de Paolo Stoppa consiguen animar el relato por encima de la pura somnolencia.
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