V¨ªsperas de elecciones
Noticia de una violaci¨®n en primera p¨¢ginaGui¨®n: Sergio Donati. Direcci¨®n: Marco Bellocchio. Fotografia: Luigi Kuveiller. M¨²sica: Ennio Morricone. Int¨¦rpretes: Gian Mar¨ªa Volont¨¦, Laura Betti, Carla Tal¨®, Jacques Herlin, Fabio Garriba. Italia, Francia. Pol¨ªtico. 1972. Local de estreno: Rosales.
V¨ªsperas de elecciones en Italia. Uno de los diarios principales apoya a la ultraderecha. Una muchacha aparece estrangulada en las afueras de Mil¨¢n. El director del peri¨®dico, dispuesto a aprovechar el crimen, de acuerdo con la polic¨ªa, inventa un culpable: unjoven de izquierdas amigo de la v¨ªctima sobre el que har¨¢ recaer las sospechas, ayudado por el comisario que investiga el caso. Hace ya m¨¢s de diez a?os, Marco Bellocchio surgi¨® en el cine italiano, llamando la atenci¨®n sobre s¨ª, o por mejor decirlo, desencadenando violentas controversias, tan ¨¢speras como la carga agria de sus filmes, en los que la cr¨ªtica m¨¢s corrosiva daba forma a un estilo personal lejano de los c¨¢nones neorrealistas de su tiempo. M¨¢s cercano al mejor Bu?uel que a sus compa?eros de promoci¨®n, era este el Bellocchio ?arrabiato?, es decir, rabioso, airado, capaz de sacar a la luz las lacras m¨¢s representativas de las actuales estructuras sociales. Eran los a?os de China est¨¢ cerca, En el nombre del padre, recientemente estrenada entre nosotros y alg¨²n que otro t¨ªtulo que hizo sonar su nombre quiz¨¢ algo m¨¢s de sus reales valores.
De entonces ac¨¢, desde I pugni in tasca a La gaviota, realizada justamente para el Estado italiano a trav¨¦s de la RAI, la ira de Bellocchio parece haberse serenado un tanto, apagada con el paso de los a?os, como la de tantos otros colegas de su ¨¦poca.
El retraso con que sus filmes suelen llegar hasta nosotros hace que hoy podamos conocer ese tipo de cine anterior realizado hace seis a?os, cine plagado de defectos y virtudes, de cierta crispaci¨®n intelectual que le impide serenar el relato, que el espectador saque sus propias conclusiones. Bellocchio, por el contrario, le cerca, le apremia, le dirige hacia sus propias convicciones cuidando de que ninguna raz¨®n le quede al margen, de que ninguna justificaci¨®n se le escape. Pretende hacer al p¨²blico part¨ªcipe de sus fobias, de sus sarcasmos personales, cayendo, no sabemos si de modo consciente o no, en toda clase de graves deformaciones.
Si la historia uede aparecer en conjunto veros¨ªmil, de cuando en cuando se rompe en secuencias y alusiones que nada a?aden, pero que, en cambio, anulan la validez del conjunto, la eficacia del relato, ya de por s¨ª unilateral, cuando no excesivamente esquem¨¢tico. Tal sucede con la escena del director del diario y su mujer, a todas luces fuera de lugar, torpe y forzada, a la cual es preciso a?adir el personaje interpretado por Laura Betti, salvado en parte gracias al buen hacer de esta excelente actriz italiana.
Que la prensa tome partido en las causas pol¨ªticas supone poca novedad; que en ocasiones deforme los acontecimientos, mienta por omisi¨®n o invente falsos culpables, ha sido tema ampliamente tocado por el cine americano. Para llevar a cabo una diatriba seria en el programa ?airado? de un realizador actual ser¨ªa preciso a?adir un nuevo punto de vista, incluir alg¨²n nuevo matiz que aqu¨ª se echa de menos, algo m¨¢s que esa ira que en esta ocasi¨®n desvirt¨²a el relato. Por lo dem¨¢s, el filme se deja ver; no cansa; est¨¢ bien realizado, sin alardes, y salvo en las paries ya citadas, aparece bien interpretado, por encima de alguna elemental met¨¢fora como la que cierra el relato con las aguas residuales de los canales inundando la imagen de Mil¨¢n en plenas elecciones.
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