La visita del Papa a M¨¦xico plantea graves problemas de protocolo
El viaje del papa Juan Pablo II a M¨¦xico, con motivo de la inauguraci¨®n de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que se celebrar¨¢ en Puebla, est¨¢ planteando al Gobierno del presidente L¨®pez Portillo graves problemas protocolarios, para cuya resoluci¨®n los diplom¨¢ticos mexicanos y vaticanos est¨¢n empleando lo mejor de su tacto.Los problemas tienen su origen en la ausencia de relaciones entre los dos Estados y en las sever¨ªsimas disposiciones de la Constituci¨®n mexicana en materia religiosa.
Desde mediados del siglo pasado, la Iglesia cat¨®lica fue duramente combatida por los movimientos revolucionarios mexicanos y acusada de ponerse del lado de ricos y opresores. Toda la furia antieclesi¨¢stica de la Revoluci¨®n de Madero, en 1910, se plasm¨® en la Constituci¨®n de Quer¨¦taro, promulgada en 1917 bajo la presidencia de Venustiano Carranza y a¨²n vigente hoy.
Dicho texto establece, por ejemplo, que todas las iglesias son propiedad del Estado, que puede alquilarlas a las autoridades eclesi¨¢sticas. Monjas, religiosos y sacerdotes carecen de derechos pol¨ªticos, como el voto, y no pueden pertenecer a ning¨²n partido. El uso de h¨¢bitos est¨¢ totalmente prohibido fuera de los recintos dedicados al culto, restringidos exclusivamente a las iglesias. La Constituci¨®n se?ala, adem¨¢s, que religiosos y cl¨¦rigos ejercitantes deben ser de nacionalidad mexicana.
Todas y cada una de estas disposiciones legales (que en la pr¨¢ctica se quebrantan diariamente, con la tolerancia de las autoridades) suponen otros tantos problemas de protocolo. Por ejemplo: si el Papa, como es previsible, llega a M¨¦xico vistiendo sus ropajes pontificios, estar¨¢ violando la Constituci¨®n. Si, como est¨¢ previsto, Juan, Pablo II oficia en Puebla una misa al aire libre, tambi¨¦n quebrantar¨¢ la Carta Magna. Te¨®ricamente, el Papa tampoco podr¨ªa ejercer su ministerio pastoral en la inauguraci¨®n de la Conferencia de Puebla, pues no es ciudadano mexicano. Este ¨²ltimo problema parece resuelto, pues el Gobierno mexicano ha concedido a Juan Pablo II un visado de ?visitante distinguido?.
En virtud de la inexistencia de relaciones diplom¨¢ticas entre M¨¦xico y el Estado vaticano, las autoridades no han previsto ning¨²n acto oficial de recepci¨®n o despedida, ni ninguna ceremonia civil de salutaci¨®n al ilustre viajero. Pero son muchos los analistas que piensan que la visita de Juan Pablo II a M¨¦xico puede ser el primer paso para la normalizaci¨®n diplom¨¢tica entre ambos Estados soberanos.
La situaci¨®n es tanto m¨¢s parad¨®jica si se tiene en cuenta que la poblaci¨®n mexicana es en un 97,5 % cat¨®lica, y que el n¨²mero de practicantes es uno de los m¨¢s altos del mundo. La religiosidad de los mexicanos, sobre todo en las ¨¢reas rurales, es una caracter¨ªstica consustancial de la personalidad popular.
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