Crisis pol¨ªtica en Italia
EL ESQUEMA de la crisis pol¨ªtica italiana es tan simple como inquietante: el segundo partido del pa¨ªs -el Comunista- no puede entrar en el Gobierno ni estar en la oposici¨®n. No puede estar en el Gobierno porque una serie de vetos lo impide: desde Estados Unidos y las alianzas exteriores del pa¨ªs hasta el capital, la Iglesia y el Ej¨¦rcito, sin olvidar a los partidos que m¨¢s o menos representan estos intereses: el primero, la Democracia Cristiana. Pero no puede estar en la oposici¨®n porque, dado el malestar profundo en que vive Italia, acaparar¨ªa amplias masas descontentas, que ahora se dividen entre una indiferencia resignada, un inconformismo sin canal, un izquierdismo desmigajado o un sindicalismo con tendencia a la ?huelga salvaje?, a una serie de acciones fragmentadas que no tienen en cuenta un inter¨¦s general del pa¨ªs y de la pol¨ªtica social y econ¨®mica. Para resolver este misterio, Italia, a la que siempre se atribuyen f¨®rmulas y compromisos ambiguos, heredados de los tratadistas pol¨ªticos de Florencia y de Venecia, busc¨® el pacto, el acuerdo del ?arco constitucional?: seis partidos que forman en el Parlamento una mayor¨ªa suficiente. La faz del Gobierno la tendr¨ªa la Democracia Cristiana: el fondo, unos acuerdos mutuos entre todos. Durante veinti¨²n meses -diez de ellos con el ¨²ltimo Gobierno-, el pacto ha funcionado, pero con dos problemas permanentes: la amenaza de la Democracia Cristiana de considerar esta situaci¨®n como de ?emergencia?, pasada la cual volver¨ªa a reunirse con sus antiguos aliados no comunistas, dejando al PCI en una oposici¨®n sin gajes; y el conjunto de la falta de salida para los temas m¨¢s graves. El PCI se encontraba as¨ª, seg¨²n sus tesis actuales, sometido al papel de comparsa -de tonto ¨²til-, perdiendo cada vez m¨¢s adhesi¨®n popular, y sin esperanza de recoger los frutos para s¨ª mismo. Romper el pacto y abrir la crisis significa para el PCI situar a la DC ante el dilema de admitir sus ministros en el Gobierno o dejarle ir a la oposici¨®n.El partido se defiende de la acusaci¨®n m¨¢s corriente: la de partidismo, contrario a las necesidades nacionales. Tender¨ªa el PCI a reconstruir una unidad que se resquebraja -en lo cual no es una excepci¨®n: todos los otros partidos est¨¢n sufriendo de lo mismo-, que verla reconstruida en el XV Congreso, que se celebrar¨¢ en marzo; a ganar votos en unas pr¨®ximas elecciones generales -que podr¨ªan anticiparse si la crisis no tiene soluci¨®n - y a presentar una imagen compacta y clara en las elecciones europeas. Si fuera as¨ª, su acci¨®n ir¨ªa decididamente a quedarse en la oposici¨®n. En su defensa alega todo lo contrario: que lo que quiere es participar en el Gobierno, y, por tanto, reducir sus aspiraciones de partido y hasta sus viejos y permanentes impulsos de doctrina, en favor de la soluci¨®n nacional (no otra cosa es la f¨®rmula te¨®rica del eurocomunismo). Pero todas las reflexiones convergen el sentido de que el PCI sabe que no le van a dejar participar en el Gobierno y, por tanto, que va a quedarse en la oposici¨®n, pero culpando de ello a los dem¨¢s -lo cual es al mismo tiempo falso y exacto, contradicci¨®n que en pol¨ªtica es tan frecuente como en filosof¨ªa.
Queda por saber si el conjunto de problemas nacionales -la inflaci¨®n, el paro, la situaci¨®n dram¨¢tica del Sur, el terrorismo, la crisis de la escuela y de la universidad, el exceso de burocracia, la corrupci¨®n, la reforma de la polic¨ªa, el pacto agrario, la ordenaci¨®n del sindicalismo...- se resolver¨ªan con una participaci¨®n comunista en el Gobierno. Porque si el esquema de la crisis pol¨ªtica es sencillo de definir, el fondo de la crisis nacional, la degeneraci¨®n de la democracia en Italia y el avance de la pobreza son bastante m¨¢s dif¨ªciles de corregir. Y un par de ministros del PCI en un Gobierno donde estuvieran representantes de la DC, socialistas, socialdem¨®cratas y republicanos diricilmente har¨ªan otra cosa m¨¢s que compartir con todos una responsabilidad ante la naci¨®n.
Los pasos, ahora, de la crisis ser¨¢n estos: Andreotti, encargado por el presidente Pertini de volver a formar Gobierno, consultar¨¢ con los partidos despu¨¦s de los ?d¨ªas de reflexi¨®n?: esa consulta se har¨¢ con el ¨¢nimo de reconstruir el pacto del ?arco constitucional?, y los comunistas, si son consecuentes, dir¨¢n que no pueden volver a lo que han roto. Andreotti tendr¨¢ tres posibilidades entonces: rechazar el encargo del presidente, tratar de buscar un pacto con los otros partidos o provocar, de acuerdo con el presidente, una disoluci¨®n de la Asamblea y unas elecciones generales -en las que probablemente perder¨ªan esca?os los comunistas-. En cualquiera de los tres casos, la DC tratar¨¢ de hacer ver que el culpa le de esta crisis -que en cualquier caso ha de ser larga- es el PCI, de forma que su paso a la oposici¨®n est¨¦ descalificado.
Tarde o temprano, con otro designado para formar Gobierno, con alianzas antiguas o con elecciones generales, la crisis pol¨ªtica se resolver¨¢. Los problemas del pa¨ªs, no. Este Gobierno que se disuelve es el trig¨¦simo octavo desde que termin¨® la guerra y se estableci¨® la democracia. Lo que est¨¢ sucediendo ya es un regreso a la confrontaci¨®n entre la izquierda y la derecha, como en los tiempos de la ?guerra fr¨ªa?, y quiz¨¢ porque se est¨¢ atravesando otra ?guerra fr¨ªa?. En este aspecto, el Congreso del PCI y sus enfoques del tema eurocomunista tendr¨¢n u gran inter¨¦s, y no s¨®lo italiano, sino europeo.
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