Imprevisi¨®n a la espa?ola
La conmoci¨®n provocada en los mercados petrol¨ªferos como consecuencia de la crisis iran¨ª pone una vez m¨¢s de manifiesto la fragilidad de la estructura energ¨¦tica espa?ola. Desde 1973 -el a?o de la primera convulsi¨®n petrolera- las sucesivas administraciones espa?olas han deso¨ªdo las tendencias y opiniones que aconsejaban dise?ar un marco realista y coherente de pol¨ªtica energ¨¦tica. Desde entonces, hasta la desafortunada redacci¨®n del ¨²ltimo Plan Energ¨¦tico remitido a las Cortes, el sector permanece sumergido en los avatares de la ausencia de planificaci¨®n y la concurrencia de intereses.El sector petrolero espa?ol mantiene una estructura arcaica. La escala de precios dista notablemente de los costes reales y est¨¢ plagada de subvenciones. Las participaciones estatales se encuentran dispersas y carentes de coordinaci¨®n elemental. Las privadas tampoco son un ejemplo a imitar. Las distintas fases -de la exploraci¨®n al refino y la distribuci¨®n- siguen sin ser integradas. Todo ello genera el lamentable espect¨¢culo de que sociedades estatales compitan dentro y fuera, frecuentemente por encima de intereses nacionales. La pugna interna de la Administraci¨®n por ubicar el -cada vez m¨¢s necesario- ente petrolero no ha concluido y amenaza con posponer eternamente su creaci¨®n.
Las cifras de consumo energ¨¦tico de este pa¨ªs son espeluznantes, y, no precisamente por su valor absoluto, sino por el elevado porcentaje de irracionalidad y despilfarro que contienen. Los precios de la energ¨ªa no son disuasorios, sino que incentivan el abuso. A estas alturas de 1979 seguimos sin contar con las m¨¢s elementales primas a las empresas que inviertan en proyectos de reducci¨®n de consumo.
Mientras todos los pa¨ªses de nuestra ¨®rbita cercana dirigen sus esfuerzos al desarrollo de energ¨ªas alternativas, este pa¨ªs persevera en un planteamiento cauteloso y hasta torpe de la cuesti¨®n nuclear. Ello no hace sino propiciar una peligrosa continuidad en la dependencia del petr¨®leo, sin un horizonte claro que permita abrigar esperanzas de sustituci¨®n. Ni siquiera el programa gasista se ha desarrollado conforme a lo previsto, aunque un hilo de esperanza surge en este tema, a partir de los buenos indicios de los sondeos de C¨¢diz y Jaca.
Desgraciadamente, el Gobierno de UCD no est¨¢ solo en su postura. Los partidos de la oposici¨®n mantienen posturas ambiguas y faltas de concreci¨®n, especialmente en el tema nuclear.
Tampoco el sector privado afronta mejor la situaci¨®n. Los intereses en presencia privan por encima de los planteamientos racionales y del inter¨¦s general. En el ¨¢mbito concreto del subsector petrolero, la guerra entre refiner¨ªas, a la b¨²squeda del m¨¢ximo beneficio, ha provocado una excesiva dependencia del mercado spot (entrega inmediata) en los suministros, dado que el pasado a?o la oferta fue sensiblemente superior a la demanda. Ahora, con las repercusiones de la crisis iran¨ª, el mercado se ha disparado y las refiner¨ªas espa?olas acuden llorosas a la Administraci¨®n, en demanda de la otrora vilipendiada cuota del comercio de Estado.
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