"El impuesto revolucionario es una segunda Hacienda", afirman algunos empresarios
La carretera de Neguri, barrio residencial de la oligarqu¨ªa vasca centralista, ostenta desde hace tiempo una doble y compleja se?alizaci¨®n. Los carteles de Guecho y de Bilbao, rectificados en rojo violento, advierten que las cosas han cambiado.Y s¨ª, han cambiado, aunque menos de lo que la mayor¨ªa de la gente desear¨ªa. La playa de Ereaga, sucia en la bruma de febrero, descubre un paisaje de chimeneas industriales. Santurce y Portugalete cierran las perspectivas inmediatas en la interminable l¨ªnea industrial del Gran Bilbao. Los planes del superpuerto y el desarrollo desmesurado de la industria que puebla el Nervi¨®n han acabado con un grato lugar de residencia para los magnates vizca¨ªnos.
La carretera que sigue hasta la lujosa zona de El Golf descubre a un lado y otro im¨¢genes de villas en ruinas. Unas, de estilo franc¨¦s, completamente deterioradas, jardines llenos de maleza, verjas rotas. Otras, cerradas a cal y canto, con los muros descascarillados, oxidados los balcones. Los a?os dorados de Neguri se han ido. Las grandes mansiones se han visto sustituidas, en muchos casos, por casas confortables de tres pisos y un jard¨ªn com¨²n, o chalets funcionales, pero nadie construye ya palacios como el que edificaron los Lezama-Leguizam¨®n dominando la playa, y que hoy es una de las pocas muestras vivas de la fastuosidad pasada. Terrazas interminables un poco a la inglesa, donde ya no se dan m¨¢s fiestas, ruinas espl¨¦ndidas de una grandeza que nunca se sinti¨® particularmente vasca.
El ¨¦xodo millonario
Los secuestros de grandes industriales, muchas veces terminados tr¨¢gicamente, como en el caso de Ibarra, el ?bunker de Neguri?, han tenido tambi¨¦n una influencia nada desde?able en esta especie de ¨¦xodo silencioso de millonarios. Algunos, como Pedro Careaga Basabe, conde de Cadagua, presidente honorario del Banco de Vizcaya, presidente de Iberduero, anteriormente ligado a Altos Hornos, han trasladado su residencia a Madrid, aunque sigue abierta la casa de Neguri; otros, como Orbea, se han marchado a Alicante.
?Yo podr¨ªa decirle que otros est¨¢n en Marbella, pero la cosa no es para tanto, son diez o doce los que se han ido, y tampoco les necesitamos en Euskadi.? Luis Olarra, uno de los doce grandes del acero, fuma puros en la sobremesa triunfal de su presentaci¨®n como candidato al Senado por la Uni¨®n Foral del Pa¨ªs Vasco -nombre que toma Coalici¨®n Democr¨¢tica en Euskadi- Se han marchado ya los ¨²ltimos periodistas, y el locutor de Radio Nacional que hablaba de ?horas tr¨¢gicas para el Pa¨ªs Vasco?, ?momentos de crisis y de dolor?, ha cerrado el micr¨®fono.
Luis Olarra, emprendedor en medio de las crisis y los momentos de incertidumbre; no ha dudado en tachar de traidores y cobardes a los empresarios que han dejado Vizcaya. Contra las amenazas siempre habr¨¢ soluciones, y piensa en los fornidos guardaespaldas y en el impuesto revolucionario que algunas lenguas dicen que paga religiosamente. El que se llev¨® bien con el franquismo, augura para Euskadi tiempos de paz siempre que se depositen con rapidez los destinos del pa¨ªs en el Partido Nacionalista Vasco.
Cuando se le pregunta a Luis Olarra Ugartemend¨ªa, nacido hace 46 a?os, en Tolosa, si el capital vasco se va, si es cierto que en Valladolid, en Logro?o y hasta en Ja¨¦n se siente cada vez con m¨¢s intensidad fa pujanza de los largos apellidos llenos de erres y vocales, la respuesta es evasiva. ?Hay una parte de verdad en todo eso. Es cierto que la violencia est¨¢ creando una tensi¨®n grave en Guip¨²zcoa, pero en Vizcaya o en Alava no se ha dejado sentir mucho. Son cosas que se magnifican y se agrandan. Lo que realmente crea angustia, desaz¨®n e incertidumbre hacia el futuro es la profunda crisis econ¨®mica que vivimos. Tenga usted en cuenta que precisamente esta crisis est¨¢ afectando al tipo de empresas que se encuentran en el Pa¨ªs Vasco, donde en un ¨¢rea de quince kil¨®metros tenemos f¨¢bricas enormes, como Altos Hornos, Babcock Wilcox, Astilleros, etc¨¦tera, un tipo de industria que se ha visto muy afectada por la crisis de la energ¨ªa. Luego, la violencia y, sobre todo, la indefinici¨®n del clima pol¨ªtico han contribuido a dificultar la inversi¨®n, qu¨¦ duda cabe, en esta zona. De todas formas, tanto Neguri como Las Arenas est¨¢n en decadencia desde hace ya, por lo menos, seis a?os. Se han terminado los tiempos de las grandes mansiones, los hijos de quienes las construyeron tienen otra mentalidad.?
Y, sin embargo, se siguen produciendo secuestros en Euskadi, algunos, como el del director de la f¨¢brica de Cementos Portland, en la localidad navarra de Olazagutia, terminaron bien, con la huida del reh¨¦n, otros un poco peor, como en el caso del director de la Michelin de Lasarte, que recibi¨® un tiro en la pierna antes de ser puesto en libertad. Secuestros y amenazas que han provocado algunas deserciones entre la gran oligarqu¨ªa y los funcionarios del Estado.
Unas veces, las razones son estrictamente pol¨ªticas, otras son los problemas financieros. ?La industria guipuzcoana no se ha visto afectada por la violencia, sino por la crisis general?, opinan algunos t¨¦cnicos de Adegui, la patronal democr¨¢tica que engloba a casi 1.100 empresas medianas y peque?as de toda, Guip¨²zcoa. Y de hacer caso a algunas encuestas elaboradas por esta asociaci¨®n, este factor ni siquiera aparece entre las causas que impiden la inversi¨®n econ¨®mica. ?La debilidad de la demanda?, ?las dificultades financieras?, ?otras causas no especificadas? y ?los conflictos laborales? son las razones que se aducen para justificar la crisis de una industria floreciente hasta hace muy poco y que, contrariamente a la vizca¨ªna, se autofinancia en un 90 %.
Ni siquiera en la zona del Goyerri, el ?Ulster vasco?, cuna de etarras, la industria parece, acusar el impacto de la violencia. ?Se paga el impuesto revolucionario lo mismo que se paga anualmente a Hacienda?, comenta la gente, y al contrario que en Vizcaya, los empresarios no se marchan.
El humo ciega Neguri
Las villas con jardines enormes, que no previeron nunca la amenazante proximidad de la industria, se abandonan, igual quelos proyectos de expansi¨®n frenados, en primer lugar, por una situaci¨®n de saturaci¨®n f¨ªsica.
Las chimeneas que asfixian la margen izquierda han saltado la r¨ªa infiltr¨¢ndose en la zona residencial de la derecha. ? La ferocidad del capitalismo vasco, que ha actuado sin la menor planificaci¨®n, es dif¨ªcil de encontrar en otra parte?, afirma Jes¨²s Ome?aca, metido de lleno en impugnaciones urban¨ªsticas, denuncias y dem¨¢s avatares del movimiento ciudadano. La soledad de Neguri se explica tambi¨¦n en esta din¨¢mica: ?Cuando piensas que han construido las f¨¢bricas incluso en la madre de la r¨ªa, lo que provoca constantes inundaciones sin remedio, y ves que ya no hay espacio por ninguna par te, porque la zona de expansi¨®n de Bilbao que era Sondica est¨¢ taponada por el aeropuerto, comprendes que tengan que invertir fuera.?
Por eso se han levantado bien lejos las ciudades residenciales de Castronovo, y los empresarios se van a Guernica. Otros, los gran des, que pasaron siempre largas temporadas en Madrid, como los Lequerica, o los Oriol, ni siquiera han tenido que cambiar de residencia.
Mientras las empresas guipuzcoanas todav¨ªa boyantes piensan en nuevas operaciones sobre el Pa¨ªs Vasco, en Vitoria -la ciudad vasca del futuro-, o en las provincias del sur de Francia, buena parte de la oligarqu¨ªa vizca¨ªna ligada a la pol¨ªtica proteccionista de Franco prefiere invertir en otras zonas. Llueven los expedientes de crisis de la mediana y peque?a empresa, arrastradas por la ca¨ªda de las grandes. El mes. de enero pasado bati¨® todos los r¨¦cords, con 92 expedientes pertenecientes a este tipo de empresas presentados en la Delegaci¨®n de Trabajo de Vizcaya. Empresas de 5.000 obreros, como la Babcock Wilcox, mantienen una situaci¨®n de regulaci¨®n de empleo que incluye la jubilaci¨®n anticipada, y que amenaza a miles de empleados con reestructuraciones de plantilla. Otro tanto sucede en Echevarr¨ªa, SA, o en Euskalduna Naval, mientras otras f¨¢bricas trabajan a bajo rendimiento.
A la conquista del Pa¨ªs Vasco franc¨¦s
?La maquinaria es vieja y los salarios altos?, dicen los empresarios, mientras Jes¨²s Dorao, de la C¨¢mara de Comercio de Bilbao, intenta juzgar neutralmente la cuesti¨®n. ?Los trabajadores de Euskadi tienen salarios de pa¨ªs desarrollado cuando la t¨¦cnica es de pa¨ªs medio-, esto es algo que desconocen tanto los empresarios como los obreros. Luego est¨¢ la conflictividad laboral de la r¨ªa, lo que se llama el Gran Bilbao, que ha sido elevadisima. Las huelgas pol¨ªticas de 1976 y las estrictamente laborales provocadas por la din¨¢mica de lucha de clases han tenido una repercusi¨®n enorme en la situaci¨®n que hoy se vive. La crisis ha llegado aqu¨ª m¨¢s tarde que al resto de Espa?a, pero nos afecta m¨¢s duramente. La siderurgia, la construcci¨®n naval y de bienes de equipo han sido muy atacadas. La conclusi¨®n de todos estos factores es que un buen n¨²mero de grandes empresas est¨¢n completamente descapitalizadas. La violencia que se ha, desencadenado sobre el Pa¨ªs Vasco, que atenaza las expectativas, es un freno m¨¢s al proceso inversor. El paro aumenta y a partir de junio de 1977 el saldo migratorio en Euskadi empieza a ser peque?o. Si las cosas siguen as¨ª, dos o tres a?os m¨¢s de violencia acabar¨ªan por paralizar esto.? La inversi¨®n industrial media de Vizcaya en los cinco primeros meses de 1977 fue la tercera parte de la efectuada en 1976 y el proceso ha continuado empeorando en el ¨²ltimo a?o. El crecimiento de los dep¨®sitos bancarios de esta zona ha sido tambi¨¦n el m¨¢s bajo de toda Espa?a, debido probablemente a un deseo de camuflar los saldos ante la amenaza de los impuestos revolucionarios. ?Los ingresos se hacen en los mismos bancos, pero en las sucursales de otras ciudades?, asegura un alto cargo de la banca confidencialmente.
La saturaci¨®n econ¨®mica, la inseguridad, y qui¨¦n sabe si otras nost¨¢lgicas razones, han hecho desplazarse la inversi¨®n vasca a lo que aqu¨ª se denomina Euskadi norte. Tres provincias de econom¨ªa casi medieval, totalmente enfocadas hac?a el turismo y centradas,en la agricultura, est¨¢n siendo invadidas industrialmente por un grupo tan importante como la Caja Laboral Popular de Mondrag¨®n. Se trata de una experiencia cooperativista, de un moderado ¨ªmpetu socializante, que se ha decidido a cambiar el panorama buc¨®lico de Zuberoa, Lapudir y Benaparoa.
Mientras tanto las f¨¢bricas enormes de Sestao, Baracaldo, Santurce, Portugalete... envejecen al borde de la r¨ªa.
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