William Burroughs: personal y peligroso
Escritor maldito que no ha cedido a las tentaciones del nombre, t¨¦mpano puro en medio del colorinche y los cr¨®talos de los ¨²ltimos beats, cultivador de la aliteratura, tentado y seducido por el mejor relato cl¨¢sico, William S. Burroughs -casi desconocido hasta hace poco entre nosotros- cifra en s¨ª casi todos los prestigios transgresores (prestigios-para¨ªso cerrado para muchos) de nuestra ¨¦poca: homosexualidad, droga, libertarismo...El almuerzo desnudo, publicado por primera vez en Par¨ªs en 1959 -libro condenado y denostado mucho tiempo en Estados Unidos- es la primera obra importante de Burroughs, tras su auroral y m¨¢s ?cl¨¢sico? Yonqui (editada en 1953). El almuerzo desnudo es una combinaci¨®n de im¨¢genes, flashes, historias y sensaciones, relatando el mundo, el ¨¢mbito y las enso?aciones de un caminante de la droga, un yonqui o un pinchota, sobre todo. Ese relato, resultado de una depurada y experimental t¨¦cnica de escritura (Burroughs puede serlo todo menos un escritor improvisado), se construye en tres niveles b¨¢sicos: uno, realista -en la l¨ªnea de Yonqui-, con sucesos del tr¨¢fico y los movimientos de un adicto; un segundo -el m¨¢s importante del libro-, en el que ese realismo es como tapado por un tapete de sugestiones y falseos literarios: discursos cient¨ªficos o seudocient¨ªficos y concomitancias con la ciencia-ficci¨®n, y un tercero, finalmente (mezclado, normalmente, a los ( anteriores), constituido por visiones y ensue?os sadomasoquistas o masturbatorios.
William S
Burroughs.El almuerzo desnudo. Azanca, Narrativa Contempor¨¢nea. J¨²car. Madrid, 1978.
Llevados por ese salto y tropel de distintas im¨¢genes, recorremos los abismos de cl¨ªnicas absurdas, paseamos las plazas y los personajes extra?os de Interzonas (T¨¢nger, en su referente realista), o¨ªmos los sermones tremendos del doctor Benway y (entre descripciones de estados de ansiedad y carencia.) pasamos por la sala de recreos de Hassan, donde confraternizan muchachos ¨¢rabes y n¨®rdicos, y o¨ªmos los jadeos y la tensi¨®n vital de los vientres lisos dispuestos a la h¨²meda porf¨ªa del cataclismo... El almuerzo desnudo es un libro, adem¨¢s, donde m¨¢s all¨¢ de ese relato de la vida del yonqui, se alude continuamente a la libertad. Libertad -que de alguna manera simboliza el sexo o la ciudad desordenada- que se ve atacada en su b¨¢sico centro (el individuo) por m¨¢quinas, espionajes, antidrogas, mecanismos, controles, en un absurdo intento de Poder cuyo solo futuro es la muerte. El sexo -gay, aqu¨ª- y la libertad amenazada son los himnos positivos del libro.
Con El almuerzo desnudo, Burroughs consigue una obra personal, nueva y, en alguna medida, peligrosa. Aclaro. Su peculiar manera de escritura, el continuo fogueo de im¨¢genes, flashes, y retazos, si bien aqu¨ª resultan coherentes y trabajados al nivel de la obra total, y consiguientemente v¨¢lidos y explicables, pueden devenir (en manos de una literatura con menos sentido de sus fines e intenciones) en insoportablemente aburtido retal de frases sueltas y en median¨ªa mucho m¨¢s evidente que la de una escritura similar de b¨²squeda cl¨¢sica. A tal peligro aludo. Por otro lado (y ha de decirse), Burroughs ha probado no s¨®lo la personalidad de su intento, sino su propia fe en la renovaci¨®n l¨²dica y placentera del relato, en novelas tan sugestivas como The wild boys (Los muchachos salvajes), editada en 1969, y que alarga la trayectoria mejor de El almuerzo desnudo.
Conste, para acabar, la ¨ªmpecable traducci¨®n castellana que nos ofrece Mart¨ªn L¨¦ndinez (traductor ya en la misma editorial de otros t¨ªtulos de Burroughs) de este The naked lunch, verdadero cl¨¢sico ya de nuestro siglo. El lector tiene ah¨ª, en un ordenado magma de sexo, represi¨®n, catarsis, discursos y persecuciones, una bebida fuerte entre las manos. Dulce y ¨¢cida en el mismo trago -garganta abajo-, como se siente el buen ron en un barito moro de T¨²nez.
Babelia
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