La cuesti¨®n de los exiliados latinoamericanos
Tal vez algunos piensen que en plena campa?a electoral, cuando los problemas m¨¢s acuciantes del pa¨ªs est¨¢n siendo planteados ante los ciudadanos por los partidos que solicitan su voto, no es muy oportuno llamar la atenci¨®n, una vez m¨¢s, sobre la dificil situaci¨®n en que se encuentran miles de latinoamericanos exiliados en Espa?a. Y sin embargo debe hacerse, porque es tambi¨¦n un problema importante para nuestra democracia, un problema de solidaridad moral y de sensibilidad pol¨ªtica que afecta a la calidad del nuevo r¨¦gimen. No debe ser silenciado, al menos por los partidos de izquierda, como hasta ahora lo est¨¢ siendo en los discursos electorales, a juzgar por las rese?as de la prensa.Desde el verano pasado, movidos por razones turbias -que bien podr¨ªan responder a presiones de las dictaduras del Cono Sur, en particular de la dictadura argentina -el Ministerio del Interior y el Ministerio de Asuntos Exteriores han adoptado diversas disposiciones encaminadas a hacer la vida imposible y justificar la expulsi¨®n del territorio espa?ol de los exiliados pol¨ªticos latinoamericanos, Esas disposiciones han sido objeto de cr¨ªticas en la prensa, de protestas de las asociaciones de solidaridad, de gestiones de la Coordinadora Latinoamericana, que agrupa a diferentes organismos de los exiliados, de interpelaciones al Gobierno en las pasadas Cortes, sin que la situaci¨®n haya cambiado sustancialmente. El Gobierno y los ministros directamente responsables en el asunto no han modificado en un ¨¢pice su pol¨ªtica; han seguido manteniendo en alto la espada de Damocles de la expulsi¨®n, la negativa a conceder permisos de trabajo y autorizaciones de residencia.
Es un verdadero esc¨¢ndalo que en esta cuesti¨®n la democracia haya ido hacia atr¨¢s en relaci¨®n con la dictadura franquista, anulando, de hecho, la ley del 30 de diciembre de 1969 y la orden ministerial del 15 de enero de 1970, que establec¨ªan un r¨¦gimen de equiparaci¨®n de los latinoamericanos con los trabajadores espa?oles. Miles de argentinos, uruguayos, chilenos, etc¨¦tera, .que pensaron encontrar en la nueva Espa?a democr¨¢tica una tierra de asilo, solidaridad pol¨ªtica, moral y material, se ven abocados a una incertidumbre permanente, a una situaci¨®n sin salida, que a alguno ha conducido ya al suicidio.
Los que hemos vivido el exilio en pa¨ªses latinoamericanos y hemos sido testigos y beneficiarios de la fraternal, solidaridad de aquellos pueblos, en especial de sus partidos, democr¨¢ticos, no podemos por menos de sentir verg¨¹enza propia y ajena cuando los exiliados del Cono Sur nos describen ahora su situaci¨®n y se interrogan sobre sus causas. Verg¨¹enza ajena, tambi¨¦n, porque si en el ¨²ltimo extremo puede entenderse la equ¨ªvoca actitud de los que ayer a¨²n ten¨ªan muy poco que ver con la causa de la democracia, ni en Espa?a ni en Am¨¦rica Latina, es muy dif¨ªcil comprender (y en todo caso es imposible justificar la tibieza de los partidos de izquierda a la hora de pedir explicaciones al Gobierno y de movilizar esfuerzos para obligarle a cambiar de pol¨ªtica en este terreno). Como escrib¨ªa EL PAIS en noviembre pasado, ?el aplazamiento hasta despu¨¦s del refer¨¦ndum constitucional del Estatuto del Refugiado Pol¨ªtico ha sido una de las tantas concesiones, innecesarias y vergonzantes, con las que la oposici¨®n parlamentaria ha contentado al Gobierno en aras del consenso?. Y esa tibieza de ayer parece prolongarse en el silencio de hoy, durante la campa?a electoral.
?No es el momento de exigir p¨²blicamente cuentas al Gobierno y a los ministros de UCD por su turbio comportamiento en ese asunto? ?No es hora de que los partidos de izquierda, y en particular el PSOE, expongan su posici¨®n al respecto con toda la energ¨ªa necesaria?
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