Decepcionado
Los que ten¨ªamos puestos los ojos en Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas como el ¨²nico hombre cabal de la pol¨ªtica espa?ola, en quien el sentimiento y la responsabilidad, la viveza y valent¨ªa de reacci¨®n en cada trance nos parec¨ªa siempre a la altura de las circunstancias, y de quien especialmente apreci¨¢bamos la delicadeza y la blandura por la que se distingue una despierta sensibilidad moral, nos hemos visto decepcionados al conocer su declaraci¨®n de que el Gobierno de UCD no ha podido con el terrorismo por ser un Gobierno d¨¦bil. Ya s¨¦ de cu¨¢ntas maneras se pueden interpretar frases tan vagas; ya s¨¦ que palabras tan gen¨¦ricas como ?fuerza? y ?debilidad? se suelen retorcer ad infinitum, sin pararse en rotundas inversiones de significado ni en retru¨¦canos como el de ?la fuerza de los d¨¦biles y la debilidad de los fuertes?, con tal de mantener siempre a favor el t¨¦rmino que goza de la connotaci¨®n valorativa p¨²blicamente prestigiosa; pero tambi¨¦n s¨¦ que toda claudicaci¨®n empieza por esta clase de arreglos sem¨¢nticos destinados a hacer m¨¢s popular lo impopular. Y aun cuando as¨ª no fuese, la idea de un Gobierno fuerte ni como broma electoralista tiene la m¨¢s m¨ªnima gracia. Si adem¨¢s vernos que por otro lado su paisano, correligionario y se?orito Enrique M¨²gica hace de la lucha contra el terrorismo, en gran parte, una cuesti¨®n de punter¨ªa (salida frente a la cual del Benegas que nos imagin¨¢bamos nos habr¨ªamos esperado menos que una fulminante rotura de carnet), tenemos que ese d¨¦bil de nuestro consejero est¨¢ haciendo eco a la consigna general y que toda su calidad moral se halle incondicionalmente supeditada a una devoci¨®n capaz de conducirle a grados de disciplina no distantes de la oboedientia usque ad scelera de la Compa?¨ªa de Jes¨²s.Por lo que ata?e a M¨²gica, no dudo de que tendr¨¢ razones v¨¢lidas para recusar la presencia de Conesa en la plantilla del Ministerio del Interior, pero si desde fuera empa rejamos tal rechazo con su preocupaci¨®n por la punter¨ªa de las fuerzas de orden p¨²blico, y dado que las funciones de Conesa son de averiguaci¨®n y no de acci¨®n armada, podr¨ªamos aprontar la conclusi¨®n siguiente: ?Nada de las aviesas y obstinadas investigaciones de un franquista recuperado, sino el limpio y certero balazo en el codillo de un democr¨¢tico tirador de primera.? Ya s¨¦ que esto ser¨ªa una exageraci¨®n tan simplificadora como malintencionada, pero es que el electorado est¨¢ precisamente lleno de simplificadores malintencionados o ingenuos o elementales.
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