Ir¨¢n: la revoluci¨®n se consolida
AL AMANECER del martes, el pelot¨®n de ejecuciones fusil¨® otros cuatro generales en Ir¨¢n. Las cuatro primeras ejecuciones se atribuyeron a una concesi¨®n de Jomeini a los m¨¢s extremistas de entre los revolucionarios. No es posible sostener esa idea tras los nuevos fusilamientos. Jomeini ampara. estos hechos; las sentencias est¨¢n dictadas por tribunales isl¨¢micos, y hay otros veinte militares de alta graduaci¨®n condenados a muerte. Desde un punto de vista de garant¨ªas a los acusados, juicios abiertos y p¨²blicos, instrucci¨®n de sumarios previos y libertad de la defensa, que tan trabajosamente se han ido consiguiendo a, lo largo de siglos -y que tan f¨¢cilmente se desmoronan-, estas muertes son ejecuciones sumarias enteramente condenables. La supuesta infalibilidad religiosa, cor¨¢nica o de cualquier otra fe que se alegue, no puede prevalecer sobre las garant¨ªas jur¨ªdicas, que no son un invento occidental, sino una adquisici¨®n de la Humanidad.Jomeini trata con estos golpes brutales de, demostrar que el Ej¨¦rcito est¨¢ sometido a la ley cor¨¢nica y popular y que cualquier riesgo de reacci¨®n militar no le preocupa. A los generales que pudieran tener intenciones contrarrevolucionarias o se dejaran manipular por intereses extranjeros les da la cl¨¢sica y terrible lecci¨®n de la pena de muerte como ejemplaridad. La distribuci¨®n abundante de fotograf¨ªas de los cad¨¢veres demuestran que J¨®meini y sus asesores pol¨ªticos saben utilizar este lenguaje, esta expresi¨®n. Y que la situaci¨®n est¨¢ en sus manos.
Probablemente la ola de protestas que se producir¨ªan contra estas ejecuciones sumarias est¨¦ mitigada por el anuncio simult¨¢neo de Jomeini de que pronto va a reanudar sus ventas de petr¨®leo al extranjero. Sus conminaciones a los trabajadores a que vuelvan r¨¢pidamente a sus trabajos parecen seguidas con bastante abundancia. Hay tambi¨¦n anunciados castigos -siempre por los tribunales isl¨¢micos- para los que no vuelvan al trabajo: no hay noticias de que hayan sido necesarios. Puede que antes de diez d¨ªas Ir¨¢n haya reanudado regularmente sus exportaciones. Los precios quiz¨¢ hayan subido; las compa?¨ªas conocer¨¢n nuevas restricciones y quiz¨¢ haya una selecci¨®n de los pa¨ªses a quienes este petr¨®leo se venda. Occidente a¨²n trata de sacar el mejor partido de la situaci¨®n.
El fusilamiento de los generales, la reanudaci¨®n del trabajo, son dos indicios de que Jomeini tiene la situaci¨®n en sus manos, en mucha mayor medida de la que un noticiario intoxicado quiere dar a entender (por una parte, intoxicado por las agencias de Israel y Occidente; por otra, por el mismo ayatollah y su Gobierno, para disculparse de ciertos actos que no les conviene asumir todav¨ªa). El tercer indicio es el golpe contra Israel, como primera toma de posici¨®n de pol¨ªtica internacional, subrayado con esa visible vindicaci¨®n que es la entrega de los locales propiedad de Israel en Teher¨¢n a los representantes de la OLP. La influencia que va a tener en todo el mundo ¨¢rabe es enorme. Israel est¨¢ m¨¢s aislado que nunca, y puede que Sadat, en las conversaciones que inicia ahora con Beguin, aparezca m¨¢s en¨¦rgico y menos dispuesto a concesiones, aunque pudiera suceder precisamente lo contrario: que vi¨¦ndose desbordado por el crecimiento de la moral ¨¢rabe antisionista, hiciera concesiones veloces de ¨²ltima hora para forzar una situaci¨®n que, de otra forma, parece perdida. Hasta el punto de que puede originar una nueva guerra. Las urgentes gestiones del secretario de Defensa de Estados Unidos, Brown, en toda la zona, est¨¢n reforzando las posibles defensas militares ante una reanudaci¨®n de hostilidades y las posibilidades de intervenci¨®n inmediata en un caso de urgencia. La revoluci¨®n del ayatollah, con todas sus asperezas, sus crueldades, con todas sus innovaciones pol¨ªticas, est¨¢ en marcha. Todo parece confirmar que se va a extender.
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