"El pueblo ha recuperado su derecho al deporte"
?Han bastado dos a?os de albor democr¨¢tico para que el pueblo haya recuperado su inalienable derecho al deporte. Han bastado los primeros ¨¦xitos de las organizaciones populares para que el Consejo de Deportes se haya subido al carro del triunfo a toda prensa.? Con estas palabras inici¨® su intervenci¨®n Juli¨¢n Garcia Candau, redactor jefe de EL PAIS, en el acto de homenaje a las asociaciones deportivas populares, celebrado el jueves por la tarde en el INEF, con la presencia de su majestad el rey don Juan Carlos.
?Han desaparecido ya, afortunadamente -continu¨®-, todas aquellas trabas que encontraban los j¨®venes de La Vaguada para montar su olimp¨ªada juvenil. Ha comenzado a cambiar el car¨¢cter elitista que ten¨ªa el deporte espanol en todos sus estamentos. Al "Contamos contigo" y la canci¨®n del "Cola Cao", esl¨®ganes de la anterior Espa?a, ha sucedido el fen¨®meno, quiz¨¢ impensado, de ver al pueblo en la calle. Y ese pueblo ha demostrado que la imagen tradicional del espa?ol-espectador, amante ad¨¦m¨¢s, casi exclusivamente del gran espect¨¢culo, y no por la posible calidad intr¨ªnseca del mismo, sino m¨¢s bien por los impulsos del fanatismo, puede cambiar.Durante a?os hemos visto como el deporte ha tenido en lo econ¨®mico y lo pol¨ªtico m¨¢rgenes limitativos. En lo econ¨®mico se ha primado en exceso a aquellas entidades de car¨¢cter privado cuyo acceso era una barrera infranqueable para las clases trabajadoras. Clubs de disciplinas distinguidas han recibido subvenciones a fondo perdido o cr¨¦ditos a largo plazo y cortos intereses. Durante a?os, Espa?a ha tenido deporte para ricos y deporte para pobres, con el agra vante de que a ¨¦stos, a medida que ha crecido la especulaci¨®n del suelo, les han recortado los espacios para el esparcimiento. El elitismo ha tenido como contrapartida el hecho de que algunas de nuestras mayores glorias nacionales han salido del campo de los recogepelotas, los caddies, los repartidores en bicicleta o las catacumbas del hambre.
En el orden pol¨ªtico, el hecho de que la Delegaci¨®n Nacional de Deportes dependiera del ministerio m¨¢s pol¨ªtico del pa¨ªs ha condicionado la pr¨¢ctica del deporte a l¨ªmites insospechados. De un lado, muchos espa?oles se encontraban con la imposibilidad de acceder a recintos deportivos al no contar con el carnet que exped¨ªa el partido ¨²nico; de otro, la pluralidad de jurisdicciones dentro de la propia casa de Alcal¨¢, 44, hac¨ªa poco menos que imposible que el deporte tuviera una pol¨ªtica uniforme.
Las asociaciones que han hecho posible el deporte popular no est¨¢n solas; detr¨¢s tienen el aliento necesario para que en este pa¨ªs se produzca. una reforma sustancial. En ese camino de la reforma pilla de lleno al Consejo Superior de Deportes, que tendr¨¢ que dirigir sus mayores esfuerzos a las instalaciones comunitarias, a los conciertos con los municipios y naturalmente con los entes auton¨®micos. Una m¨¢s racional administraci¨®n del dinero cuyo futuro no est¨¢ en las quinielas, sino en los Presupuestos Generales del Estado, nos llevar¨¢ a un reparto m¨¢s justo. Una descentralizaci¨®n de las funciones evitar¨¢ privilegios y podr¨¢ acabar con los favores a los amigos. Una acci¨®n conjunta de cuantos estamos interesados por el aut¨¦ntico esp¨ªritu deportivo nos llevara a conseguir metas superiores. Esas metas pasan por la escuela, el instituto, la universidad y las f¨¢ bricas. Esas metas pasan por una ley del deporte y por una adaptaci¨®n de los reglamentos deportivos a esa propia ley y a las leyes sustantivas del pa¨ªs. De esa adaptaci¨®n a las nuevas circunstancias pol¨ªticas tendr¨¢n que salir necesariamente beneficiadas esas instituciones a las que se homenajea y cuya proliferaci¨®n es absolutamente imprescindible. ?
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