Autonom¨ªas brit¨¢nicas: disoluci¨®n nacional o compromiso pol¨ªtico
?Camina Gran Breta?a hacia su disoluci¨®n como ?unidad? nacional -como claman los m¨¢s fervorosos oponentes a las autonom¨ªas escocesa y galesa- o los referendums del pr¨®ximo jueves son un mero expediente puesto en pie por el Gobierno laborista para satisfacer entremezclados sentimientos nacionales? El d¨ªa 1 de marzo el voto afirmativo de un mill¨®n y medio de escoceses y de algo m¨¢s de 800.000 galeses abrir¨¢ las puertas a sendos Parlamentos nacionales en Edimburgo y Cardiff. Pero ni la obtenci¨®n de estas cifras aparece tan clara, sobre todo en el caso de Gales, ni las competencias de las previstas asambleas auton¨®micas parecen justificar el temor que en algunos- sectores despierta la palabra ?devoluci¨®n?. Este es el primera de tres trabajos en los que nuestro corresponsal en Londres, Angel Santa Cruz, describe los aspectos m¨¢s relevantes que rodean la consulta del pr¨®ximo jueves.
Para ninguno de los dos pa¨ªses las propuestas auton¨®micas constituyen una novedad. Hasta 1707 Escocia tuvo su propio Parlamento de la naci¨®n escocesa, m¨¢s de cinco millones de habitantes en 78.000 kil¨®metros cuadrados, conserva todav¨ªa hoy sus propios sistemas judicial y educativo diferentes de los brit¨¢nicos, adem¨¢s de una cierta independencia en el manejo de los asuntos p¨²blicos. En Gales, que desde la Edad Media forma parte del reino ingl¨¦s, subsisten importantes elementos culturales diferenciadores, el menor de los cuales no es su propio idioma, que en alguno de sus ocho condados habla habitualmente m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n. El sentido de identidad de los galeses ha llevado al Parlamento de Westminster no menos de siete proyectos auton¨®micos desde 1891, ninguno de los cuales alcanz¨® la fase final.Aqu¨ª radica la novedad, en que por vez primera: escoceses y galeses van a tener la oportunidad de pronunciarse sobre un proyecto concreto de descentralizaci¨®n, que, en teor¨ªa, deber¨¢ ser refrendado, al menos, por un 40% del total del censo -vote o no-, para que pueda ser puesto en vigor. En teor¨ªa, porque el Gobierno laborista est¨¢ decidido a sacar adelante los Parlamentos de Escocia y Gales, aunque no se cumpla este porcentaje, introducido en la ley a consecuencia de una ?rebeli¨®n? de diputados antidevolucionistas.
Ambas leyes de devoluci¨®n de poderes son m¨¢s el resultado del miedo laborista a verse rebasado pol¨ªticamente por las fuerzas nacionalistas de Escocia y Gales (dos tradicionales feudos del partido gobernante), que el resultado de la propia presi¨®n de estos grupos. Su origen, negado vehementemente por los sucesivos Gobiernos labour, est¨¢ en los sorprendentes resultados electorales alcanzados a finales de los a?os sesenta por el Partido Nacionalista Escoc¨¦s (SNP) y el Plaid Cimru (Partido de Gales) en consultas parciales. Harold Wilson orden¨® en 1969 la creaci¨®n de una comisi¨®n para estudiar posibles respuestas al desaf¨ªo nacionalista y cuatro a?os despu¨¦s se publicaban sus conclusiones fundamentales. El llamado ?informe Kilbrandon? consideraba esencial el mantenimiento de la unidad pol¨ªtica y econ¨®mica del Reino Unido y establec¨ªa que ni en Escocia ni en Gales hab¨ªa sentimientos populares en favor de soluciones federales y que el separatismo no serv¨ªa a la causa de la prosperidad en ninguno de los dos pa¨ªses. Su recomendaci¨®n fundamental era que deb¨ªa considerarse la devoluci¨®n de poderes en determinadas y precisas materias y que el Gobierno de Londres deb¨ªa retener, junto a todos los poderes fundamentales, el derecho de veto sobre toda aquella legislaci¨®n emanada desde Edimburgo o Card¨ªff que se considerase inaceptable para el conjunto de la naci¨®n.
Cuando en las elecciones generales de 1974 el SNP consigui¨® once esca?os en el Parlamento de Westminster, contra uno cuatro a?os antes, el timbre de alarma son¨® en Downing Street. James Callaghan aceler¨® inmediatamente el estudio de la legislaci¨®n encaminada a parar los pies al nacionalismo, legislaci¨®n que a trancas y barrancas, en medio del desinter¨¦s de los m¨¢s y del fervor o la oposici¨®n radical de los menos, pas¨® la navegaci¨®n parlamentaria el a?o pasado.
Motivos del desarrollo del nacionalismo
?Qu¨¦ factores hicieron posible el alza nacionalista? No desde luego, un sentimiento de opresi¨®n nacional de privaci¨®n de libertades o de explotaci¨®n centralista, aunque algo de todo ello exista, m¨¢s o menos difusamente, en el fondo de las m¨¢s sentimentales y respetables reivindicaciones independentistas. Probablemente, los elementos decisivos que han alimentado la intensa reivindicaci¨®n escocesa y la mucho m¨¢s d¨¦bil de Gales est¨¢n relacionados con el descontento por la gesti¨®n econ¨®mica dirigida desde Londres.A partir de 1972, un hecho decisivo se suma a los esl¨®ganes nacionalistas: el petr¨®leo del mar del Norte. El abundante ?oro negro? hinch¨® las velas de las aspiraciones escocesas. La imagen de un pa¨ªs pr¨®spero administrado con los ingresos derivados de la explotaci¨®n petrol¨ªfera desempe?¨® un papel protagonista en las elecciones de 1974 y se convirti¨® en un arma pol¨ªtica de impacto seguro que catapult¨® pol¨ªticamente al SNP y fortaleci¨® su ala independentista.
El nacionalismo gal¨¦s -ahora en creciente retroceso, salvo en el uso de su propia lengua- se ha nutrido prioritariamente de los elementos culturales que mantuvieron casi virgen la personalidad galesa durante los ¨²ltimos cuatro siglos.
M¨¢s burocracia
Para los maximalistas, los refer¨¦ndums del jueves abrir¨¢n la puerta a la futura independencia de Escocia y Gales, es decir, a la desintegraci¨®n del Reino Unido tal y como ahora se conoce. Un punto de vista menos doctrinal y m¨¢s pr¨¢ctico sostiene que la constituci¨®n de asambleas en Edimburgo y Cardiff s¨®lo reportar¨¢ m¨¢s burocracia. m¨¢s impuestos y pocas ventajas reales en el camino del autogobierno. Los galeses m¨¢s cr¨ªticos se oponen a votar una parodia de autogesti¨®n como la que la ley ofrece a Gales.Un estudio atento de las propuestas que se votan el jueves se?ala, sin embargo, su car¨¢cter de compromiso. La devoluci¨®n perfilada por el se?or James Callaghan va un paso m¨¢s all¨¢ del relionalismo, pero queda a a?os luz de soluciones separatistas o federales, como las que temen sus cr¨ªticos. Las propuestas para Escocia son m¨¢s arriesgadas, como corresponde al grado de desaf¨ªo del nacionalismo escoc¨¦s, pero la ofrecida a Gales es un arabesco vac¨ªo de contenido desde una perspectiva nacionalista rigurosa. En ambos casos, la magnitud de los poderes retenidos por Londres y su recurso final al veto vac¨ªan de sentido, en un horizonte previsible, la primera parte de la pregunta que abre este trabajo. Otra cosa es que el camino de un hipot¨¦tico conflicto constitucional quede abierto. Pero para los defensores del ?s¨ª? esto es precisamente lo que se pretende atajar con la consulta de pasado ma?ana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.