El lslam eres t¨²
Nos estamos carcajeando demasiado alto del ayatollah en el ojo ajeno. Hemos convertido a Jomeini en el chivo expiatorio de nuestros propios anacronismos cotidianos. Regreso de un vagabundeo incalificable por la costa del Islam y encuentro al pa¨ªs muerto de risa b¨ªblica por los ascetismos cor¨¢nicos del chiita. Se celebran con regocijo sus decretos sobre el pecado del voto antirrepublicano y la abolici¨®n del divorcio, pero no encuentro por ninguna p¨¢gina del Bolet¨ªn Oficial del Estado aparentes cambios jur¨ªdicos para justificar tal cachondeo. Intento compartir la iron¨ªa sobre la prohibici¨®n del consumo de carne congelada y el murmullo cuaresma? que se respira por algunas cocinas de mi pueblo todos los viernes me distrae de la necesaria distanciaci¨®n.Y lo m¨¢s curioso: contemplad el pitorreo de algunos comunistas y socialistas de alzada cuando se enteran de que Jomeini propone un sistema bancario desprovisto de los tradicionales tipos de inter¨¦s. Si no recuerdo mal, porque aquellos libros clandestinos estaban muy mal impresos y las traducciones eran fatales, en la teor¨ªa marxista del valor-trabajo, el inter¨¦s era considerado como una de las formas de plusvalias m¨¢s notorias, surgida de la explotaci¨®n del trabajo en la econom¨ªa capitalista, lo que le hac¨ªa merecer una nota ¨¦tica negativa, pecaminosa como el criminal tango. Asunto diferente es la viabilidad de esa revoluci¨®n financiera ajustada a los preceptos isl¨¢micos. Entre otras reacciones, provocar¨ªa el j¨²bilo de ciertos bancos extranjeros en los que se encuentran considerables dep¨®sitos iran¨ªes.
No vengo convertido al Islam. Ni siquiera intento un relativismo etnogr¨¢fico entre los practicantes de las dos religiones del libro, el Cor¨¢n y la Biblia. Es evidente que la civilizaci¨®n capitalista de las sectas cristianas resulta bastante m¨¢s pulida de anacronismos te¨®ricos y pr¨¢cticos que la que todav¨ªa se observa en la secta isl¨¢mica: ah¨ª est¨¢ la teolog¨ªa de Calvino contra la prohibici¨®n legal del inter¨¦s, y cuatro siglos de perfecci¨®n de la usura sobre la base del 10%, arriba o abajo, es data que imprime car¨¢cter diferencial. A fin de cuentas, la racionalidad del presente no se mide por las leyes de la raz¨®n, como hac¨ªan nuestros abuelos, sino por los ¨ªndices del producto nacional bruto en d¨®lares, seg¨²n las cifras del Banco Mundial.
Vengo de La Meca de un fanatismo sin ambig¨¹edades y ya me explicar¨¢n ustedes de qu¨¦ ayatollah nos estamos carcajeando con un pa¨ªs rodeado de fanatismos por todas las partes, menos por una que nos une al imperio del se?or Carter. Que por el Norte andan a tiros, empe?ados en una revoluci¨®n de tipo ¨¦tnico, que por la capital la gente muere por un vaso de agua, que por el Gobierno nos van a endosar un impuesto religioso, que por el Sur los parados alcanzan porcentajes infraisl¨¢micos, que por la lengua no hay manera de entenderse con serenidad, que por los municipios todo es franquismo, que por la vida cotidiana el divorcio y el aborto siguen siendo cr¨ªmenes y que por los bancos los tipos de inter¨¦s se han puesto por las nubes.
?Acaso cuando ridiculizamos al ayatollah nos estamos criticando a nosotros mismos? Seria la suprema forma de humorismo. Ser¨ªa tambi¨¦n una estimulante noticia para el pa¨ªs que habr¨ªa que demostrar urgente y dial¨¦cticamente. Seg¨²n una f¨®rmula de Gustavo Bueno, bastar¨ªa admitir que lo que critico. en m¨ª mismo al reirme de Jomeini es el juicio favorable que yo pueda tener de ¨¦l.
A la espera de que se verifique esta autocr¨ªtica del entendimiento, les transcribo lo que me dijeron unos amigos islamitas que paseaban conmigo por la Casbah y que tambi¨¦n estaban influidos por Woody Allen: ? El Cor¨¢n no proscribi¨® el cerdo. S¨®lo sugiri¨® que no deber¨ªa comerse en ciertos restaurantes. Y sobre la sorprendente noticia de la supresi¨®n de los tipos de inter¨¦s: es el momento de pedir un cr¨¦dito.?
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