Fraga
?Ay don Manuel, no se nos vaya usted, hombre, no se vaya! Es don Manuel pomo de esencias, virulencias e incluso impertinencias, que ya se sabe que tiene el genio bronco y vivo y que a veces se le desmanda la vertiente sanguinea e iracunda por encima del Fraga gentleman farfullador de ingl¨¦s. Fue don Manuel azote de mi adolescencia, que all¨ª est¨¢, orondo y obeso en mi memoria, remojando sus michelines de entonces en las contaminadas aguas de Palomares, por ejemplo. Pasaba entonces Fraga por aperturista y es que hay que reconocer que este hombre siempre ha tenido la decencia y la demencia de ser inoportuno, y as¨ª, era m¨¢s abierto cuando en el pa¨ªs predominaba lo cerrado, y ahora que en el entorno se estila la apertura, don Manuel se nos ha convertido en un cerrojo. No da una, el hombre, y el no poseer esa astuta cualidad de veleta de los que le rodean le hace cuando menos enemigo respetable.Porque don Manuel es el enemigo perfecto, volcancito de pasiones pol¨ªticas, animoso batallador de imperios inexistentes. A Fraga se le ve venir siempre de lejos, se anuncia en el retemblar de suelo y de mofletes, que es un adversario algo mand¨®n y brusco, pero honrado, y en su mirada jupiterina y un punto estr¨¢bica se pueden contemplar sus intenciones f¨¢cilmente. As¨ª da gusto. Con ¨¦l, el ingenio popular se agudiz¨® y desarroll¨® esplendorosamente, su nombre dio lugar a mil recreaciones callejeras: Fraga, el pueblo no te traga, fragancia, fragor, fragata, est¨¢s hecho unas fragas, Fragados y Construcciones, in fraganti, y as¨ª hasta el infinito, que hay que reconocer que don Manuel es hombre inspirador, es como una tonelada de musa en embestida.
Recu¨¦rdenle. Recu¨¦rdenle vestido de almirante, con sus plumas flotando sobre la coronilla segada a cepillo. Recu¨¦rdenle animoso como siempre, luchador en mil Lepantos, cazando gallinas con su nombre, arrancando cables telef¨®nicos, insultando al futuro con tes¨®n. Recu¨¦rdenle quit¨¢ndose su informe chaqueta de mil rayas -con lo que todos descubrimos que lo informe era su torso y que la chaqueta estaba maravillosamente bien cortada- para arremeter en un mitin contra los revoltosos al b¨¦lico bramido de ?a por ellos?. ?Ay don Manuel! Los revoltosos, hoy, le han nacido de dentro, amamantados a sus pechos. Ya no quedan enemigos como usted, tan rectos en su ataque, tan fuera de maquiavelismos. Hoy Fraga, Fraga el almirante, el diplom¨¢tico, el ex ministro, el aperturista y reaccionario, Fraga el guerrero, el fragoroso Fraga Bonaparte ha topado con su Waterloo y sucumbe con los estandartes desplegados. Le han dejado solo al hombre, le han abandonado, y los mismos que se aprovecharon de sus votantes de AP (que eran suyos y s¨®lo suyos, eso est¨¢ claro) y que le acompa?aron en una campa?a de ataques incesantes a la UCD, ahora, en el momento del fracaso, se pasan con armas y bagajes al enemigo, ofrecen a Su¨¢rez una lealtad que durar¨¢ dos d¨ªas y dejan a don Manuel m¨¢s solo que la una, sobre el campo de batalla, alica¨ªdo y mustio su penacho de plumas, quebrantado su orgullo en la contemplaci¨®n de tantos cad¨¢veres como le rodean, tantos muertos que son ¨¦l mismo repetido. Y ah¨ª agoniza, ahogado en rabias interiores. Porque don Manuel es demasiado ultramontano para enardecer a un pueblo ansioso de aires nuevos, y demasiado honesto, para disimular, como otros, su condici¨®n de ultramontano. Fraga, en fin, es uno de los ¨²ltimos hombres de derechas sin disfrazar que sobreviven.
Pobre enemigo m¨ªo, despojado por sus antiguos aliados. El pa¨ªs echar¨¢ de menos sus bramidos, las mesas ministeriales a?orar¨¢n sus pu?etazos y el Parlamento recordar¨¢ con nostalgia su leve paso de rinoceronte justiciero. ?Ay don Manuel, no se nos vaya usted, hombre, no se vaya!.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.